Como parte de las actividades académicas, artísticas y culturales que emprende el grupo de reflexión Conciencia Colectiva de Tacámbaro, este sábado 13 de febrero se impartirá conferencia sobre el talentoso pianista alemán Gerhart Münch, la cual estará a cargo del músico Heriberto Cruz.
Buscando recordar los grandes valores universales en la música y otros ámbitos, el círculo de reflexión Conciencia Colectiva organiza la importante conferencia para las cinco de la tarde en el portal Codallos del centro histórico de Tacámbaro, donde se localiza el Museo Amalia Solórzano, participando el talentoso Heriberto Cruz con interesantes detalles de la vida del pianista germano, quien vivió un buen tiempo en esta ciudad.A continuación presentamos la biografía del fallecido músico alemán:
Infancia y primeros estudios
Su padre, Ernst Robert Münch, fue profesor de Música en el Conservatorio de Dresde, de quien recibió sus enseñanzas desde muy temprana edad. A los 9 años, de edad, presentó su primer recital en público. Luego, a los 14, interpretó el concierto en la mayor de Franz Liszt acompañado por la Orquesta Filarmónica de Dresde.
Este es el punto de partida de una carrera luminosa, que había de asombrar a Europa, hasta el punto de hacer exclamar después al prestigiado crítico Alejandro Berrsche en el periódico de Múnich:
Es difícil comparar a Gerhart Muench con alguien. Parece ser el último de una raza desaparecida de gigantes.
A los 15 años fue graduado con honores en el Conservatorio de Dresde, donde había cursado los estudios de Composición y Teoría, así como órgano y piano.
El periodo europeo
La primera presentación de una composición suya fue por Paul Aaron en 1924, en el festival de Música Nueva de Dresde, interpretando el Concerto da Camera para violín, cello, piano y cuerdas. A la edad de 19 años, su Concierto de Cámara, para piano, maderas y cuerdas, es seleccionado por Paul Hindemith de entre doscientas obras, para ser estrenado bajo la dirección de Hermann Scherchen en el Festival de Donaueschingen en 1926. Ahí, la firma berlinesa Balser le requiere la composición de una obra especial para piano mecánico Welte-Mignon, presentada por él mismo.
De tal suerte, junto con Paul Hindemith y Ernst Toch, Münch fue uno de los tres primeros compositores para este género en Alemania. Después, a los 20 años de edad, se gradúa de la Vitzthum Humanistic Gymnasium, en los idiomas Latín, Griego y Francés.
Muench no fue sólo músico. Su vocación más íntima fue la de un auténtico humanista y hombre de letras, manejaba la filología clásica (latín y griego), conocedor profundo de las artes plásticas, entendido en la literatura y la antropología, mitología y religiones comparadas, y estudioso de la filosofía.
Presentó exitosos conciertos y recitales en las principales ciudades alemanas y colabora en 1928 con los artistas del grupo Bauhaus, donde, incidentalmente, Paul Klee, mozartiano apasionado y excelente violinista, estrena una composición suya en la inauguración de la segunda exposición Bauhaus en Dessau. En 1929, inicia su vida itinerante y por ocho años viaja a Francia e Italia, donde estudió Literatura y Filosofía, y así también dedica tiempo a la investigación musical y a diversas presentaciones, en ciudades como París, Zurich, Florencia y Roma. Durante estos viajes frecuenta lo más selecto de la intelectualidad de la época, y traba amistad con Ezra Pound, quien lo celebra en uno de sus “Cantos Pisanos” (Canto 75). En 1937 conoce en Capri, Italia, a la notable poetisa norteamericana Vera Lawson, con la cual contrae nupcias en Nápoles en septiembre de 1937.
