Lic. Alfredo Castañeda Flores ANALISTA
12 JULIO 2024.-En México, como lo he señalado en otras entregas, la pobreza mental es más alta, demasiado alta, por lo que con ello se explica que el país está dentro de los más pobres a nivel mundial. No solo en lo económico, sino en lo cultural, social y demás.
Es desafortunado observar que la mayoría no tenga ni la mínima idea de lo más básico de nada. No sabemos hablar, no sabemos preguntar, no sabemos responder, no sabemos escribir correctamente, vaya, no sabemos ni hacer bien, de lo que vivimos, de lo que recibimos un salario para mantenernos y mantener a nuestra familia. Así es el colmo de la estupidez nacional.
¿Por qué lo afirmo? Porque al lugar al que vayamos, para buscar algún servicio, encontramos inconsistencias, por no decir otra palabra más fuerte, que nos oscurece el día, la tarde o la noche, según el horario en el que suceda el triste desencuentro que debería ser algo feliz para ambas partes. Cliente y vendedor. Y los sinónimos que quieras agregar. Cualquier oficio tiene más contras que beneficios. Y los profesionales son similares, pero esa es otra historia.
Vamos a un restaurante y no podemos recibir un servicio acorde al precio que están exhibiendo. Y no me refiero a que te reciban sonriendo, eso lo busco en un circo o en un espectáculo cómico que abundan. Me circunscribo a lo que, en sí, significa el servicio de compraventa de alimentos. Los meseros tardan demasiado en presentarse a la mesa, van con escasas ganas de trabajar, se les nota, no saben recomendar lo que les da reconocimiento o fama como establecimiento, se distraen con facilidad, una vez servido, se esconden, no están atentos a lo que se va necesitando, tiene uno que preguntarle a otro mesero, y bueno, un sinnúmero de acciones más que amargan lo mejor que hace un ser humano, degustar los alimentos.
En los establecimientos de comida rápida, las cosas no son distintas, solo que aquí el encargado de recibir las ordenes, recita como tarabilla el menú que ya tienen aprendido de “memoria”, pero que generalmente lo hacen de prisa porque se les olvida, así como nos aprendimos las tablas de multiplicar. Y si tenemos una duda, y los interrumpimos, no saben qué decir y vuelven a comenzar toda la retahíla previamente escupida. Los paquetes o combos, como les llaman, no coinciden con lo publicado o exhibido en la televisión, además de que cada ingrediente lo cobran extra y otras tantas cosas. Así se le quitan a uno las ganas de acudir a esos lugares nada sanos para nuestro organismo.
Un profesor en cualquier nivel de educación, no reconoce sus errores o los del libro de texto gratuito, que son demasiados. Y cuando se apoya a nuestros hijos con alguna tarea, curiosamente les sale algo mal o todo, en lo personal, tuve varias pláticas (Intercambios de opinión) con estos sujetos sin vocación y escasa preparación docente, que se aprenden las cosas como loros, sin investigar la verdad. Afortunadamente ya esa etapa quedó atrás, pero seguramente a todos les ha sucedido.
Acudes con un sastre o costurera, según la prenda que se les vaya a solicitar, de inicio, cobran carísimo, más que comprar las cosas hechas y hasta de marca, los acabados son defectuosos y malhechos, si se les adelanta el pago, en parte o total, porque así acostumbran todos los que tienen algún oficio y que de ese viven, son pobretones y mediocres, siempre viven al día, pero bueno, si hacen las cosas bien no hay problema, pero no, como dice la filosofía popular, “músico pagado, toca mal son”, y no cumplen la entrega del trabajo en la fecha acordada. Inventando innumerables excusas del porque han quedado mal. Además de que desconocen las clases de materiales textiles y demás utensilios usados. Resulta grotesco escucharlos.
Mención aparte merecen los mecánicos, porque igual, no conocen las partes del vehículo y se escudan en que son de otro origen, ahora que han ingresado nuevas marcas al país, son poco éticos, porque arreglan, cuando en verdad lo hacen, la falla por la que se llevó la unidad al taller, pero mueven otras partes para que más adelante fallen y se les tenga que volver a buscar, o peor aún, le cambian piezas usadas por las nuevas. Es algo tan frecuente de estos sinvergüenzas, carentes de honestidad. No cumplen con los tiempos de entrega, piden anticipo para comprar las piezas, porque en el país, pocos negocios, saben para que abrieron. La mayoría, están esperanzados a que lleguen clientes incautos para poder ir comiendo. No hay prevención ni visión, como en los países del primer mundo. Y otras tantas cosas que hacen mal.
También los albañiles tienen su guardadito, no son honestos, reconociendo que saben y qué, aún no saben hacer, y se les dan trabajos que después quedan mal, inconclusos, malhechos y que pueden traer, incluso graves consecuencias (que se caiga un techo, una barda, etc.), precisamente por falta de conocimiento, falta de pericia y honestidad. Cobran caro, faltan al trabajo porque los fines de semana, que se les paga, se ponen ebrios y quizás algo peor, tardan más tiempo del que habían dicho, y un sinnúmero de detalles que pocas veces concluyen.
Y así sucede con los pintores, carpinteros, plomeros, eléctricos, empleados de mostrador, de piso, cajeros, repartidores, transporte público y sus distintas modalidades, empleados de dependencias públicas, privadas, etcétera. En todo, hay incontables acciones negativas que vician el crecimiento de cualquier negocio, empleo o empresa, sea del tamaño que sea, y lo peor de todo, que no hay a donde se pueda acudir para subsanar los errores, porque entre todos se protegen, el gobierno, está diseñado así, para mantenernos mediocres, manipulados y cautivos a las decisiones de las mayorías que, al serlo, los demás tenemos que depender de ellos.
Esto tiene que ver con la escasa preparación educativa que se tiene. Sirve para detener el crecimiento de los cerebros en desarrollo, para eso está diseñada, para hacer empleados, no empresarios, pero los hacen demasiado mediocres y oscuros, no de excelencia. Triste realidad de un país pobre, en todos los sentidos, hasta los centro y sudamericanos tienen mejores ventajas que el promedio de los nacionales, la grandeza que cuando éramos niños nos pretendían inculcar, al paso de los años y con la llegada de la madurez y sabiduría individual, solo existe en las palabras, no en los hechos.
La realidad nacional dista mucho de lo que se plasma en los discursos oficiales. Cuánta razón tenía Albert Einstein respecto a la estupidez humana, con regularidad me hago la pregunta, acaso, ¿sería mexicano? Porque en sus frases célebres nos describe a la perfección. ¡Qué barbaridad!