En este municipio se advierte un crecimiento en el número de personas que recurren al comercio ambulante para obtener un ingreso. Se trata de gente que recorre los portales, los mercados y los sitios de mayor afluencia de patzcuarenses y turistas, vendiendo diferentes productos, principalmente alimentos.
Las autoridades municipales han manifestado que en la presente administración “no se han dado más permisos para vender en la vía pública”.Sin embargo, lo anterior aplica solamente para quienes pretenden tener un lugar fijo en el primer cuadro de la ciudad, “ya que va en aumento el número de personas que literalmente deambulan, sin contar con un espacio fijo, por calles, portales, plazas, etcétera ofreciendo gelatinas, tortas, churros, ensalada de frutas y verduras, gorditas de maíz, nieve, entre otros productos”, observó un hotelero del Centro Histórico.
En su mayoría, son mujeres solteras, quienes se han visto en la necesidad de “salir a vender algo porque la crisis ya no está como para andar pensando qué hacer”, comentó una vendedora de gelatinas.
Y agregó: “yo era trabajadora de un puesto de tortas del centro, pero me pagaban 80 pesos diarios por trabajar hasta 10 horas, por esa razón me decidí a vender en la calle; ahora gano de 100 a 150 pesos diarios trabajando unas 5 horas, pero lo más importante es que no descuido tanto a mis dos hijos”.
Desde hace algunos años este fenómeno ha crecido ostensiblemente, comentó un comerciante establecido de la plaza Vasco de Quiroga, quien refirió: “la falta de empleos bien pagados ha llevado a la gente a salir a las calles; bueno ahora vemos hasta profesionistas vendiendo algo en la vía pública”.
Por su parte, una comerciante de tortas manifestó que tiene dos años en esta actividad; “me va más a menos, ya tengo mis clientes, al principio me daba vergüenza con mis amistades, pero la necesidad de llevar un taco a la familia me hizo perderla”, dijo.
“Este tipo de comercio si es ambulante, no como los que están instalados en algún espacio de la vía pública que la ocupan como si fuera de ellos”, señaló un gerente de un restaurante del primer cuadro citadino.
No se tienen cifras sobre la gente que vende de esta manera ya que, como dice una de las personas entrevistadas: “yo solamente tomé mi charola con mis vasos de frutas y me salí un día a vender sin pedirle permiso a nadie y la verdad no sé si tenía que acudir a la Presidencia Municipal a sacar algún permiso”.