6 febrero, 2025
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Sí se puede opinar sobre el NAICM…

Sin ser expertos en teoría política, los mexicanos mandamos a la historia el viejo régimen político.

En el tema del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México hay dos posturas: la de quienes quieren que se continúe la obra hasta su conclusión y la de quienes se oponen por varias razones: viniendo de quien viene, de un gobierno que se ha caracterizado por la opacidad y la corrupción, consideran que el NACM viene a ser la joya de la corona de la corrupción y a un gran costo para la sociedad, pues se sepultará bajo montañas de tezontle el último eslabón de la cadena de lagos que comprendía la cuenca lacustre del valle de México, que eran los lagos de Zumpango, Xaltocan, Texcoco, Xochimilco y Chalco. El lago de Texcoco es el último que nos queda para recordarnos que era parte de un sistema de lagos, patrimonio natural e histórico de los mexicanos, no sólo de los habitantes inmediatos a ese ámbito geográfico.

 

El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, quien hereda esa monumental y costosísima obra transexenal, se ha negado a aceptarla así nomás, y prometió someter a consulta su continuación o suspensión, pues no quiere cargar a las arcas públicas una obra que por sus características la iniciativa privada no se haría cargo, pues ésta sólo se mueve por intereses y ganancias. Al final, siempre es el Estado el que asume los costos por tener que prestar los servicios públicos, en este caso el aeroportuario.

 

Visto el NACM en el contexto del periodo de 36 años, que corresponden al neoliberalismo corrupto promovido por Carlos Salinas de Gortari y sus secuaces, viene a ser la obra máxima para dar una cara de modernidad hacia el mundo, sin importar la desigualdad social inmensa que oculta. De haber ganado la elección del 1 de julio cualquiera de los abanderados del sistema PRIAN-PRD, no estaríamos en el dilema de si se continúa o no el nuevo aeropuerto. Pero como el resultado de la elección fue una condena tajante al sistema prian perredista, es decir al neoliberalismo a la mexicana, el candidato electo y quienes votamos por él, que somos mayoría, tenemos derecho a poner en duda la viabilidad técnica, social, ecológica, histórica de ese proyecto depredador de la naturaleza y de los recursos de la nación.

 

Quienes están a favor de la obra descalifican al pueblo para opinar sobre la viabilidad del nuevo aeropuerto, pues dicen que sólo expertos y especialistas en el tema aeroportuario están en posición de opinar con conocimiento de causa, pues hay que sustentar la opinión en conocimientos técnicos, financieros, económicos, etcétera.

 

Es como si dijeran, que para cambiar el vetusto sistema político-mexicano desarrollado por el PRI, adoptado al paso del tiempo tanto por el PAN como por el PRD, se requiere ser un experto y especialista en conceptos de teoría política y económica, y por tanto no basta sólo con ir a depositar el voto en las urnas, como lo hicimos los mexicanos el 1 de julio.

 

Pero ya todos podemos ver cómo sin ser expertos ni especialistas en teoría política, los mexicanos mandamos a la historia ese viejo régimen político.

 

Es imposible no ver el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México como hijo legítimo de ese viejo, caduco y corrupto régimen político que acaba de ser derrotado en las urnas por el electorado nacional. Es decir, quedó desfasado para que lo continúe un gobierno que representa el combate a la corrupción, la honestidad y austeridad en el manejo de los recursos y en general el uso racional de los recursos de la nación.