Para la señora María Elena, la Navidad en Pátzcuaro “fue un día como cualquiera, pues no tenemos con qué celebrar; nos acostamos a dormir temprano con mis hijos y cenamos lo que sobró de la comida”.
Vive en la colonia Tercera de San Lázaro, al sur de la ciudad, en una casa humilde, hecha a base de piedra, madera y lámina de cartón. Su marido se encuentra en Estados Unidos desde hace más de tres años.
“Hace unos semana me mandó decir que se le había acabado el trabajo y que por eso no me iba a mandar dinero en estos días”, relata mientras atiende a sus tres pequeños hijos de 3, 5 y 6 años de edad.
“Aquí en la casa pasamos la Navidad, mis niños se durmieron temprano y yo vi la tele un rato luego de que cenamos un taco de frijoles con queso, que es lo que sobró de la comida”, añade.
Lamentó: “no creo que la cosa cambie en el Año Nuevo, prefiero guardar el poco dinero que tengo para mantener a mis hijos en lo que mi esposo agarra otro trabajo, porque eso de hacer cena, pues sale caro”.
En tanto, los integrantes de una familia de la colonia Pedregal, ubicada también al sur de la ciudad, opinan que las fiestas decembrinas “nomás es puro gasto, sí es bonito celebrar, pero todo está tan caro que hasta preparar una cena sencilla la pensamos mucho”.
Dicen que con sólo pensar en los gastos que se vienen con la entrada de los hijos a la escuela y Los Reyes, “pues ya ni cenamos a gusto”. Cuentan que compraron “unos pollos asados y nosotros mismos preparamos el ponche para pasar La Navidad”.
“Yo me acuerdo que hace unos 20 ó 30 años, queríamos que ya se acercara diciembre para cenar rico, darnos regalos e invitar a muchos familiares, pero ahora todo es diferente, esas cosas ya son para gente que tiene dinero, un trabajo seguro, y nosotros no estamos como para gastar lo que no tenemos”, lamenta el padre de familia.
“Es triste que los hijos pidan cosas que nosotros no podemos comprar; antes se conformaban con el aguinaldo, las piñatas, hoy quieren celulares, computadoras, porque lo ven en la televisión ó a algunos de sus compañeros de escuela que sí les pueden comprar esas cosas”, refiere la madre de esta familia.
El espíritu navideño se ha perdido, considera otro de los integrantes de esta familia, un joven de unos 20 años de edad, que estudia la preparatoria en sistema abierto, “ya que parece que en estas fechas hay la competencia por ver quién consume más y, lo peor, es que no hay trabajo y en las chambas que se ofrecen, por lo menos aquí en Pátzcuaro, pagan una miseria”.
No hay muchas alternativas para lo jóvenes, prosigue, “por eso muchos muchachos se van al norte ó se comienzan a juntar con grupos que se dedican a hacer cosas malas”.
Por su parte, un señor viudo, jubilado de una empresa textilera de este municipio, comenta que él vive solo, y que en la Nochebuena es cuando sus hijos lo visitan.
“Hace algunos años yo ponía la cena, pero ahora con la pensión que tengo ya no me alcanza, porque todo subió de precio y a mi me dan el mismo dinero…entonces ahora mis hijos trajeron todo para preparar la cena navideña”, comenta con pesar.
Y añade: “así como cada rato suben los precios de los productos que consumimos pues así el gobierno viera de subir los salarios o la pensiones que nos dan…”.
Así, en varias colonias del sur y otras partes de la periferia, que el regidor del PRD, Crescenciano Luquín, refiere como “los cinturones de miseria de Pátzcuaro”, la pobreza campea y cala como el frio de la temporada.