El término poder se utiliza para definir la capacidad de ejercer una autoridad, para tomar decisiones o llevar a cabo una determinada acción. El poder también lo determina un mayor grado económico, intelectual o fortaleza corporal, que hace a un individuo tener ciertos privilegios mayores que los demás.
El poder se caracteriza por ser una de las facultades que todo ser humano desea conseguir por razones determinadas y propias de sí. En política, cuando un candidato a algún puesto de elección popular logra adquirir mayor número de votos por la ciudadanía y lo obtiene, decimos que está en el poder.
Es una palabra que desconocemos su verdadero significado en la vida cotidiana, porque la mayoría de ciudadanos tiene una percepción distinta a la realidad.
Es común atribuirles esta cualidad a los participantes para alcanzar un cargo de elección popular, díganse: regidores, síndicos, alcaldes, diputados locales, diputados federales, senadores, gobernadores y presidente de la República.
Además de riquezas insospechadas, relaciones (palancas, dirían muchos), bienes muebles e inmuebles, en fin, más propiedades que las atribuidas al nopal.
Esto sí está más cercano a la verdad, porque aquellos que toman a la política como su profesión tienen que protegerse, económicamente, para los periodos en que se encuentran desempleados o fuera de la ubre presupuestal, así funciona el SISTEMA político mexicano con sus integrantes, es, entre otros, un beneficio recibido por su silencio y complicidad.
Regresando al tema de análisis, no todos los que ocupan un cargo público como autoridad tienen poder, en la práctica, este solo lo poseen unos cuantos, que muchas veces ni aparecen públicamente.
Los que menos poder tienen son los regidores y síndicos, su aparición es porque así lo establecen las leyes respectivas, son los de menor jerarquía en la escala del servicio político, estos resultan beneficiados por las dirigencias municipales, por algún dirigente o cacique local, por alguna otra causa, motivo, razón o circunstancia, por lo cual tienen que responder a intereses particulares o partidistas; en los hechos no tienen decisión propia, carecen de poder. Para la mayoría de la ciudadanía, la idea es distinta, les conceden canonjías y beneficios momentáneos de manera inmerecida, pero eso es por desconocimiento e ignorancia.
Aquí hago la aclaración que para llegar a esos espacios públicos se necesita dinero para comprarlos, ser de mente abierta (tanto hombres como mujeres) porque tienen y deben de hacer muchas acciones, incluidas las que los puristas denominan contra natura, responder a los deseos de sus protectores y padrinos con lealtad y obediencia, estar dispuestos a lo que se les pida, ordene y exija, etc.
Los alcaldes son elegidos, principalmente, por el gobernador en turno, en los partidos políticos que no están en la administración pública, por las dirigencias estatales, aunque esto no es privativo, porque, recuerda amable lector, que los nuevos cuadros se forman y eligen, incluso antes de nacer el individuo. Tienen un mayor margen de maniobra que los síndicos y regidores, sin embargo, responden a intereses partidistas del grupo o de quien los colocó en el cargo.
Los diputados locales pueden ser elegidos por el gobernador, dirigencias estatales, nacionales, cada bancada tiene un coordinador, quien es el único que tiene voz para presentar puntos de acuerdo o iniciativas, la mayoría de integrantes de las legislaturas, inician y terminan su periodo sin hacer uso de la tribuna, ahí es donde se puede medir el nulo, escaso o mediano poder.
Los diputados federales, normalmente, son elegidos por el presidente y las dirigencias partidistas nacionales, porque su nivel es para llegar a ser candidatos y/o gobernadores, pero entre mayor responsabilidad contraen, menor es su margen de decisión propia.
Los senadores siguen la misma trayectoria, porque, estadísticamente, los gobernadores han ocupado un escaño en el Senado. Por consiguiente, mayor es su gratitud hacia su benefactor y menor su compromiso hacia la ciudadanía.
Los gobernadores están más comprometidos con su padrino, compadre, amigo, con quien lo encumbró a esa envidiada posición, que pocos alcanzan, tienen que responder a las decisiones y solicitudes de ellos, dando a los ciudadanos, solo paliativos, no la medicina correcta.
Presidente de la República es la posición política más anhelada por los políticos profesionales, pero, por el radio y grado de acción, la más ingrata, porque es a quien se culpa de todo lo que ocurre en nuestro país. Pocos observan las acciones positivas realizadas. La mayoría, ven lo malo, lo incompleto, lo negativo. Aquí dirán muchos que el presidente sí decide los destinos nacionales, pero no es así, él está supeditado a las decisiones de los dueños del dinero mundial, de los gobernantes en turno de las potencias económicas; ellos son los que obligan a los países atrasados como el nuestro, que son mayoría, a tasar mercancías, combustible, energéticos, mucho más, tanto en la compra como en la venta, importaciones y exportaciones, pero esto pocos lo analizan, lo conocen.
A grandes rasgos, así funciona la política mexicana, y como te darás cuenta, no cualquier político tiene el poder que la ciudadanía imagina, son presuntuosos, prepotentes, corruptos (algunos) y fantoches en su diario actuar, pero poder político de verdadera decisión, pocos; algunos, tienen poder vicario mientras dure su encargo, pero la mayoría, ni eso alcanzan; de lo contrario, actuar conforme a su libertad de pensamiento, intereses comunes, los elimina de tajo de un SISTEMA político que alberga a todos los partidos nacionales y corrientes políticas mexicanas, lo cual para la gente que no le gusta el duro trabajo, no resulta agradable, aplicando para ello, la máxima célebre: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.