Daniel Márquez Melgoza ANALISTA
-Por buenos deseos no ha quedado, sino por falta de acciones bien encaminadas
11 NOV. 2021.-El tema de que Pátzcuaro sea declarada Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, es viejo y nuevo a la vez: se renueva de vez en cuando. Al respecto del tema, me ocupé hace 22 años, allá por 1999, en artículo que publiqué en La Voz de Michoacán, bajo el título: Primero voluntad y acciones locales, después reconocimientos externos. Si en todo este tiempo no se ha logrado ese anhelo de autoridades y funcionarios, ha quedado claro que no ha sido por falta de gestiones, sino por falta de acciones en el sentido que se requieren para alcanzar esa meta. No quiero parecer un contra gratuito de las buenas intenciones para Pátzcuaro, del gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, al dar mi particular opinión sobre el tema, de hace más de veinte años, al considerar que mi punto de vista en él expresado no ha perdido vigencia.
De haberse seguido desde hace tiempo las recomendaciones de la UNESCO, no se me hubiera ocurrido hoy, el título para mi libro sobre Pátzcuaro: se vende esta ciudad como terreno. Precisamente este título lo tomé del artículo que le dediqué a la demolición del antiguo Molino La Providencia, que menciono como inmueble a rescatar de la ruina, junto con otros edificios y espacios públicos, como muestra de voluntad local de hacer bien las cosas en la perspectiva de convencer a la UNESCO de que nuestra ciudad merece ese alto reconocimiento: Patrimonio Cultural de la Humanidad. Por el contrario, el inmueble se vendió como terreno y fue demolido hasta sus cimientos, y se levantó ahí una construcción moderna, la que iba a ser el mercado de antojitos y en 2015 por fin fue dedicada a dar cabida a la Unidad Administrativa Municipal.
Invito a los lectores a leer mi viejo artículo:
Primero voluntad y acciones locales, después reconocimientos externos
La Voz de Michoacán, 4 de junio de 1999
De manera cíclica se viene haciendo pública la inquietud porque Pátzcuaro sea declarada Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, nombramiento que otorga la UNESCO. La última mención pública que se hizo en los medios estatales fue en 1993; en semanas recientes ha vuelto a salir el tema en los medios escritos, entre ellos en este medio.
En aquella ocasión, mayo de 1993, la nota periodística recogía la opinión del secretario general de la Comisión Nacional de los Estados Unidos Mexicanos para la UNESCO, Víctor Sologastoa Bernard, quien había afirmado que existía la posibilidad del nombramiento para Pátzcuaro si se llegaba a la conclusión de que “es un lugar que se ha cuidado y que sobre la ciudad serán adoptadas medidas de diversos tipos para su protección”.
Hay que reconocer que de entonces a la fecha ha habido acciones de rescate y restauración de edificios y de imagen urbana; en materia de rescate y restauración de monumentos deben anotarse el Ex Colegio Jesuita, el templo de la Compañía, la Basílica y el templo de San Agustín, todos ellos en el curso de los años noventa; y en el mismo periodo se ha llevado a cabo el arreglo de distintas calles céntricas, la más reciente la de Serrato (1998-99). Sin embargo, han sido obras aisladas, no comprendidas en una política amplia de conservación que trascienda las administraciones municipales.
Lo que ha hecho falta es que una administración municipal agarre el toro por los cuernos y emprenda un programa integral debidamente estudiado y consensuado con las dependencias responsables del ramo, federales y estatales, y con los sectores sociales más interesados, planteado a corto, mediano y largo plazos, que durante su ejecución permita observar a todo mundo, en hechos concretos, que el programa avanza con consistencia. Esta sería la mejor forma de demostrar que hay una voluntad política y social de arreglar y dignificar la casa, y con ello elevar la calidad de vida de sus habitantes, tras lo cual podrían venir reconocimientos externos.
Antes que esperar que otros vengan a reconocer lo que tenemos, lo primero es que sean los propios patzcuarenses quienes orgullosos de su casa la aprecien en su justo valor y la cuiden para sí y sus numerosos visitantes.
Una acción de esta naturaleza tarde o temprano se tiene que emprender, y más vale que sea la actual administración municipal la que la promueva y encabece. Estamos seguros de que encontraría comprensión y apoyo de muchos sectores de la sociedad y de parte de la ciudadanía en general; y por supuesto del propio gobierno estatal, que reconoce en Pátzcuaro a la principal ciudad del interior con potencial turístico.
En ese programa integral deberán contemplarse al menos las siguientes acciones, más las que el lector y diversa gente e instituciones puedan aportar:
- Eliminar los puestos de artesanías del costado oriente del templo de San Agustín (calle del Títere).
- Desaparecer los tugurios de la explanada anexa al templo del Santuario y regenerar el espacio con un jardín público decoroso.
- Tomar la decisión de no instalar más el tianguis artesanal en la plaza Vasco de Quiroga durante Semana Santa y Noche de Muertos, y encontrarle un espacio alterno, con instalaciones dignas que no estropeen el nuevo espacio.
- Promover el rescate y la restauración del antiguo Molino La Providencia (Obregón e Industrias), que es un lamentable espectáculo que contradice cualquier discurso en favor del reconocimiento de la UNESCO.
- Dar solución definitiva al problema de la basura y dejar atrás la fama de que Pátzcuaro es una ciudad sucia.
- Construir los carriles pendientes del Libramiento Ignacio Zaragoza, con lo que se desplazaría a esa vía la presión vehicular que sufren las calles del centro.
- Poner en marcha una solución integral a la vialidad y al transporte público, que desconcentre el movimiento de gente y vehículos.
- Estudiar y ejecutar una política que contemple la instalación de mercados en colonias o barrios estratégicos, que contribuyan a desconcentrar la actividad comercial del mercado municipal y áreas aledañas.
Reconocemos que realizar las anteriores y otras acciones de gobierno no es una tarea fácil. Antes que nada, se requiere que la autoridad tenga visión de futuro y voluntad política para trabajar en esa perspectiva, con el concurso de los sectores y grupos sociales más activos. Es hora de que además de preocuparse por el suministro de los servicios básicos municipales, la autoridad gobierne con base en programas planificados que apunten a un verdadero desarrollo del municipio. En una palabra, que a los ciudadanos nos conste hacia dónde vamos en los distintos órdenes del desarrollo.