De 1928 a 1937 inició sus actividades pedagógicas privadas de composición musical, teoría y piano. Es en este periodo que recibe comisiones especiales del Conservatorio de Música de Torino, Italia. El hijo del famoso musicólogo Oscar Chilesotti puso a su disposición un número de partituras de antiguos compositores italianos de los siglos XIV y XV, manuscritas, indescifrables y aún no publicadas. Descubrió más tarde algunas otras piezas en el ático del Museo Quirini-Stampalia en Venecia. Se trataban de sobresalientes y hermosas cantatas de anónimos compositores del siglo XVI. Münch transcribió todos estos manuscritos, aplicando particular a realizar una edición de objetiva fidelidad en relación con la época de composición de las obras encontradas. Algunas de estas transcripciones fueron publicadas en la revista cultural veneciana “Atheneo” hacia el año 1934.
En 1938 regresa a Alemania, donde le fue muy difícil hacer carrera musical como consecuencia de su negativa a afiliarse al Partido Nacional Socialista.
No obstante, obtuvo un reconocimiento de los críticos musicales del Frankfurter Zeitung, el único periódico alemán, cuya objetividad era reconocido fuera de este país. En 1940 fue obligado a enlistarse en la Armada Alemana. Ello fue un hecho común entre muchos artistas e intelectuales alemanes radicados en su país en esta época.
En 1944 se separa del Ejército debido a una enfermedad, y en 1945, vive el bombardeo de su ciudad natal, Dresde, del que milagrosamente sobrevive. Después, con la esperanza de encontrar a su esposa, camina desde Dresde a Munich, donde enferma gravemente, y es encontrado por ella abandonado y a punto de morir en las afueras de Múnich. Al terminar la guerra, Karl Holl, quien había sido un crítico musical con reconocimiento internacional del Frankfurter Zeitung y que seguía trabajando para el Departamento de Música y Teatro del Ministerio de Cultura del Estado de Hessen, le ofreció el desempeño como profesor en la Escuela de Música que él esperaba fundar próximamente en la ciudad de Frankfurt. Trabajó en tal puesto casi dos años.
El periodo mexicano
En septiembre de 1947, Gerhart Muench y su esposa dejan Europa, y emigran hacia Estados Unidos, pasando por Nueva Inglaterra y posteriormente California, donde es incomprendido y menospreciado. En ese periodo trabajó como peón en tierras californianas. Ahí, por ser un músico notable y un erudito de primera fila, goza de la amistad de grandes personalidades, como el propio Ezra Pound, Ernst Jünger, Fernand de Cromelynck, Robert Graves, Aldous Huxley, Henry Miller, Ernst Krenek, Walter Gieseking, Jean Cocteau y otros. Más tarde, adquiere la cátedra de composición en la Universidad de Los Ángeles (UCLA)que antes ocupaba Ernst Krenek. Tal situación lo incomoda. Es entonces cuando Theodor W. Adorno le recomienda emigrar.
En julio de 1953, llega a Manzanillo, México, en un barco carguero. De ahí pasa a Guadalajara, donde el entonces gobernador del Estado de Jalisco, Agustín Yáñez, le encarga una obra: “Homenaje a Jalisco”, para piano y orquesta. Tal obra se estrenó el 11 de diciembre de 1953 en el Teatro Degollado de la ciudad de Guadalajara. En tal ocasión Muench fue el solista acompañado por la Orquesta Sinfónica de Guadalajara y bajo la dirección de Abel Eisemberg. Después pasa a vivir a Chapala, Jalisco, y a Morelia, Michoacán. Ahí conoce al compositor y pedagogo Miguel Bernal Jiménez y al fundador y director de los Niños Cantores de Morelia, Romano Picutti. Por un breve tiempo fija su residencia en la ciudad de Guanajuato para, posteriormente, mudarse a Tacámbaro, Michoacán.
