En una campaña política, generalmente lo que desea proyectar el partido político o el candidato son las ideas, el proyecto, el carisma, la imagen que les ayudará a ganar simpatías electorales y con ello asegurarse el triunfo. En cada campaña siempre hay un cuarto de guerra que construye las estrategias en aire y piso, pero la estrategia política siempre se cocina fuera de la campaña y la construyen los políticos experimentados, los gobernantes, los dirigentes partidistas y los poderes fácticos.
Recién entró Fausto Vallejo Figueroa a gobernar Michoacán, inmediatamente se estableció la estrategia política electoral para la elección del primero de julio del 2012; obvio: el gobernador y el priismo local debían demostrar y quedar bien con su candidato a la Presidencia de la República, para ello más allá de las tarjetas Soriana o Monex, de las carretillas de dinero o la intervención de fuerzas extrañas, el PRI y el titular del ejecutivo iniciaron una campaña en contra del otrora gobernador Leonel Godoy Rangel y su administración.Vallejo y el priismo de la estrategia política (no el de internet ni de los puestos de medio rango), sabían que el rival a vencer en Michoacán era Andrés Manuel López Obrador, el PAN y su tristemente célebre candidata no pintaban, el PRI enterado de ello tenia planteado ese escenario desde antes del proceso electoral federal, y el escenario se confirmó en el desarrollo del mismo.
La tarea de Fausto Vallejo y el PRI era derrumbar a la izquierda en Michoacán, para ello iniciaron en el mismo mes de febrero del 2012 una campaña de adjetivos y cifras mentirosas juzgando de manera premeditada y sin derecho a audiencia a su antecesor y su administración, llegaron a señalar que la “deuda” pública era cercana a los 40 mil millones de pesos, insistieron en su difamador dicho hasta hacerle creer a la población que era cierta la manifestación.
La campaña mediática les resultó en cierta medida favorable, Peña Nieto gana en Michoacán pero no como ellos hubieran querido (probablemente por eso ni siquiera voltea al reino Purépecha), sin embargo, les funcionó para ostentarse como salvadores, para seguir atacando a la oposición y continuar lucrando electoralmente. Pero de todo esto qué ganamos los michoacanos, la respuesta es nada, miren los efectos secundarios de la agresiva campaña:
1. Se generó desconfianza para invertir en la entidad, ni los empresarios locales quieren invertir en su tierra;
2. Esa desconfianza se trasladó a las instituciones financieras, he ahí que la restructuración de la deuda y la contratación de la nueva deuda no se ha logrado (por supuesto, después de que el propio gobernador casi declara en quiebra al estado, lo natural es desconfiar);
3. La falta de inversión, la restructuración, el nuevo crédito y de programas de apoyo ha generado crecimiento del desempleo de casi el 100% en un año, las cifras del INEGI muestran que en enero del 2012 la tasa de desempleo era del 2.77% y en enero del 2013 es del 4.17%; y
4. Crecimiento de la inseguridad, hoy Michoacán es primer lugar en secuestros a nivel nacional.
Se deduce entonces que los principales afectados de las disputas políticas y las estrategias electorales somos los michoacanos, está claro que Fausto Vallejo y el PRI antepusieron primero sus intereses políticos que el del pueblo de Michoacán. El tiempo viene sacando a relucir verdades, el 14 de febrero pasado en el marco del informe de gobierno, Vallejo señaló que la deuda era de 32 mil millones, cantidad inferior a la que manejaron en el proceso electoral, pero en realidad nadie sabe la verdad, la secretaría de Finanzas es tan oscura que ni el presupuesto de egresos 2013 logró enviar de manera clara.
Hoy es la ciudadanía la única victima de las luchas políticas, de las estrategias perversas y electoreras, hoy los michoacanos son los que sufren el desempleo, la inseguridad, la falta de oportunidades y todo por el interés personal de unos cuantos, Michoacán necesita que la vida pública sea regenerada, requiere que las instituciones estén al servició de la sociedad y no de los políticos, hoy la ciudadanía es víctima y cliente de los políticos y de sus ambiciones.