La comunidad artística y cultural de Pátzcuaro en las últimas semanas ha estado muy inquieta por el futuro del centro cultural Antiguo Colegio Jesuita, cuyo funcionamiento a nadie ha dejado satisfecho desde que entró en funciones la administración del Gobierno del Estado a través, primero, del Instituto Michoacano de Cultura y luego Secretaría de Cultura.
Han pasado 16 años durante los cuales en ningún momento ha dejado de percibirse por parte de la población local la idea de que ese inmueble viene siendo un elefante blanco en sus manos; ello a tiempo de que no se le ven hechuras de que esa situación vaya a cambiar, pues la falta de recursos de la Secretaría de Cultura de las distintas administraciones ha sido de pobreza extrema, rayana en franciscana, pues.
Todo ello por un error de origen. El gobierno del estado, la Secretaría de Cultura, de arranque nunca tuvo un proyecto cultural que lo motivara a despojar al Patronato Pro Restauración y Conservación del Ex Colegio Jesuita del inmueble que había restaurado. Simplemente por el hecho de pertenecer al gobierno del estado, hubo un funcionario que se quiso congraciar con el gobernador en turno diciéndole: “hay un edificio en Pátzcuaro que le pertenece al gobierno del estado, que sería bueno recuperar”; yo puedo encabezar esa gestión, les habrá dicho.
Dicho funcionario fue el pintor Octavio Vázquez. El 24 de noviembre de 1995 se inauguró una magna exposición de este pintor en la sala mayor de exposiciones del Antiguo Colegio Jesuita; había sido invitado por uno de los promotores que ya lo conocía como pintor y funcionario cultural. La exposición se tituló: Numeralia. Pictografías de Octavio Vázquez. Desde antes y ahí mismo se le dio a conocer a detalle a Octavio Vázquez el historial del rescate de la ruina que ya era dicho inmueble y los pasos que se habían dado para dejarlo en todo su esplendor como centro cultural en noviembre de 1994. Asimismo, le contamos de las batallas que estábamos librando ya porque había grupos interesados en arrebatarnos la posesión del inmueble restaurado. Muy sensible, el pintor moreliano se deshacía en elogios por el logro alcanzado por el grupo ciudadano.
Cuando Octavio Vázquez fue designado director del Instituto Michoacano de Cultura, la mesa directiva del Patronato fue en pleno a felicitar al nuevo director y conocer si habría planes para apoyarnos con algunas actividades conjuntas y para darle seguimiento a nuestra petición de que el inmueble se nos entregara en comodato. Lo que se encontró fue a un funcionario prepotente, no al amigo que se esperaba, que lo que quería era convencernos de que debíamos entregar el edificio al legítimo dueño, el gobierno del estado. Los directivos del patronato salieron con cajas destempladas, desconcertados, pensando que lejos de concluir las batallas por la posesión del inmueble jesuita, sostenidas hasta entonces contra los gobiernos priistas de Ausencio Chávez Hernández (1992-1996) y de Víctor Tinoco Rubí (1996-2002), como esperaban con un gobierno más democrático, el de Lázaro Cárdenas Batel (2002-2008), en el que se tenían cifradas altas esperanzas de comprensión y apoyo, no iba a ser distinto.
En lo que sí fue distinto fue en el detalle de que el gobierno cardenista sí consiguió despojar del inmueble a quienes lo habían restaurado. La entrega fue en diciembre de 2002, y fue con una actitud parecida a hacerle justicia al dueño “contra las malas artes de quienes se habían apoderado de lo que no era suyo”, aunque lo habían salvado de la ruina, restaurado y dado un uso de centro cultural, lo cual pareció ser su delito. Alguien en la ciudad comentó al respecto: “el que siembra en tierra ajena hasta la cosecha pierde”. Ni las gracias se le dieron al Patronato y sus integrantes por la obra de rescate realizada, que en conjunto con el uso y destino habían sido doce años de trabajo ininterrumpido.
Aparte de que nadie en el gobierno estatal ha tenido una idea para detonar el potencial del inmueble jesuita de Pátzcuaro en servicio de la comunidad local, habría que considerar la pobreza de recursos que proverbialmente se destinan a la Cultura, y más en Michoacán convertido en un caos gubernamental por la acción de la crisis de inseguridad que asoló y se mantiene en niveles que no dejan de preocupar en algunas regiones.
