Alejandro Martínez Castañeda
19 JULIO 2024.-El Quinto Principio del cooperativismo universal alude a la importancia de la educación como una herramienta para formar cooperativas que puedan incidir en el desarrollo de este tipo de empresas sociales, y así, contribuyan con mayor eficacia con el progreso de la sociedad y las comunidades en que trabajan. Los principios y valores en los que se basa el cooperativismo generan procesos significativos de participación y cooperación de las socias y socios de las cooperativas
De acuerdo con la doctrina del cooperativismo, el Quinto Principio: “Educación, formación e información”, refiere que las cooperativas brindan educación y entrenamiento a sus miembros, a sus dirigentes electos, gerentes y empleados, de tal forma que contribuyan eficazmente al desarrollo de sus cooperativas. Las cooperativas informan al público en general, particularmente a jóvenes y creadores de opinión, acerca de la naturaleza y beneficios del cooperativismo.
“Las cooperativas son organizaciones de participación educativa y cultural que aportan al entramado y desarrollo de los territorios, al respecto Álvarez (2017) postula que una Resolución de la ONU exhorta a los gobiernos, junto a los gremios y organismos especializados a fomentar el establecimiento y el desarrollo de las cooperativas, creando un entorno propicio y favorable, mediante la elaboración de programas para promover y fortalecer la educación de los miembros”, destaca la investigadora Rocío Belén Martín.
La experta recuerda que, históricamente, fueron los Pioneros de Rochdale[3], en 1848 que a partir de la creación del Fondo de Educación generaron un espacio que contribuía a la capacitación de sus asociados, dando origen al principio de Educación. En esos momentos, se partía de la idea que para mejorar las condiciones de vida no solo bastaba con mejorar la situación económica de cada persona y del colectivo, sino que era necesario acceder y generar procesos educativos.
La Educación Cooperativa es un constructo que fue tomando relevancia en la diversidad de contextos, y es considerada un proceso integral y continuo, de enseñanza y aprendizaje, que contempla la formación de socios y empleados cooperativos, de sus familias y de la sociedad en general. El proceso educativo se cimienta en los principios y valores del cooperativismo, fortificando la identidad cooperativa, la cultura de cooperación y la sostenibilidad y el fomento del ambiente (Ferreira y Neves do Sousa, 2019).
Expertos cooperativistas advierten que un eje fundamental de la educación cooperativa remite a la formación para el trabajo, pero no para cualquier trabajo. Es decir, se trata de un modelo de trabajo organizado a partir de fines y medios muy distintos a los que guían al capital centrado en la maximización de la ganancia en el menor tiempo posible. Por el contrario, el cooperativismo impulsa un modelo de trabajo centrado en el cuidado de la naturaleza, en el carácter desenajenado de los y las trabajadoras respecto de los procesos productivos, así como una democratización de las decisiones de la empresa económica incluida la definición acerca de los productos del esfuerzo colectivo.
“Hay que refundar una sociedad ecológicamente sustentable, socialmente igualitaria, culturalmente diversa y éticamente justa capaz de liberar a la humanidad de las intolerables relaciones de explotación económica, dominación política y una hegemonía cultural fundada en el egoísmo, el individualismo, el autoritarismo y la más amplia gama de injusticias. Y allí la educación como praxis (práctica argumentada) tiene una invitación de gran relevancia”, puntualizan especialistas en el tema.