El centro histórico de Pátzcuaro vivió un sueño fugaz, un sueño como el encanto de la cenicienta que, a determinada hora, tenía que volver a su triste realidad, pero que ese sueño lo compartimos decenas, cientos, miles de familias en los portales, como antaño, las calles que parecían más amplias.
Los portales, más que generosos, invitaban a la reflexión, los jardines a la alegría y los marcos de cantera a revivir la historia: ¡de veras Pátzcuaro parecía más grande! ¡Más iluminado!, ¡más hermoso!, como si se hubiera quitado unos cincuenta años, se escucharon estupendos comentarios de varios turistas mexicanos y extranjeros.Lo deseable sería que ese encanto, esa flor de un día, que ese perfume efímero se hiciera más seguido, de manera periódica para el patzcuarense y nuestros visitantes pudieran disfrutar de la arquitectura colonial de esta centenaria Ciudad de Michoacán, que el turismo voltee otra vez a esta hermosa ciudad de Tata Vasco, para que los artesanos, los hoteleros, los restauranteros, los taxistas y los prestadores de servicios tuvieran muchos clientes que generaran divisas.
Lo ocurrido esta semana con la suma voluntades en sinergia con la Presidencia Municipal, todos los sectores con mucho ingenio y creatividad exploren los mecanismos para que el comercio informal pudiera llevar a cabo su derecho al trabajo con horarios establecidos y que a determinada hora quedara lista nuestra ciudad para exhibirla al mundo en toda su magnificencia durante las tarde y toda la noche.
Que los transportistas del servicio colectivo diseñaran rutas a través de circuitos, aunque abarcaran calles por donde nunca pasan e hicieran paradas cercanas al centro histórico a fin de disminuir el congestionamiento que actualmente se vive, los taxistas establecieran el sistemas de radio taxis, procurando no tener toda la flotilla en la plaza obstruyendo el tránsito de peatones y de más carros. Que los agentes de tránsito controlen con mucha responsabilidad la vialidad.
Que los sacrificios que hagan los ambulantes se recompensen en los días de fiestas locales, las del 15 y 16 de septiembre se les permita salir a las calles y plazas solo cuidando las áreas jardinadas. Para la fiesta del día ocho de diciembre, lo mismo; incluso que se instalen los juegos mecánicos en alguna parte más céntrica, solo cuidando que la procesión religiosa tradicional se desarrolle sin obstáculos, a manera de propuesta, un día de la semana del 20 al 28 de septiembre se instale un tianguis del trueque en la Plaza Vasco de Quiroga, ¡como en aquellos tiempos!, con productos exentos de fayuca y ropa usada para llenarnos de la vibra nostálgica tan necesaria en estos tiempos de crisis.
Se deberían comprar terrenos céntricos e instalar un gran tianguis con bodegas y estacionamientos que permitan además la creación de nuevos circuitos del transporte público y nada más un comentario para los señores comerciantes: la cercanía relativa con Morelia ya hace que los dueños de misceláneas y tendejones de las colonias acuden a surtirse donde ellos y ya ofertan precios que compiten con los del centro, aunado el pago del transporte, ya se empieza a notar esta competencia.
Pero si están juntos todos en espacios funcionales y de fácil acceso, la gente busca la variedad y más cuando sabe dónde expenden cada producto.
De que se quiere se puede, ya quedó demostrado, pero se requiere de voluntad y muchas ganas de sacar adelante a Pátzcuaro para que vuelva a ser el corazón turístico de México…
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