Sólo hay que considerar la cantidad de gobernadores que ha tenido que padecer la Cultura en la entidad, con la consabida repercusión de nulos recursos en la vida del inmueble jesuita: Ausencio Chávez Hernández (1992-1996), Víctor Tinoco Rubí (1996-2002), Lázaro Cárdenas Batel (2002-2008), Leonel Godoy Rangel (2008-2012), Fausto Vallejo Figueroa (2012-2013), Jesús Reyna García (2013), Fausto Vallejo Figueroa (2013-2014), Salvador Jara (2014-2015) y Aureoles Conejo (2015-2018). Desde 1992, en 26 años, 8 gobernadores que en lo que menos pensaron fue en el presupuesto de Cultura (sin contar al virrey Alfredo Castillo (2014-2015).
La comunidad cultural y artística de Pátzcuaro y el gobierno municipal por fin se han puesto a considerar que no se debe esperar a que actores externos vengan a detonar el potencial del inmueble jesuita. No ha habido hasta ahora una acción concertada y coordinada para dilucidar lo que mejor conviene en el uso del centro cultural Antiguo Colegio Jesuita. Cada cual por su lado han ido externado los posibles usos del inmueble jesuita, que pudieran servir más fielmente a los intereses locales en arte, cultura y educación superior.
· Casa de la cultura.
· Una escuela de artes y oficios
· Una institución universitaria nueva, construida a la medida de Pátzcuaro, en la perspectiva de la amplia política universitaria que el presidente electo Andrés Manuel López Obrador ha anunciado de su gobierno, el cual entrará en funciones partir del 1 de diciembre.
· Una idea que se ha manejado es la posibilidad de la entrega del inmueble en comodato a la UNAM, a la manera como opera el Antiguo Colegio de San Ildefonso en la Ciudad de México, primer colegio jesuita; la propuesta para Pátzcuaro, segundo Colegio Jesuita, aparte de la difusión cultural, contempla un énfasis en actividades académicas que perfilen un futuro campus Pátzcuaro de esa Universidad, para lo cual ya existe una breve historia que contar.
· O su entrega en comodato a El Colegio de Michoacán (COLMICH), con la apertura de nuevo centro académico: un Centro de Estudios del Turismo, actividad económica central de la región lacustre que amerita el recurso de la investigación y la docencia para detonar más determinantemente esa actividad económica en la ciudad y región. Y de manera adicional, la conveniencia de que el importante Archivo Histórico de Pátzcuaro, uno de los más antiguos del país, se entregue al COLMICH para darle un tratamiento profesional y especializado, como corresponde a esa importancia, en favor de la investigación histórica.
Como miembro del patronato restaurador y coordinador de actividades de la etapa de uso y destino, puedo mencionar que desde el arranque en el uso y destino del inmueble jesuita en 1995, nunca se consideró su uso integral como casa de la cultura, sino siendo parte de un centro multidisciplinario para dar lugar a recuperar la actividad académica que fue tarea en su origen histórico con los jesuitas; ello mediante la participación de instituciones de educación superior que se consiguiera interesar en desarrollar proyectos educativos relacionados con la cultura purépecha, con las artesanías, con el turismo, temas que caracterizan netamente el ser y hacer de Pátzcuaro y la región lacustre.
Vista a la luz de los últimos tres años, la política cultural de Pátzcuaro se lleva a cabo de la mano de tres principales actores: El Ayuntamiento municipal, dependencias de los gobiernos estatal y federal, y grupos de la sociedad civil. La parte más consistente de parte del Ayuntamiento municipal se viene encargando a empresas culturales externas, que trasladan proyectos exitosos; no se critica que sean exitosos y cumplan con las expectativas de quien los contrata; el único inconveniente es que esos proyectos exitosos no crean ciudadanía local, no hay un aprendizaje de ningún grupo local. Por otra parte, es creíble que dichos eventos se gastan el presupuesto de Cultura en un alto porcentaje, que habría que conocer. Mucho se enriquecería el ambiente cultural de la ciudad si conviven la estrategia de contratar proyectos exitosos externos, entendibles desde la coyuntura política, con los proyectos artístico-culturales de los grupos civiles apoyados y vistos con igual simpatía por la autoridad municipal.
En la definición del futuro del centro cultural Antiguo Colegio Jesuita, sería conveniente que haya participación no sólo de parte del titular del Ayuntamiento de Pátzcuaro, sino que el éxito o fracaso de la decisión que se tome no sea producto de una voluntad política unilateral, coyuntural, sino tomada en conjunto con los actores sociales más interesados que a lo largo de los años se vienen preocupando por el futuro artístico, cultural y educativo de Pátzcuaro. Los nuevos tiempos políticos obligan a prácticas políticas inéditas, que urge ensayar entre sociedad y gobierno.