Se dice que, a partir de la lucha desempeñada por nuestro pueblo –en su gran mayoría campesinos- durante la Revolución Mexicana, nuestro país avanza por una senda democrática en la que los ciudadanos eligen libremente a sus gobernantes, quienes los representarán durante un periodo de tiempo determinado y velarán por sus intereses.
Para poder realizar dicho proceso de elección, los partidos políticos llevan a cabo una intensa campaña de proselitismo en la que ostentan su propuesta política, y al candidato que la enarbola, como los más convenientes para el ciudadano común.En los días previos a las elecciones, el aspirante al puesto de gobierno –debidamente asistido y aconsejado por su partido, se da “baños de pueblo”: acude a las localidades más alejadas y con menor desarrollo; se toma la foto con las viejitas y con los niños para aparecer como bueno y cariñoso; presenta a su familia como la mejor del mundo, diciendo que son gente que viene “desde abajo”, que ha luchado con mucho esfuerzo para salir adelante; a todos les sonríe jurando que, durante su gobierno, no va a discriminar a nadie “porque todos somos iguales”; establece compromisos firmados como una “garantía” de que él sí va a cumplir, en fin.
La lista de acciones ejecutadas por los partidos políticos y sus candidatos en periodo preelectoral es larga y demasiado conocida (a fuer de repeticiones) por los posibles votantes, principalmente los del pueblo trabajador que conforman la mayoría de electores, a quienes cada vez les queda más claro que dicho comportamiento es sólo una cortina de humo que se desvanece, una vez alcanzado el puesto de representación popular para dejar al desnudo sus verdaderos intereses.
Tal es el caso de lo que ocurre actualmente en Madero, uno de los municipios más rezagados del estado de Michoacán. Ahí, el edil municipal Jesús Rosales García, a pesar de haber suscrito durante su campaña cientos de compromisos denominados “te lo firmo y te lo cumplo”, es hora que no respeta la palabra empeñada: las obras y servicios no llegan a las localidades que los necesitan, los apoyos prometidos no se entregan “por falta de recursos”, o se condicionan, otorgándose sólo a quienes votaron por el PRI (partido al que pertenece el edil), o a quienes concilian con la forma de gobernar del presidente.
¿Dónde quedó el sencillo candidato priista que hace año y medio anduvo en campaña por las humildes localidades del municipio, saludando cortésmente a los campesinos? Sencillamente no se le encuentra por ningún lado.
Jesús Rosales, pues, revela una actitud deshonesta e hipócrita, completamente contraria a las características que debe poseer un verdadero representante del pueblo. Pero eso no es todo. Consciente de que él mismo, por voluntad personal, decidió militar en una organización política denominada Partido Revolucionario Institucional, utiliza el puesto que detenta para coartar el derecho que todo mexicano tiene de organizarse, vía el desprestigio, la intimidación o la franca amenaza.
Concretamente, el edil maderense se ha propuesto impedir a toda costa, ya no digamos el crecimiento del Movimiento Antorchista, sino aún la permanencia de dicha organización en el municipio. Para lograr su objetivo, visita las localidades o colonias donde le refrenda a la gente la promesa hecha en campaña (hace ya más de un año) de entregar un apoyo (láminas, préstamo de maquinaria, etc.) o introducir un servicio (luz eléctrica, pavimentación, etc.) bajo condición de que “no se integren a Antorcha Campesina”; hace reuniones con la gente en las que les “aconseja” que se salgan de dicha organización “porque nada más los traen en puros problemas”; en los casos en que observa una franca resistencia a obedecer sus directrices, debido a que la realidad misma le ha indicado a la gente que no tiene más remedio que organizarse para resolver sus problemas, Jesús Rosales ha recurrido a la franca amenaza, dejándole claro a la gente que, de no someterse, debe esperar que le pase lo peor.
Como se puede ver, el edil se comporta de una manera completamente irracional, pues olvida que si la gente se integra a Antorcha Campesina no solamente lo hace ejerciendo un derecho debidamente estipulado en nuestra Carta Magna (específicamente en el art. 9°) sino que, además, ha elegido formar en las filas de dicha organización por los resultados concretos, palpables, alcanzados en la lucha junto con ella: sistemas de agua potable, electrificaciones (introducción y ampliación), mejoramiento de caminos, mejoramiento de vivienda, entre otros, logros que el mismo Jesús Rosales se vio obligado a reconocer (claro, para ganar más votos) cuando anduvo en campaña, y que han repercutido en el mejoramiento de la calidad de vida de cientos de villamaderenses.
Un consejo para Jesús Rosales: si de veras quiere que la gente no se organice en Antorcha Campesina, que le quite sus banderas ¡que ataque y termine con la pobreza que lacera al pueblo de Villa Madero!
Por todo lo antes dicho, el Movimiento Antorchista exige ¡que Jesús Rosales García ponga un alto a la campaña de calumnias y amenazas en contra de nuestra organización y de nuestros compañeros! Mientras tanto nos reservamos el derecho de hacer uso, de manera firme y decidida, de los recursos que la ley nos permite para defender nuestro derecho a existir.
*Dirigentes del Seccional Antorchista en Ario de Rosales