6 JUNIO 2025.-Hoy nos arrebataron a un hombre bueno. A un presidente que no se escondía detrás del escritorio ni de los protocolos. Que caminaba entre la gente, que recordaba los nombres, las historias, las necesidades. Un presidente que sabía escuchar y que sabía ayudar. Que hacía sentir visto, escuchado, importante… a cualquiera.
Tacámbaro pierde hoy a un líder profundamente humano, generoso, cercano. A alguien que nunca negó un apoyo cuando era para el bien común, que creía firmemente en el poder de servir y que siempre encontraba la manera de decir que sí, de buscarle solución a lo imposible.
No era un político común. Era un hombre con vocación verdadera. Uno que dejaba todo para ir a una comunidad, para abrazar a un ciudadano, para acompañar sin cámaras ni discursos. Con él, Tacámbaro sintió esperanza.
Lo que ha ocurrido es terrible, nos deja en shock, con rabia, con tristeza profunda. Porque cuando se apaga una luz como la suya, todo se vuelve más oscuro. Y porque es doloroso aceptar que un hombre así, tan noble, tan entregado, haya tenido un final tan injusto.
Difícilmente volveremos a tener a un presidente con su temple, su bondad, su entrega absoluta. Tacámbaro lo va a extrañar como se extraña a los grandes, como se llora a quienes dejaron huella verdadera.
Junto a él también partió Pastor, su escolta, su compañero inseparable. Un hombre leal, discreto, siempre firme en su labor de proteger y servir. Pastor también fue parte de ese espíritu de cercanía y trabajo incansable. Su ausencia también nos duele profundamente.
Gracias, por tanto, presidente. Gracias por ser como fuiste. Tu legado no se borra. Tu ejemplo nos duele… pero también nos fortalece.
Descansa en paz, amigo Chavo.
FRATERNALMENTE: RAMIRO ZEPEDA
