David Clark tiraba muy menudo de la codeína (mezclada con Johnnie Walker) para superar el día. Este alcohólico había arruinado su empresa de colchones, (valorada en 8 millones de euros), pesaba 145 kilos, tenía principio de diabetes y una tensión arterial tan alta que el médico le había dicho “podrías sufrir un infarto en una hora”. Tampoco se le daba muy bien la vida familiar: un año estaba tan borracho que no pudo envolver los regalos de Navidad de sus hijos, así que los cubrió con un poco de papel y cinta aislante antes de dárselos. “Todos los días me decía: lo dejo”, comenta Clark, de 44 años de edad. “Pero sólo un día lo decía de verdad”.
Pocos días después, en agosto de 2005, Clark se presentó en el gimnasio del que llevaba siendo socio 10 años (sin aparecer). Se subió a la cinta de correr y aguantó 15 segundos. Le gustaba imaginarse corriendo, y pensó que si podía mantenerse sobrio podría conseguir otras cosas tan difíciles (como correr).Clark siguió corriendo y cambió su dieta. El alcohol dejó de despertar sus hábitos destructivos. “Solía atiborrarme de comida basura de madrugada después de haber estado bebiendo todo el día”, comenta. “Mi dieta era horrible. No pensaba en que la comida es el combustible del cuerpo”. En noviembre pesaba 115 kilos y se compró su primer par de zapatillas de correr. Le dijo al dependiente que quería correr un maratón. “Corría a 7 minutos por kilómetros y no me sentía un corredor”, dice Clark. “Pero el me dijo: ‘si sales a correr, eres un corredor'”. El reconocimiento le animó a apuntarse a su primer 5K y a unirse a grupos de running locales. “No volví a sentirme solo nunca más. Era la bomba”, dice. “Por fin formaba parte de un grupo”.
Ese apoyo le ha llevado lejos. A día de hoy Clark pesa 72 kilos y es dueño de un gimnasio (Snap Fitness en Louisville, Colorado). Su dieta es vegana en su mayoría y ha terminado 29 ultramaratones. Su calendario de primavera incluye una prueba de resistencia de su propia cosecha: el cuádruple Boston, en el que corre 168 kilómetros por las calles de la ciudad el día del maratón.
Pero no realiza el cuádruple Boston por su propia satisfacción. Clark lo realiza para llamar la atención del Proyecto Superman, una iniciativa que comenzó en 2011 para inspirar a aquellos que sufren de obesidad, adicciones o cualquier otro trauma para que se puedan reinventar y pasarse al deporte. “Quiero ayudar a la gente a hacer algo que creen que es imposible, como correr un 5K, acabar un maratón, escalar una montaña) para que lo consigan y empiecen una nueva vida. Correr me aporta equilibrio. Me ha traído de nuevo todo aquello que había perdido. Ahora puedo ser el padre y la persona que siempre quise ser”.