La vida sólo tiene dos tipos de gente: ganadores y perdedores, no hay más, el adjetivo puede cambiar, pero la esencia es binaria. ¿Quiénes son los ganadores? La gente exitosa, los hombres y mujeres que han conquistado metas importantes en su vida y han llegado a donde el resto de las personas no consigue llegar. Sus profesiones, oficios y edades son muy variadas; también lo son su origen, formación y cultura.
Los ganadores están en todos lados; nacen en cualquier país y, a lo largo de los siglos, han desempeñado un papel importante en el desarrollo humano, Leonardo Da Vinci fue un ganador. Así como lo fueron Albert Einstein y Tomás Alva Edison. El adjetivo es aplicable, actualmente, a Michael Phelps, ganador de 14 medallas doradas olímpicas, Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, que han obtenido 5 ocasiones el título de mejor jugador de futbol del mundo, la cantante Beyoncé, que ha obtenido hasta el momento 16 premios Grammy (13 como solista y 3 con el grupo Destiny´s Child).
Lo mismo podemos decir de Diego Rivera, Octavio Paz, Vicente Fernández, Marco Antonio Solís.
Sin embargo, es importante aclarar que no todos los ganadores son gente famosa. La mayoría de estos sus logros no son noticia de primera plana. Sus triunfos suelen ser conocidos sólo por un reducido grupo de personas, pero no por ello son menos relevantes. Se trata de personas comunes y corrientes que, gracias a su decisión, esfuerzo y osadía, conquistaron objetivos personales que al principio les parecían inalcanzables. En comparación con las grandes personalidades de los negocios, la política, el arte o el espectáculo, poseen un bajo perfil, pero sus éxitos son igualmente valiosos.
Siendo un adolescente, conocí a una señora que sacaba en la banqueta de su casa lo necesario para preparar tacos, gordas y fritangas. Su entusiasmo y deseos de sobresalir lograron que hoy posea un restaurante pequeño, pero propio, no paga renta y tiene varias empleadas, esto me emociona y lo puedo comparar con cualquier otro que tenga más preparación y riqueza.
Este análisis tiene como finalidad, hacer que tú, amable lector, despiertes, si no lo has hecho aún, y comiences a hacer algo grande, recuerda que nadie ha hecho una diferencia siendo como los demás, ni puedes mezclarte si naciste para sobresalir. Quiero mencionar las decisiones y acciones, para llegar a la lógica que siguen los ganadores. En otras palabras, intento mostrarte cómo piensan y actúan los seres exitosos, no solamente los que he tratado personalmente, sino también aquellos cuya vida y obra he conocido leyendo.
Esto lo resumo en una serie de estrategias habilidades y reglas que cualquiera puede poner en práctica. No son fórmulas mágicas ni recetas infalibles, sino factores de cambio que, al desarrollarse, pueden modificar nuestro carácter y actitudes, ayudándonos a conquistar cualquier objetivo que nos hayamos propuesto. Son recursos capaces de apoyar, de manera efectiva, el crecimiento profesional de las personas. También contribuyen a mejorar las relaciones humanas y enseñan la forma de actuar bajo presión. La mayoría de ellas tiene un fundamento sicológico y ha sido probada con éxito por muchos líderes. Tal vez ustedes mismos las emplean de manera cotidiana sin darse cuenta.
Los triunfadores no forman una raza aparte, no son seres sobrehumanos, ni vinieron de otro planeta. Sus méritos radican, básicamente, en el trabajo diario, en el deseo de superación, en su capacidad para enfocarse y en una inquebrantable fe en sus propias habilidades. Todas las anteriores son cualidades que usted y yo podemos también desarrollar. Esto es, todos, absolutamente todos podemos ser ganadores en nuestro propio campo.
Cabe aclarar que no es fácil, porque para comenzar a pensar como ganadores, se necesita desechar infinidad de prejuicios y malos hábitos, que obstaculizan nuestro crecimiento interior y obligan a permanecer dentro del círculo vicioso de la mediocridad. Es necesario creer en uno mismo, poniendo un énfasis especial en la importancia de creer en nosotros mismos, en el enorme valor que tiene recuperar la confianza perdida a causa de los fracasos previos, de una educación incompleta orientada hacia el conformismo.
En ningún momento estoy diciendo que las ideas y costumbres heredadas de los padres y profesores sean malas o equivocadas. Todos poseemos muchos y muy buenos hábitos, así como excelentes habilidades que nos hacen especiuales. Tal vez seas un individuo persistente, disciplinado, confiable, con un enorme poder de persuasión y sobre todo, muy entusiasta. Pero también es cierto que no estés muy contento contigo mismo ni con lo que has logrado. Esto puede deberse, primordialmente a dos cosas: a) aún no aprendes a sacar todo el provecho posible de tus dones y habilidades, y b) cargas con una serie de barreras sicológicas que te han impedido realizar tus sueños. Yo le agregaría una tercera: oportunidad. En efecto, múltiples personas dicen que no han tenido éxito porque todavía no se les ha presentado la gran oportunidad. Soy un convencido de que una vez enfrentados y superados los dos primeros escollos, el tercero se resuelve de forma automática. Es decir, cuando aprendemos a aprovechar al máximo nuestros dones y logramos vencer nuestras barreras mentales, las oportunidades literalmente caen del cielo. Lo cierto es que siempre han estado ahí, pero no somos capaces de verlas.
Sin embargo, su eficacia depende del interés personal y de su voluntad de cambio, nada funciona ni ayuda, si cada uno de nosotros no muestra una actitud receptiva y una autentica disposición al triunfo. Una transformación interior crea las condiciones que nos permiten interactuar de una forma más positiva y provechos con la realidad.
Los perdedores son la mayoría y no merecen más análisis, porque México está inundado de ellos.
¿Estás dispuesto a convertirte en un ganador? Hazlo.