26 julio, 2024
ROTATIVO DIGITAL

Una Alma en Pena (Leyenda de Las Norias)

Recopilada y adaptada por profesor Uriel López Guillén. Leyenda narrada por Doña Lola y su hijo Martín de Las Norias, Michoacán. Recopilada por la alumna Angelina Madrigal Murillo de Turicato, Michoacán, y donada al Prof. Uriel López Guillén.

Renato iba feliz, al fin vería a su novia en el pueblo de Turicato. Él trabajaba acarreando caña en una carreta tirada por bueyes y su novia vivía en aquel pueblecito sentado en Tierra Caliente. Ambos eran felices, ya que pronto se casarían.

Cuando Renato pasó por el lugar que más tarde sería un campo de aviación, se le hizo raro ver a una muchacha vendiendo tamales por aquella brecha solitaria. Como tenía mucha hambre, se detuvo y le compró algunos para saciar su apetito. Al recibirle el atole y los tamales, accidentalmente tocó sus manos. Sintió sus manos heladas y le dio escalofrío en su cuerpo al despedirse de aquella linda mujer.

Ese día acudiría a comprar el vestido de novia y, al ir caminando, se acordaba mucho de la muchacha de los tamales.

Al llegar con su novia, esta le contó que su ex novio la molestaba y que le dijo que si no le hacía caso, los iba a matar a los dos. El joven no le dio importancia al comentario.

Pasaron por el lugar donde había almorzado, unas horas antes. Volvieron a ver a la muchacha que, supieron, se llamaba Rosalía. Leonor, la novia de Renato, sintió un estremecimiento al mirarle sus ojos, tenía algo difícil de explicar.

Siguieron su camino y, de pronto. de entre los árboles. salió un grupo de encapuchados que los obligaron a internarse en el monte. El atacante era el ex novio de Leonor, junto con otros compañeros, tan cobardes como él.

Golpearon a la pareja. A Renato lo ataron a un árbol, mientras que a Leonor la desnudaban en su presencia. Todos querían abusar de ella. El novio les pedía que la dejaran libre y que hicieran de él lo que quisieran.

De pronto sintió un cuchicheo a sus espaldas. Era una voz suave que le pedía que no tuviera miedo, que ella le ayudaría. Se trataba de Rosalía, la vendedora de tamales. Sintió que le soltaban las cuerdas que lo ataban, los malhechores no se dieron cuenta. Rosalía les gritaba “Cochinos, cobardes “, “Puercos, malditos”. ” El Ranas “, al escuchar esto, se puso furioso y le pidió a uno de sus compañeros que atrapara a la joven que gritaba, los demás la buscaban sin lograr encontrarla. Rosalía ayudó a la pareja a escapar, cuando se dieron cuenta los maleantes, ya era demasiado tarde, los novios ya les llevaban mucha ventaja.

De pronto, el cielo se oscureció y empezó a caer un tormentón con rayos y truenos. Ellos siguieron corriendo y se escondieron en unas ruinas, pero los maleantes los encontraron. De pronto una de las paredes de aquel escondite se cayó y tapó a Rosalía, ésta salió ilesa. “El Ranas ” ya estaba muy asustado, pero aún quería acabar con ellos.

De pronto, “El Ranas” quiso asesinar a Renato de un machetazo, pero Rosalía le detuvo la mano. Esta se le quemaba al contacto con la mano de Rosalía. Gritando “El Ranas ” le pedía que lo soltara y esta lo arrastró, mientras se escuchaban fuertes alaridos. La lluvia parecía nunca terminar.

Renato y Leonor no sabían qué hacer, Rosalía les dijo que se alejaran lo más que pudieran y que fueran felices; que olvidaran aquel incidente y que no se preocuparan por ella porque estaba cerca de su casa.

Se alejaron corriendo de aquel lugar y al llegar al pueblo donde vivía la mamá de la novia, le contaron todo. Ella no salía de su asombro. Les contó que a esa muchacha un día lluvioso unos hombres la atacaron, violándola y asesinándola.

Ellos comprendieron que la muchacha los quería ayudar para que Leonor no sufriera lo mismo que ella.

Desde entonces, en ese lugar se ve un ramo de flores frescas encima de aquella cruz de piedra que se encuentra frente al monte, cerca de la brecha en donde fue encontrada, sin vida hace ya varios años, Rosalía.