Hoy quiero aprovechar el espacio para tratar un tema, para muchos desconocido, inexplorado, raro, incluso puede parecer ridículo: la violencia femenina. No hablo sólo de éstas hacia sus hijos, sino hacia su pareja, hacia los hombres en general.
Desde que tengo uso de razón, he venido escuchando y leyendo que las mujeres buscan equidad, igualdad de género y, por ende, de oportunidades, éstas, en su mayoría y un reducido número de hombres han utilizado diversos foros, sitios y lugares para convertirla en víctima del resto de los hombres, a quienes se les cataloga de machos, machistas, misóginos, golpeadores, agresivos y el adjetivo que le quieras agregar, amable lector. Se quejan que no tienen las mismas oportunidades frente a nosotros, que su sueldo es menor al de los hombres, que sufren violencia física, verbal y sicológica, tanto en la calle, en los trabajos y en sus casas, que son hostigadas sexualmente para ascender en la estructura laboral y un sinnúmero de fatalidades que reciben a diario.Pero nunca, jamás, son sinceras y honestas con ellas mismas, no comentan las acciones y actitudes que ellas toman para contra los hombres, llámense hijos, novios, esposos, parejas, concubinos, amantes, etcétera. En cualquier reunión de mujeres, sean 2 o más, se conozcan de tiempo o apenas lo estén haciendo, el tema favorito y principal es hablar en contra de los hombres, el hombre es el enemigo número uno de ellas, y claro que sólo van a decir la consecuencia, el resultado, pero (claro que hay excepciones) nunca dicen las acciones que motivaron tal o cual situación.
En cambio, los hombres en reunión con los amigos, conocidos o gente con la que se entable una conversación instantánea, no se ataca a las mujeres y mucho menos a la pareja, novia, esposa, amante, o el papel que ésta desempeñe. Claro que hay excepciones como en toda regla general, pero cuando esto sucede es porque ya es demasiado el hastío, la necesidad de ser oído, de ser entendido por alguien de su misma orientación sexual.
Nuestro país es uno de los mayores consumidores de bebidas alcohólicas a nivel mundial, la mayoría empiezan desde la adolescencia, incluso hay casos en que lo hacen desde la infancia, por imitación, al ver a sus padres o hermanos mayores que lo hacen, porque una de las causas principales de este crecimiento, es la exagerada compra de este tipo de bebidas por los mexicanos, en cualquier reunión social, fiesta, convivio o festejo, el alcohol es lo que nunca falta y siempre sobra y si se termina, se hace la coperacha para adquirir más, así sean fiestas infantiles (bautizos, presentaciones, comuniones, confirmaciones, cumpleaños de menores, XV años, graduaciones, etc.), ahora tratándose de fiestas para adultos (bodas, juntas, festejos laborales, etc.) con mayor razón abunda, y donde nunca faltan menores de edad que acompañan a sus padres; otra razón es porque los amigos que ya se embriagan, empiezan a presionar a los que no lo hacen, burlándose de que les pegan, que son mandilones, que son homosexuales, que lo prueben, que no les pasa nada, que los asuntos se arreglan en una mesa con una cerveza o botella de licor enfrente, que se ven más atractivos frente a las mujeres, etcétera y otros tantos por debilidad mental y falta de fortaleza emocional.
Sin embargo, todo tiene una etapa de mayor consumo y después va desapareciendo, pero cuando esos individuos sufren de la violencia por parte de su novia, pareja, concubina, esposa, y ante la necesidad de un escape, agarran el alcohol para el desahogo de sus penas, porque no tienen el valor de enfrentar a la mujer que los humilla, manipula, chantajea y lo hace sufrir, además de que no se abren con algún amigo para contarle lo que día a día les ocurre, porque temen ser los únicos, y sean objeto de mofas, burlas, sin saber que el de enfrente puede sufrir o padecer algo parecido, similar o incluso peor que lo que él experimenta, y se refugian en el alcohol, porque muchos no analizan en buscar ayuda profesional, otros si lo hacen pero tienen la falsa idea de que los sicólogos, siquiatras, terapeutas, analistas, son la instancia previa a la locura, desviaciones y derivaciones.
