5 febrero, 2025
ROTATIVO DIGITAL

¿Por qué se delinque en México?

Si bien es cierto que parte del fenómeno de la delincuencia surge debido a problemas sociales como pobreza, marginación, baja escolaridad, drogadicción, también lo es cierto que. de aceptar esta premisa como única, sería tanto como afirmar que los ricos y los profesionistas no delinquen.

En base a lo anterior, para efectos de este artículo, se dejarán de lado los factores sociales y económicos como causas del fenómeno delictivo.

La impunidad, la corrupción y la deficiencia en nuestra procuración de justicia son los agentes primarios causantes de los altos índices criminales de nuestro país, situación que se acentuó en la última década en Michoacán, al menos desde el punto de vista de un paradigma que hace tema toral de estudio el temor a la sanción, independientemente de la severidad o laxitud de la misma.

Por temor a la sanción debemos entender el análisis que hace el posible delincuente sobre las probabilidades de salir impune en la comisión de un ilícito, sin que para dicho análisis importe la magnitud de la sanción posible, ya que la única pregunta que considera el actor durante la fase interna del iter criminis, es, si se le atrapará o no, dándole igual si la pena es de 2 o 40 años de prisión, ya que de determinar la realización del delito, lo hará indiscutiblemente, partiendo del supuesto de que no se le responsabilizará penalmente por su comisión, asistiéndole la lógica, desgraciadamente.

Partiendo de lo anterior podemos inferir que la imposición de penas más duras en México, poco o nada hacen para impedir el fenómeno delincuencial, ya que la rigidez punitiva es meramente decorativa y desgracia para unos cuantos, mientras siga habiendo impunidad, falta de trasparencia, corrupción y un ministerio publico poco eficiente.

En muchos de los países del llamado primer mundo, como España y Francia, por citar solo algunos, las penas son menos duras que las mexicanas, pero los grados de impunidad son menores, lo que se traduce en condenas benignas pero en mayor cantidad, luego entonces, en estos casos, el pre delincuente también deja del lado el análisis de la magnitud de la pena; al cuestionarse si será o no capturado, la duda que se genera tiene más aristas que la fácil respuesta que encuentra el criminal mexicano.

En ningún momento se crea que podemos considerar al primer mundo libre de delincuencia, para nada, solo advertimos que existe un sistema de justicia más acercado a eso precisamente, la justicia.

A manera de conclusión podemos decir que la dimensión de las penas es irrelevante para la disminución de los índices delictivos, ya que el factor determinante para reducirlos es la erradicación de la impunidad; en otras palabras, que quien cometa un delito se le castigue.

En base a lo anterior, también podemos concluir que la respuesta a la problemática no la encontraremos en los códigos penales y procedimentales, si no en reformas publiadministrativas profundas en las áreas de procuración de justicia, su correspondiente depuración, al parecer en proceso, y con transparencia.