27 julio, 2024
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Las Pato Aventuras de Octavio Aburto Inclán…

TACÁMBARO, Mich. 25 de junio del 2012.- Ante la imposibilidad de cumplir con todos los compromisos que hizo en campaña municipal, el edil Octavio Aburto Inclán ya no se la acaba en la administración del ayuntamiento, careciendo de una efectiva estrategia de comunicación social.

Dice que es periodista, pero no lo es, porque viene asumiendo una actitud que proviene del hígado, no de la cabeza fría. Se encoleriza con sus detractores y, de inmediato, los invita a que se suban al ring. Los reta, casi, a una pelea callejera, sin que le haga caso a ningún asesor de que debe ser más mesurado. Contestar con política, no con gritos y patadas. Pero, desafortunadamente, Octavio Aburto Inclán ya va en caída libre desde un enorme tobogán, resbalando a toda velocidad y sin frenos.

Es cierto que el ayuntamiento de Tacámbaro carece de suficientes presupuestos para responder las múltiples peticiones de la ciudadanía, pero el alcalde de origen priista y ahora panista no puede diseñar una política de respuesta efectiva y aflora su feo carácter. Va de la tranquilidad a la explosión de demagogia y eso, dondequiera, se le denomina bipolaridad. Necesita calmarse. Obedecer a la razón, no a la bilis. A la inteligencia y no a la rabia contenida.

Por supuesto que tiene razón para contestar a las críticas que recibe por la manera en que lleva la conducción del ayuntamiento. Pero está fallando en el tono. En el volumen del discurso. Ya no es el locuaz locutor de la radio Tacámbaro para sacar trapitos de todos o el veloz abogado que dispara argumentos aplastantes. No. Ahora es el mandatario de Tacámbaro y debe utilizar un discurso más inteligente, no de pleito. Desactivar conflictos y no aventarles más gasolina.

Octavio Aburto Inclán la tiene hasta el cuello. Y lo sabe, que es lo más grave, sin que anuncie señales de rectificar, asesorado por excelentes consejeros que no saben nada de la política buena y negativa, como la que prevalece en este país. Octavio Aburto Inclán está dando señales de desconocer básicos manuales de política y, menos aún, de ciertos secretos de la prensa que se aprenden con el tiempo, en la calle, banqueta, dialogando con todos los sectores.

Se siente agraviado y, de volada, acude a sus medios favoritos. Expulsa lo que siente y cree, para su desgracia, que su armónica y potente voz podrá acallar inconformidades sociales, políticas o ideológicas. Eso no es cierto. Lo que pasa es que las olas se vuelven a mover y, en un descuido, se podrían tragar sus palabras. Octavio Aburto Inclán nos ve tan pequeños que casi quiere nalguear a todos. Apachurrarlos y fulminarlos. Anda mal y nadie lo puede controlar. Ni sus cercanos colaboradores y familiares. Ni ganando 100 mil pesos quisiera estar en los zapatos del presidente de Tacámbaro. La vida, con frijolitos y amigos, es mucho mejor que el infierno que está padeciendo el licenciado Octavio Aburto Inclán. Ojalá que la razón lo devuelva a la realidad…