Alejandro Martínez Castañeda ANALISTA
19 ENERO 2025.-La solidaridad es uno de los valores fundamentales y universales en que deberían basarse las relaciones entre los pueblos de todo el mundo para hacerle frente a las calamidades económicas y sociales que viven buena parte de los países, a consecuencia de un modelo económico que favorece el interés de unos cuantos por encima de necesidades de las mayorías.
Especialistas señalan que la solidaridad es una construcción social, un tipo de valor que se construye paulatinamente desde su núcleo más cercano que es la familia, y luego en la escuela, el trabajo, entre sociedades y naciones. Esta adhesión o apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles, es un valor que va tomando sentido conforme lo aplicamos en los espacios en los que socialmente nos vamos involucrando.
La solidaridad ayuda a crear sociedades más justas porque considera el bien común, no sólo el individual y abona para que la sociedad se construya de una manera más justa, incluyente, realista y equitativa.
Por ello, y convencida de que la promoción de la cultura de la solidaridad y el espíritu de compartir es importante para la lucha contra la pobreza, la Asamblea General de la ONU proclamó el 20 de diciembre como Día Internacional de la Solidaridad Humana, en su resolución de fecha 22 de diciembre de 2005.
El citado organismo destaca que “El Día Internacional de la Solidaridad Humana es: Un día para celebrar nuestra unidad en la diversidad; Un día para recordar a los gobiernos que deben respetar sus compromisos con los acuerdos internacionales; Un día para sensibilizar al público sobre la importancia de la solidaridad; Un día para fomentar el debate sobre las maneras de promover la solidaridad para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre otros, el objetivo de poner fin a la pobreza; Un día para actuar y buscar nuevas iniciativas para la erradicación de la pobreza”.
De esta forma, en el contexto de la globalización y el desafío de la creciente desigualdad, el fortalecimiento de la solidaridad internacional es indispensable para la cooperación en la solución de problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario.
La ONU, desde su concepción, estableció a la solidaridad como uno de los valores fundamentales de la Organización y como valor esencial por las relaciones internacionales, destacando que “los problemas mundiales deben abordarse de modo tal que los costes y las cargas se distribuyan justamente, conforme a los principios fundamentales de la equidad y la justicia social.
No obstante, se advierten diversos obstáculos para la solidaridad, pues las desigualdades económicas son cada vez más tangibles, según publica Oxfam en 2023, el 1% más rico de la población, acumula casi el doble de riqueza que el resto de la población. Este hecho dificulta la equidad en todas las dimensiones posibles, como la educación, la alimentación y el empleo, y consecuentemente, la esperanza de vida.
La crisis climática resulta también ser un factor que dificulta la solidaridad humana. Este problema, aunque global, no tiene impactos uniformes, y las comunidades más vulnerables suelen ser las más afectadas por los fenómenos provocados por la crisis climática.
Asimismo, “la cultura occidental, en muchos casos marcada por un individualismo exacerbado y un énfasis en el éxito personal, contrasta con la necesidad de acción colectiva para abordar las crisis globales”, refiere la especialista Berta Marí Pla.