20 abril, 2025
ROTATIVO DIGITAL

Simplemente Hillary…

En infinidad de ocasiones he escuchado la anécdota (inventada, supongo) sobre una vez que el Presidente Clinton, en compañía de la Primera Dama, Hillary Clinton, al cargar gasolina en una estación de servicio cerca de la universidad de Wellesley, donde ella había comenzado su formación universitaria, Hillary reconoció en el despachador a un ex novio de esas épocas estudiantiles, por lo que una vez que se retiraron del lugar le comentó a Bill sobre el despachador/ex novio. Bill se echó a reír, diciéndole en tono burlón e irónico –si te hubieras casado con él dónde estarías–, a lo que Hillary con esa frialdad y astucia que dicen siempre la ha caracterizado, le respondió –cariño, si me hubiera casado con él, él sería Presidente de los Estados Unidos, más bien ¿dónde estarías tú?–.

Esta divertida anécdota, ficticia o no, es producto bien ganado de la fama y carácter que Hillary ha proyectado a lo largo de más de 30 años de carrera pública, al lado de su marido en un principio y desde hace más de una década con brillo y responsabilidad propios, de la misma se advierte su fuerte injerencia en la carrera política de Bill Clinton, futuro primer Primer Caballero, si los pronósticos no se equivocan.

Es una creencia popular altamente aceptada que Bill, sin Hillary, no hubiera existido, fueron y son políticamente hablando un solo individuo (Billary), que fundó su matrimonio en la ambición política. La inteligencia sobrada y su olfato político en su temprana edad profesional le permitió a Hillary vislumbrar las dificultades que tendría para triunfar por si sola en el mundo machista de su época, necesitaba un medio para su fin, ese medio fue Bill, un hombre carismático y bien parecido. Se complementaban políticamente hablando y lo siguen haciendo.

Fue esta simbiosis en un solo ser político lo que permitió al matrimonio superar la tormenta de la infidelidad pública, gravemente aparejada a repercusiones de índole político; intuyo que hubo muchas infidelidades previas, pero que estas nunca pusieron en tal magnitud de peligro el patrimonio político de ambos, siendo por ende menos relevantes para esta excepcional pareja. Hoy día la carrera política de ella sigue siendo el basamento del matrimonio.

Sus sacrificios a lo largo de su vida le han retribuido grandes logros, y parecen más por venir, está a punto de convertirse en la primera mujer Presidente de los Estados Unidos de América, la nación más poderosa del mundo.

Sus detractores fundamentan su malquerencia en que es poco carismática y que no trasmite confianza, además de considerar que al ser esposa de un ex presidente, es una continuidad del mandato y proyecto de su marido o de ella misma, por la injerencia que tuvo en él; lo que sumado al desprecio actual a todo lo que huele al establishment, ha complicado un panorama que parecía más sencillo para los Clinton hace un año, previo a la irrupción anti sistémica de Sanders al interior demócrata y de Trump al exterior.

El discurso anti sistémico está en auge en gran parte del mundo (Gran Bretaña, España, México, etc.), ya habrá oportunidad de tocar el tema en otra ocasión.

Ahora bien, es de destacar lo dicho por Obama en su discurso en la Convención Demócrata, celebrada en Filadelfia en días pasados, palabras más palabras menos, -no ha habido hombre o mujer más preparada para el cargo de Presidente de los Estados Unidos que Hillary Clinton, ni él, ni Bill su marido-; comparto la visión de Barack y aplaudo su humildad ante la pasión de Hillary por lo público. Sin duda la principal diferencia entre Hillary y estos dos queridos Presidentes (Bill y Barack), es que ellos fueron, por mucho, mejores candidatos que ella, por el carisma más no por la capacidad e inteligencia, atributos que Hillary posee de sobra y que se los reconocen tirios y troyanos.

De ganar la elección de noviembre, Hillary se convertirá en el séptimo Secretario de Estado en alcanzar la Presidencia de los Estados Unidos de América, destacando que los seis anteriores a ella lo hicieron en el siglo XIX.

No será una contienda fácil para los demócratas, demasiado está en juego; nosotros como vecinos y socios comerciales de Estados Unidos de América, debemos estar a la expectativa de lo que suceda este noviembre, porque de triunfar el odio sobre la mesura y la tolerancia, sufriremos consecuencias de magnitudes aún desconocidas.