Daniel Márquez Melgoza ARTICULISTA
31 dic. 2021.-Parto de un tweet del 21 de diciembre de 2021, del consejero electoral michoacano Jaime Rivera Velázquez: “Hay quienes desprecian reglas, procedimientos y candados que aseguran elecciones libres y confiables. Parecen añorar las votaciones organizadas y manipuladas por el gobierno y su partido. El IFE y el INE nacieron para garantizar elecciones auténticas. No debe haber vuelta atrás”.
Recuerdo que nos conocimos, Jaime Rivera y el que escribe, en tiempos cuando lo habitual eran “las votaciones organizadas y manipuladas por el gobierno y su partido”. Corrían los 90s del siglo pasado. En efecto, el sistema político-electoral mexicano, dominado por el gobierno, siempre fue un entramado legal organizado para simular la democracia y, en los hechos, impedirla. Así estaban las cosas cuando nos conocimos en Michoacán. El hoy consejero y el que escribe, estábamos del mismo lado en la lucha contra esa simulación. Recuerdo que en uno de aquellos años, él era acosado por un medio oficialista de comunicación de la entidad, por su trabajo periodístico de investigación en materia de encuestas nada favorables al gobierno y su partido; igual recuerdo que un compañero y el que escribe, que escribíamos opinión en el referido medio, renunciamos públicamente a él como muestra de solidaridad con el hoy consejero electoral.
El tiempo corrió leguas, ¿y qué es lo que se observa hoy? Que ya no estamos el consejero electoral michoacano, y el que escribe, del mismo lado. Dejo al lector que analice los siguientes datos comprobables:
Habiendo sido construidos el IFE y el INE, desde el gobierno, para simular la democracia, el 1 de julio de 2018 el sistema electoral mexicano entró en crisis cuando el electorado salió a la urnas a impedir la simulación al votar por una opción contraria a la dupla PRIAN. Veamos antecedentes:
En la elección de Vicente Fox en el 2000, el sistema IFE-gobierno permitió una alternancia acordada.
En la elección de Felipe Calderón en el 2006, el sistema IFE-gobierno impidió con fraude que pudiera tener lugar una verdadera alternancia.
En la elección de Enrique Peña Nieto en 2012, el sistema INE-gobierno impidió una verdadera alternancia con una carretada de recursos mediáticos (Televisa) y recursos contantes y sonantes en tarjetas Monex.
En la elección de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en 2018, el sistema INE-gobierno fue sorprendido por los ciudadanos, hartos de corrupción y de simulación democrática, y ello dio lugar a una primera alternancia verdadera.
Ello significó que el sistema INE-gobierno entrara en crisis existencial; ese sistema venía siendo sostenido por la dupla poder político-poder económico. La nueva cabeza del poder político, AMLO, declaró que él iba a separar los poderes: de un lado el poder político y del otro el poder económico. Acostumbrado a la dependencia, no a la autonomía, el INE escogió irse con el poder económico. ¿Por qué el INE no escogió seguir con el poder político, acostumbrado como estaba a convivir con él? Por una razón, el INE conocía perfectamente su propia naturaleza: simular democracia; y conocía a la perfección la naturaleza de AMLO: su terquedad por la democracia (cuántas veces la intentó, hasta alcanzarla). Era más que claro que no iban a poder convivir juntos.
Es conocido el cuento de la rana y el alacrán, con respecto de la incorregible naturaleza de éste, la de picar. Para el caso, prefiero la versión oriental de la anécdota: el maestro cuantas veces salva con las manos al alacrán de ahogarse, éste le pica, y parece no aprender, porque cuantas veces lo salva, le vuelve a picar. Un observador de la escena, lo critica porque siempre busca salvar al alacrán aunque éste lo vuelva a picar. Ante la crítica, el maestro responde: sí, la naturaleza del alacrán es picar, pero la mía es ayudar. Y finalmente él es el que aprende a salvar al alacrán haciendo uso de alguna vara u hoja para evitar ser picado, no intenta lo imposible: cambiarle la naturaleza.
Como muchos mexicanos sabemos, AMLO sabe que la naturaleza, el diseño del INE desde el gobierno en décadas pasadas, no ha sido para garantizar elecciones auténticas (su experiencia personal es increíble), sino para simular democracia. Por algo el INE eligió irse con el poder económico, supo que el poder político en manos de AMLO lo obligaba a reconvertirse, algo que no va con el material humano con que cuenta el consejo general. El Presidente está convencido de ello, por lo mismo se va a ver obligado a tomar el camino radical: proponer el próximo año una nueva ley electoral y un nuevo INE, con ciudadanos que tengan el perfil adecuado para un nuevo organismo electoral; además, un Instituto que no cueste tantos recursos y que a la vez garantice elecciones limpias y creíbles.
Un nuevo organismo electoral cuyos consejeros, conocedores sí de la materia, pero que además sean ciudadanos de carne y hueso, es decir, que no se sientan soñados, como hechos a mano, y por tanto con derechos para exigir ser tratados a cuerpo de rey frente a una población mayoritariamente en pobreza; contar votos de una población en su mayoría con carencias básicas, no debe ser una actividad que tenga que ser pagada al nivel de la tarea de conducir los destinos de una Nación.