21 diciembre, 2024
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Educación para una ciudadanía solidaria y global

Alejandro Martínez Castañeda

27 SEPT. 2024.-En un mundo que se hace cada vez más interdependiente, la Educación para una Ciudadanía Solidaria y Global (ECSG) es cada vez más importante para inspirar a los educandos de todas las edades a contribuir positivamente con sus comunidades locales y mundiales, y para continuar construyendo economías que se centren en las necesidades básicas de las personas, más allá de la lógica mercantilista y consumista de la economía capitalista.

 

Durante siglos, las aspiraciones comunes de respeto mutuo, paz y entendimiento se reflejaron en conceptos tradicionales de diversas culturas y civilizaciones, desde “ubuntu” (yo soy por lo que todos somos) en la filosofía africana, hasta “sumak kawsay” (armonía dentro de las comunidades, con nosotros mismos y con la naturaleza) en quechua, refiere la Unesco, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

 

“A diferencia de la ciudadanía -derechos especiales, privilegios y responsabilidades asociados a la “pertenencia” a una nación/estado concreto-, el concepto de ciudadanía mundial se basa en la idea de que estamos conectados no sólo a un país, sino a una comunidad mundial más amplia. Así, contribuyendo positivamente a ella, también podemos influir en el cambio a escala regional, nacional y local”, destaca dicho organismo.

 

Y es que, económica, medioambiental, social y políticamente, estamos vinculados a otras personas del planeta como nunca antes. Con las transformaciones que ha experimentado el mundo en las últimas décadas -expansión de la tecnología digital, viajes y migraciones internacionales, crisis económicas, conflictos y degradación del medio ambiente-, también debe cambiar nuestra forma de trabajar, enseñar y aprender.

 

La educación para una ciudadanía solidaria y global implica lo siguiente:

 

  • Adaptar los planes de estudio y el contenido de las clases para proporcionar conocimientos sobre el mundo y sobre la naturaleza interconectada de los retos y amenazas contemporáneos. Entre otras cosas, una comprensión profunda de los derechos humanos, la geografía, el medio ambiente, los sistemas de desigualdades y los acontecimientos históricos que sustentan los desarrollos actuales;

 

  • Fomentar las capacidades cognitivas, sociales y de otro tipo para poner en práctica los conocimientos y hacerlos pertinentes para la realidad de los alumnos. Por ejemplo, pensar de forma crítica y plantearse preguntas sobre lo que es equitativo y justo, asumir y comprender otras perspectivas y opiniones, resolver conflictos de forma constructiva, trabajar en equipo e interactuar con personas de diferentes orígenes, culturas y perspectivas;

 

  • Inculcar valores que reflejen la visión del mundo y proporcionen un propósito, como el respeto a la diversidad, la empatía, la apertura mental, la justicia y la equidad para todos;

 

  • Adoptar comportamientos para actuar de acuerdo con sus valores y creencias: participar activamente en la sociedad para resolver los retos mundiales, nacionales y locales y luchar por el bien colectivo.

 

 

Esta dimensión de la educación no es una asignatura única con un plan de estudios establecido, sino más bien un marco, un prisma a través del cual se contempla la educación. En el plano político, los gobiernos pueden elaborar estrategias y marcos nacionales que reconozcan la importancia de comprender los problemas locales desde una perspectiva mundial más amplia y dar prioridad a programas educativos que reflejen esta visión.

 

En el aula, los profesores pueden incorporar contenidos y materiales que fomenten la concienciación sobre los problemas mundiales y la comprensión intercultural. Fuera de la escuela, los museos y las instituciones culturales pueden diseñar exposiciones y materiales educativos que inspiren la ciudadanía global, entre otras estrategias.

 

Fuente: https://www.unesco.org/es/global-citizenship-peace-education