Esto lo señalo, porque es la violencia física la más señalada en las estadísticas como causa de maltrato intrafamiliar, pero también es cierto, que no se indican (porque no les conviene), el origen de esos golpes. Claro, es cierto que no se justifica ningún tipo de violencia, pero los que han leído sobre el alcoholismo o cualquier otro tipo de bebida o enervante, saben que estas actúan de distinta manera en el organismo de quienes las consumen, y las mujeres que han sido golpeadas (en su mayoría), al ver tomado al hombre, ya sea en su casa o que llegue de la calle en ese estado, empiezan a hablar y decirle tantas cosas, que muchos solo ven como opción, recurrir a los golpes para callar a esa mujer con su letanía de necedades y/o insultos.
Claro que hay hombres que aguantan más para estallar, otros que son de mecha corta, los más inteligentes emocionalmente o que no llegan tan intoxicados, se van a su habitación, se encierran y se duermen, otros se regresan a la calle, pero hay estudios, de hombres y de mujeres expertos en la violencia física, que demuestran que un alto porcentaje de mujeres golpeadas, lo son porque dijeron algo que molestó a la pareja y sólo un porcentaje mínimo, porque el hombre lo hizo sin mediar palabra alguna, pero tiene como atenuante, el hartazgo que viene acumulando con el tiempo hacia su mujer.
La mujer, no necesariamente golpea al hombre con las manos o con utensilios, armas, u objetos, la violencia empieza, desde negarse a tener sexo si no hace o deja de hacer determinada acción o actividad, al desconfiar de él cuando se arregla diferente para alguna ocasión especial (dice el refrán: El celoso es mañoso), cuando lo está criticando porque come mucho, porque está gordo, porque usa ropa o perfumes que a ella le molestan, porque tiene y sale con sus amigos de vez en cuando, visita a su familia; una forma de violencia de la mujer hacia el hombre, es la manera sutil de ir alejando al hombre de sus amigos y amistades, de una manera egoísta trata de convencerlo que él para ella es el centro del Universo, que no necesita de nadie más para ser feliz, si con ella tiene todo lo que él necesita, pero ella sí puede tener amistades, momentos y paseos donde él no participa.
Además, está probado y demostrado que las mujeres son más groseras y mal habladas cuando están enojadas, que los hombres, incluso a muchas les da por lanzar cachetadas, golpes, patadas, lanzar objetos, etcétera. Pero eso, no lo dicen, por conveniencia propia. Además en cualquier evento, público o privado, donde sean hombres o mujeres los que estén diciendo sus defectos y errores, reaccionan de manera violenta contra el que lo hace, no se puede decir nada en contra de ellas, aunque sea cierto, porque de inmediato se molestan, agreden, insultan y atacan, muchas veces de manera inmisericorde, por eso se dice que las mujeres son muy solidarias entre ellas, porque aún sin conocerse, se apoyan, de ahí surge la famosa frase: “entre mujeres podemos despedazarnos, pero jamás nos haremos daño”, lo que los hombres no hacemos, es por eso que las mujeres en sus pláticas cotidianas, de tontos y más no nos bajan, además de que algunos hombres sin mucha capacidad de raciocinio, se ponen de su lado y atacan a otros, ratificando la falsa teoría que tienen ellas respecto a nosotros. Una cosa es la prudencia, la tolerancia, el respeto y otra muy diferente la estulticia.
Actualmente buscan igualdad, equidad, pero a conveniencia, porque han señalado, en foros y entrevistas, que no están dispuestas, (entre tantas condiciones) a compartir los gastos en su hogar, que ahí el hombre debe seguir aportando para la manutención familiar, ¿contradictorio, verdad? Claro que hay excepciones, hay mujeres completas, dedicadas a dar y brindar amor a su pareja, a sus hijos, a respetar a todos los hombres conocidos y por conocer, que cuando trabajan, comparten su salario con su pareja, que no son egoístas, y sobre todo, no andan metidas en arguendes ni rollos feministas, buscando igualdades que siempre han tenido, pero que por la falta de respeto al hombre, y a ellas mismas, no valoran y por lo mismo, no han disfrutado en su totalidad.