En México, su vida musical la realiza en casi todo el país, en tres tareas bien definidas: como virtuoso del piano, realizando una actividad intensa de recitales y conciertos en los cuales no sólo interpreta obras del repertorio tradicional, sino se distingue como introductor de la música pianística de grandes compositores contemporáneos, como Karlheinz Stockhausen, Pierre Boulez, Henri Pousseur, Ernst Krenek, Olivier Messiaen, Luciano Berio, György Ligeti, etc. Además, se aplica a la difusión de la obra pianística de Alexander Scriabin como también a la enseñanza de la técnica e interpretación pianísticas y las tendencias contemporáneas de la composición musical. Su actividad pedagógica la realiza en las ciudades de México, Guanajuato y Morelia, formando a algunos de destacados compositores como Mario Lavista, Francisco Núñez Montes y el pianista Rodolfo Ponce Montero.
Después de habitar diversas partes de México como Tepoztlán, San Cayetano, la Ciudad de México y Zitácuaro, vuelve finalmente a Tacámbaro, donde su inseparable y amada Vera fallece el 1 de agosto de 1987, quebrantando su salud, y así llegando su brillante vida a su fin el 9 de diciembre de 1988.
De su producción musical y literaria
Su catálogo comprende más de 140 obras si se suman las de su periodo europeo, que se salvaron de ser destruidas durante la Segunda Guerra Mundial, y aquéllas escritas tanto en los Estados Unidos como en México. Abarcó muy diversas formaciones instrumentales, desde obras para un sólo instrumento, como también dúos, tríos, cuartetos, para diversos grupos de cámara, conciertos, obras sinfónicas, una ópera, obras para una y varias voces humanas con y sin instrumentos y tres obras didácticas sobre la cromotonalidad y escalas. Además escribió ensayos y obras poéticas, como su libro “Labyrinthus”, publicado póstumamente el año 2008.
La música de Gerhart Muench se nutrió de dos fuentes: la musical (que incluía una sorprendente simbiosis de los compositores de la Edad Media, como Guillaume de Machaut; el cromatismo de Richard Wagner, la magnificencia y evolucionismo de su admirado Alexander Scriabin, y por ende, la pianística de Frédéric Chopin, la Escuela Vienesa, y otras influencias) y la extramusical (la literatura, la pintura, sus profundos conocimientos sobre religiones y mitologías, la filosofía, la filología, y su propia creación poética y ensayística).
Como virtuoso del piano, fue reconocido como uno de los mayores del siglo XX. Al respecto, la crítica del Hamburger Anzeiger, dijo:
Gerhart Muench es una maravillosa sorpresa en el horizonte pianístico alemán. Desde que Walter Gieseking comenzó a conquistar el mundo musical hace veinticinco años, no ha habido otro pianista alemán que pueda más que Muench en la naturaleza de su talento, de su madurez musical y en la sencillez de su gran virtuosismo”.
En México, Mario Beauregard se expresó así:
El concierto de Muench en las Galerías de Excelsior es el evento más importante al que hemos asistido en los últimos años. Es descendiente directo de los grandes pianistas y compositores de otros tiempos: Liszt y Rachmaninoff.
Por su rica vida interior, por su sólida formación y exquisita sensibilidad, por su talento y disciplina, no fue un gran pianista más agregado a los ya existentes. El no se quedaba en la superficie de las partituras, ni ofrecía interpretaciones tradicionales. En todas las partituras él iba a lo hondo de la interpretación, buscando siempre, y casi siempre alcanzando, versiones inolvidables, plenas de respeto, tanto, como si se tratara de un texto sagrado. En sus propias palabras diría:
No es tanto la habilidad digital o la precisión ortodoxa, que debe de haber, sino el punto de vista en la interpretación. Como pianista, hay que penetrar a estratos cuya comprensión y realce escapan a la mayoría de los intérpretes, cuya finalidad al tocar esa misma música suela ser otra. La íntima esencia, el núcleo básico del pensamiento y del modus operandi de cada creador es iluminado por la aguda capacidad de otro creador, esta vez en funciones de intérprete. (Con información de Wikipedia).