26 julio, 2024
ROTATIVO DIGITAL

EL ADIOS DEL PEJE…

La salida de Andrés Manuel López obrador del PRD ya no fue una sorpresa para nadie. Desde que creó el Movimiento Amplio Progresista (MAP) y más tarde un movimiento político camuflajeado de “asociación civil” MORENA, mediante la cual pretendió apoderarse sigilosamente de las estructuras territoriales del PRD, el tabasqueño ya daba señales que no estaba contento en su partido.

Si bien para fines electorales respondió a una planeación estratégica que permitió inyectarle un poco más de organización y fortaleza mediática a su campaña, en el fondo no era más que una maniobra política para crear un partido a modo, independientemente del resultado del primero de julio.

Lo mismo hubiera pasado si el Peje gana la elección. Si le resulta fácil la eventual creación de un nuevo partido desde la derrota, mucho más lógico hubiese sido hacerlo desde la presidencia con todo el poder, considerando que su relación nunca fue buena con Nueva Izquierda (corriente hegemónica del PRD), derivado de una visión contrapuesta para llegar al poder. Esta diferencia se vio agudizada con la postulación de Alejandro Encinas a la gubernatura del estado de México cuando no aceptó ser postulado por una coalición PRD-PAN, propuesta que impulsaban los Chuchos y que fue rechazada por el Peje, y ya obligado, también por Encinas.

Por supuesto que es dolorosa la salida del Peje del PRD, porque su participación ha dejado saldos positivos. Como candidato llevó a las izquierdas hasta un segundo lugar en dos ocasiones consecutivas, y la verdad, no es tan sencillo conseguir más de 15 millones de votos, incluso por encima del partido gobernante, pero su obligada permanencia en el partido obedecía más a un pragmatismo preconcebido, que por continuar en una institución que de no haberle sido electoralmente rentable, hubiese abandonado desde hace 6 años.

Por lo pronto, no entiendo cuál es la pretensión de Andrés Manuel con esta decisión, si como él mismo dice “dedicará su imaginación y su trabajo a la causa de la transformación de México”, se antoja imposible que pueda hacerlo, sobre todo si se considera que no ha sido posible lograrlo con la unión de todos los partidos de izquierda incluida MORENA, mucho menos solo. El hecho que por la vía electoral no haya logrado hasta ahora la transformación que todos los mexicanos anhelamos, no significa que esta vía este agotada o que haya caminado por el sendero equivocado.

¿Que está enojado? Por supuesto que muchos millones estamos encabronados por el resultado que no está a la altura del nuevo orden social mexicano. ¿Qué le tocó bailar otra vez con la fea? También. Pero no debiera ser una razón lo suficientemente poderosa para que abandone a un partido que lo hizo su dirigente, que lo hizo jefe de gobierno y 2 veces candidato presidencial, es decir, el PRD le ha dado todo lo que un político desearía. El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas es un ejemplo de lealtad y coherencia, tiene un record de tres derrotas consecutivas, y no obstante, ha conservado su militancia perredista.

A pesar de las vicisitudes que tuvo que sortear, sigue siendo un activo político de la izquierda en México y su voz tiene eco más allá de las fronteras partidistas.

La otra posibilidad es que Andrés Manuel pretenda un nuevo partido político que lo catapulte de nueva cuenta a la candidatura por tercera ocasión de las izquierdas en el 2018 sin el estorbo de las tribus perredistas e iniciar la construcción, ya y desde ahora, de este proyecto para ganarle la delantera a Lázaro Cárdenas Batel, Ebrard, Mancera o Juan Ramón de la Fuente, que sí tendrían un desgaste interno para su eventual aspiración dentro del PRD.

Con seguridad las cuentas de Andrés Manuel son alegres; y tiene razón. Porque con los millones de votos obtenidos el 1º de julio, le permite pensar que le alcanza para lograr con holgura el 2.5 % de votos requerido para obtener por este concepto las jugosas prerrogativas económicas para su nuevo partido, una buena jugada para ser dirigente natural de un partido marginal, pero un mal augurio para la izquierda mexicana. Lo malo de este asunto es que esta decisión sí le pega al PRD, porque aunque pretendamos cerrar los ojos, no podemos ocultar la realidad de perder a uno de sus cuadros más representativos.

*Analista político