Tres integrantes de la familia del obispo de Ciudad Altamirano, Joel Ocampo Gorostieta, han fallecido en el tercer mes de la pandemia por coronavirus COVID-19 en México. Antes de morir este 30 de junio, el hermano mayor del obispo, Olegario Ocampo, sufrió la pérdida primero de su señora esposa Noela Rosbelia (el 7 de junio) y cuatro días después, el hijo de ambos, Olegario Joel, músico de profesión.
El pasado 12 de junio, el obispo Joel Ocampo comunicaba a los sacerdotes, religiosas y fieles laicos de la Diócesis de Ciudad Altamirano el dolor que se vivía en su familia a causa de la pandemia del COVID-19: “Con profundo dolor y con fe firme –decía– les comparto que Dios ha visitado a mi familia y ha decidido tocarnos con su bendita mano izquierda. El domingo 7 de junio, de la Santísima Trinidad, murió Noela Rosbelia, esposa de mi hermano mayor; y ayer, 11 de junio, jueves de Corpus Christi, murió mi sobrino Olegario Josué. Descansen en paz”.
El domingo 28 de junio, durante su homilía de la Eucaristía dominical, el obispo hizo una profunda reflexión sobre el dolor, la enfermedad y la muerte desde la perspectiva de fe cristiana.
Ocampo Gorostieta pidió en su oración por aquellos que están sufriendo el dolor de la enfermedad: “el tener a un hermano hospitalizado entre la vida y la muerte; el vivir en la casa con un enfermo tirado y no tener para las medicinas; el no haber posibilidad de internarlo y asistirlo como debe ser. Para ti hermano que has perdido uno, dos o más seres queridos por la pandemia: Ánimo [pues] aunque no entendamos la voluntad de Dios te invito a que la aceptemos. Yo perdí; pero no los perdí, los gané para Dios. Perdí a una cuñada que veía por mí y por mis hermanas religiosas; que cada ocho días nos asistía con despensa, con alimentos. Se ganó el cielo. La extraño, sí. Perdí a un sobrino joven, en la plenitud de la vida y tengo a un hermano grave hospitalizado. Pero mi oración ha sido esta y la comparto: Padre, si es posible aparta de mí, de mi familia y de mi pueblo esta amarga prueba; pero no se haga mi voluntad -nuestra voluntad- sino la tuya. Aunque no la entendamos, que se haga tu voluntad”.
Al día siguiente, también durante la Misa, el obispo Ocampo comentó: “Poco antes de venirme del obispado, mi hermano que está grave sufrió un paro cardiaco, su situación se ha compicado. Estaban intentando reanimarlo. Lo he puesto en las manos de Dios. Si Él quiere, puede salvarlo; y si lo llama a su presencia, que Dios lo reciba. Les pido de corazón se unan en esta intención por mi hermano Olegario Ocampo, por sus hijos, hijas y nietos”.
En la madrugada de este 30 de junio, el hermano del obispo falleció: “Con profundo dolor y gran esperanza, les comparto que esta madrugada el Señor llamó a la Casa del Padre a mi hermano Olegario. Que Dios le conceda el perdón, la paz y la vida eterna. A sus hijos y a toda la familia nos dé el consuelo y la fortaleza en estos momentos de dolor. Agradezco a ustedes, sacerdotes, religiosas y a todo el pueblo de Dios por su apoyo espiritual. Mi hermano ha ido a reencontrarse con su esposa Noela Rosbelia y con su hijo Olegario Josué. Descansen en paz”.
Desde la experiencia de dolor personal y la pérdida de sus seres queridos, el obispo Joel Ocampo ha insistido a toda la comunidad la importancia de que se sigan las medidas de cuidado, de prevención, de higiene y de cuidado solidario: “Que Cristo nos de una vida nueva, que nos dé la gracia de saber compartir cuanto somos y tenemos de vivir la hospitalidad, de compartir lo que tenemos con los más pobres y necesitados”.
“Llevamos ya tres meses de confinamiento por esta pandemia que tanto ha afectado al mundo, a nuestras familias pueblos y comunidades. Saludo de manera especial a las familias que han perdido un ser querido en este tiempo de contingencia y no han podido celebrar un funeral ni despedirlo como hubieran querido. Saludo a las familias que tienen un familiar enfermo, sepan que he estado orando por ellos, por ustedes y por todos los difuntos que han perdido la batalla ante la enfermedad. ¡Ánimo, Dios no nos abandona!”
Finalmente, el obispo Ocampo Gorostieta adelantó que, después del aislamiento voluntario y preventivo al que se sometió por haber estado en contacto con sus familiares enfermos de COVID, dedicará buena parte de sus jornadas a atender a las familias heridas por la enfermedad: “Voy a dar prioridad a las familias que han perdido un ser querido; con cita pueden comunicarse al obispado o la página de la diócesis y con mucho gusto, y con todas las medidas de prevención, voy a atender espiritualmente a sus familias. Estamos ofreciendo ayuda psicológica, es parte del servicio del obispado y quiero que mis sacerdotes ya empiecen a atender en su comunidades, sobre todo, a las víctimas de la pandemia, a las familias más afectadas”.
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