20 diciembre, 2024
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La izquierda en Michoacán y el reencuentro con su historia e ideología

Ante la evidente crisis del sistema de partidos y la inédita situación político-electoral que se vive en Michoacán, el PRD debe asumir el reto que le impone su historia y su ideología: volver su mirada al exterior, trascender, para ir al encuentro con los ciudadanos, los movimientos sociales, en suma, la llamada sociedad civil, ésa que se indigna, que lucha cotidianamente para hacer transformaciones sociales de gran aliento.

Está claro que la superación de su crisis no se va a encontrar en el laberinto interno, aunque ello no signifique dejar de ejercitar el debate, la autocrítica, la reflexión colectica, como herramientas indispensables para dirimir las diferencias internas y robustecer la institucionalidad democrática.

 

La historia del partido es indudablemente un expediente al que debemos acudir para tener presente nuestro origen, nuestras luchas históricas y el proyecto de izquierda que enarbolamos. Recordemos que en los primeros años de la lucha del PRD la apuesta era lograr la democratización del régimen político, estableciendo elecciones libres y equitativas, donde el PRI-gobierno no tuviera el control de los órganos electorales ni utilizara recursos públicos en las campañas políticas. Coadyuvar en la aplicación de estos principios democráticos marcó la mística histórica del PRD. La implacable embestida del salinato no logró su propósito de extinguir al movimiento democratizador que aglutinó distintas expresiones de la izquierda adoptando un programa con base en el nacionalismo, donde la soberanía alimentaria, la defensa del petróleo y la justicia social, constituían y siguen siendo elementos estratégicos para el desarrollo de México. En 1996 se logra avanzar en el plano democrático-electoral al crearse el Instituto Federal Electoral como un órgano autónomo. Así, sin el control faccioso de los órganos electorales por parte del PRI-gobierno, en 1997 el priismo pierde su mayoría histórica en la Cámara de Diputados federal, y el PRD gana la jefatura de Gobierno del Distrito Federal permitiendo por primera vez que los habitantes de la Ciudad de México eligieran democráticamente a sus autoridades.

En el 2000 con la alternancia en el gobierno federal, parecía perfilarse el fortalecimiento de nuestra democracia, pero llega el 2006 y el PAN con Fox a la cabeza caen en la tentación antidemocrática de mantenerse en el poder a toda costa. La guerra sucia aparece como forma predilecta de batalla electoral de la derecha. Al cerrar toda posibilidad de transparentar la elección presidencial, no solamente se impidió tramposamente el paso a una opción de gobierno con sentido social y republicano, sino que se asestó un duro revés a la institucionalidad democrática alcanzada. Una vez concluido el proceso poselectoral de 2006, el PRD regresó a mirarse hacia adentro, prevaleciendo la disputa por los espacios internos, las cuotas de poder. Ante este escenario, Andrés Manuel López Obrador comprende que no hay ruta de construcción al interior del partido y se lanza a una tarea titánica para mantener y fortalecer un movimiento de izquierda que reavive la esperanza por un México mejor, en donde los protagonistas son hombres y mujeres comprometidos con el país con la consigna de que lo conveniente para todos es atender las necesidades más apremiantes de millones de mexicanos, excluidos del modelo neoliberal aplicado a rajatabla por los gobiernos priistas y panistas. AMLO recorre todo el país, municipio por municipio, hazaña que no tiene precedente en la historia del país. Con el recorrido alcanza a observar los enormes contrastes sociales, económicos y políticos, pero también confirma la gran riqueza cultural de todos los pueblos, riqueza que les ha permitido sobrevivir aún en las peores condiciones. Fue un verdadero acercamiento a los Sentimientos de la Nación, como lo diría José María Morelos.

Además de la propia experiencia, el tabasqueño tiene la capacidad de convocar a hombres y mujeres de reconocida trayectoria en los ámbitos político, académico, del servicio público, empresarial, como Elena Poniatowska, Enrique González Pedrero, Víctor Toledo, Enrique Semo, Armando Bartra, entre otros, con los cuales conforma un núcleo que pone sus conocimientos, su inteligencia, al servicio de México para configurar el Nuevo Proyecto Alternativo de Nación que de rumbo y posibilite regenerar la vida pública del país. A pesar de años de guerra sucia -de baja o alta intensidad según convenga a los intereses de la derecha-, AMLO y su equipo han consolidando una organización de 4 millones de mexicanos -más amplia e incluyente que la del mismo PRD del último lustro- en el marco de una estrategia orientada a reforzar los principios ideológicos y programáticos de la izquierda nacional. Vale la pena comentar que en el lapso que va de 2006 a 2011 ocurrieron varios momentos cruciales para la viabilidad de nuestra nación. El más destacado sin duda fue la férrea lucha que dio el movimiento progresista encabezado por el propio López Obrador para defender la soberanía nacional y el petróleo –principal fuente de ingreso del país-; mientras tanto, el PRD nacional se pasmaba en una supuesta opción responsable o “moderna”, que posteriormente dio paso, incluso, a coaligarse electoralmente con el PAN, derecha e izquierda juntas, postulando a candidatos del PRI. Ello contribuyó a que el partido se diluyera, se desdibujara como partido de izquierda. Llama la atención que en encuestas nacionales cuando se pregunta quién es la real oposición en el país, la gente contesta mayoritariamente que AMLO, no que el PRD.

En Michoacán no debemos permitir que también el partido termine desviándose de sus ideales e historia. Es indispensable, en primer lugar, un diagnóstico objetivo de lo que pasó en el reciente proceso electoral y, sobre esa base, repensar al partido, que tuvo, por cierto, su origen en Michoacán. Urge reencontrarnos con nuestros principios y valores, marcar una nueva ruta, convocar a las izquierdas que no participan en el círculo cerrado de la burocracia perredista, tomando en cuenta que aquí en Michoacán existen importantes movimientos de indígenas, populares, campesinos, círculos de estudio universitarios, intelectuales y académicos progresistas, entre otros. Porque el PRD no es una franquicia de las corrientes; se requiere reorientar el trabajo para regresarles el PRD a los ciudadanos y ciudadanas que consideran que es necesario un partido de izquierda con verdadera vocación de servir a las causas sociales más sentidas y justas.

Debemos comunicarnos de nueva cuenta con la sociedad a través de una agenda que provenga de la ciudadanía hacia el partido, y no al revés, de ahí que es pertinente conformar un núcleo consultivo de académicos e intelectuales con la finalidad de identificar una propuesta política coherente con la realidad, que posibilite enfocar y priorizar las más amplias necesidades de un Michoacán y México del siglo XXI. Dejemos el egoísmo y el debate estéril atrás y con fraternidad y solidaridad apoyemos sin cortapisas al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena); aprendamos de esa inigualable experiencia. El PRD de Michoacán es sui generis, una organización fincada en el cardenismo histórico y en el cardenismo vivo, que comparte su corazón y espíritu de manera abierta con Andrés Manuel López Obrador. Estamos convocados a una de las tareas históricas desde Michoacán, pero con visión nacional. Ni más, ni menos…

*Dirigente del PRD en Morelia