Lic. Alfredo Castañeda Flores Analista
19 sept. 2021.-Aprovecho la oportunidad para comentar la historia de una mujer que durante su vida ha sufrido altibajos emocionales, sociales, culturales y económicos. Ella es Mercedes, hija de un centroamericano de esos que intentan cruzar el país para alcanzar el sueño americano, concretamente hondureño y una mexicana, la historia comienza con la unión de esta pareja, distinta culturalmente y sin mucho futuro de seguir juntos, procrearon a tres seres humanos, un hombre y dos mujeres, siendo nuestra protagonista la de en medio.
Como era de esperar, poco tiempo duraron juntos sus padres, su papá se alejó cuando Meche contaba con cinco años de edad, y encontró otra pareja, mexicana también pero con solvencia económica, contrayendo matrimonio con ella y dándole dinero a su ex pareja para ella y sus tres hijos. Por otra parte, su mamá no volvió a tener una pareja estable, pero no es seguro que las haya tenido de forma esporádica, ya que en esa edad y con la necesidad económica, resulta difícil creer que no haya sido así.
Así creció, con la carencia y necesidad de un padre, sobre todo, siendo mujercita, lo hizo de forma rebelde, estudió hasta el bachillerato en un CBTIS, alcanzando su conclusión, pero no siendo la ejemplar alumna, así mismo como ella relata, comenzó a tomar alcohol desde la secundaria y a conocer los placeres sexuales, con sus compañeros, sin embargo, no salió embarazada pequeña, pero como se dice en la filosofía popular, le dio vuelo a la hilacha.
Pasaron los años y, cuando tenía veinte años, conoció a un vendedor poblano de artesanía de barro, de esos que de vez en cuando se aparecen por el pueblo, ofreciendo sus productos de casa en casa, resultando embarazada, él le respondió llevándosela a su pueblo a vivir con él, allá nació su hija, pero su carácter indómito e inestable, la hizo regresar a su lugar de origen cuando su hija, tenía tres años. Su mamá, como lo hacen la mayoría de madres mexicanas, la recibió, a cambio de que aportara dinero para las tres, así que comenzó a trabajar en donde le daban oportunidad, pero a pesar de ser una mujer trabajadora, tanto para atención al público como para limpieza de hogar y oficina, no aprendió a cocinar, porque no le gusta, por lo que en las casas que le daban oportunidad, poco duraba porque solo hacía la limpieza y cuidaba niños, adultos y/o mascotas, y no cualquiera busca eso en una sirvienta. Lo principal que toda ama de casa desea, es desentenderse de la comida, lo que Meche no hacía. Así que esta fue la principal causa del rompimiento con el papá de su hija, el que hasta el momento, no deja de mandarle dinero para las dos.
Sin embargo, otro enorme defecto que tiene es el de aburrirse pronto de los empleos y actividades que realiza, por lo que dura poco en X o Y empresa, pese a que su desempeño es excelente. Apenas se están acomodando a ella, sus jefes o patrones, cuando ella ya anda buscando otro trabajo, dejándoles prácticamente tirado el mismo, pues es de las personas que avisa, al momento de cobrar su semana, quincena o mes, no tiene esa cualidad de atención para con ellos.
Meche, por su gran “experiencia”, tiene una mentalidad abierta, con ella se puede hablar de cualquier tema sin tabúes, ahora por su edad, está puesta y dispuesta a “arreglarse” con quien sea, por dinero, obviamente, cualquier encuentro sexual y por lo que se ve, es una gran amante, hace lo que se le pida, y como se le pida.
Hago un paréntesis, los seres humanos llegamos a una edad, en la que una relación abierta, de pago por evento y con todo perfectamente bien entendido, es necesario, ya no es permitido andarse con falacias e hipocresías, y si ambas partes son mayores de edad, no hay delito, solo deleite que perseguir y nuestra heroína así es.
A los veintiocho años de edad, trabajando en una cafetería, se enamoró de su empleador, quien inexperto, la aceptó con su hija, llegando incluso hasta el altar con ella, sin embargo, su inestabilidad emocional, aunado a su falta de interés por aprender a cocinar y atender a su esposo, hizo que el matrimonio fracasara a los cuatro años de haber iniciado. Así es amable lector, se divorció y regresó a casa de su madre, actualmente Meche tiene treinta y cuatro años y su hija es una adolescente de catorce, anda trabajando aquí y allá, sin algo seguro, porque muchos dueños de negocio, ya la conocen cómo es laboralmente y no la vuelven a contratar, las opciones se van reduciendo.
Es una mujer fogosa, de piel casi negra, por su origen hondureño, tiene un cuerpo turgente aunque no perfecto, es guapa discreta, pelo ondulado, de estatura mediana, delgada, y con sus amistades va obteniendo un poco más de recursos económicos para vivir mejor, es desinhibida, dispuesta a lo que sea, y le saca provecho a su sexualidad y enorme experiencia, sigue tomando alcohol, aunque no lo hace de manera exagerada, dice ella, solo toma para ambientarse, sin embargo, no piensa en el futuro, la juventud no es para siempre, además, sus potenciales clientes, poco a poco, le irán disminuyendo la cuota, conforme vaya creciendo, no tiene nada propio, sigue viviendo con su mamá, y sin duda alguna, llegará un momento en que habrá de lamentarse de sus errores juveniles, pero será una mujer más en la estadística nacional de pobreza extrema, tuvo dos oportunidades, algo que muchas mujeres desafortunadas desearían tener por lo menos una, que Meche tiró por la borda, posiblemente, por el daño que le causó la ausencia de un padre presente en su crecimiento y formación, algo en lo que la mayoría de seres humanos no toman en cuenta antes de ponerse a tener hijos, destrozan la vida de seres inocentes que no pidieron venir a esta vida, solo por venir. Muchos conocemos historias o mejor dicho, resultados así, juzgando los comportamientos de X o Y sin conocer el origen de los mismos. ¡Seamos empáticos con los demás!