Siempre cuando nos contradicen solemos alterarnos, hasta a veces y sin apenas darnos cuenta, perdemos las debidas composturas. Esto hace que cuando estemos más tranquilos y meditemos en la forma en que hemos actuado, nos avergoncemos y deseemos que el tiempo no hubiera pasado, pero ya lo hecho, hecho está, y ya no podemos desdecir los improperios que hemos dicho sin frenos en la lengua, que ahora nos pica, y nos afecta psicológicamente el haberla dejado actuar fuera de sí.
En el momento de las conversaciones, procura no alterarte con nadie, aun mismo cuando seas ofendido. Acuérdate de que el reaccionar de mala manera no resuelve tu problema dejándote en paz, solamente el Amor garantiza la tranquilidad.Ayuda a quien quiera que sea. El ejercicio de la caridad beneficia más al que hace la caridad y la recompensa mayor es de quien ofrece. No nos hacemos ningún beneficio por ser buenos, justos y honestos. Cumplimos solamente un deber, a respecto de las leyes del Amor y Justicia. Quien no se altera con los otros comienza, por esa vía, a alcanzar los principios de la comprensión. Quien perdona las ofensas siente, en su interior, una tranquilidad indecible. Quien ama sin distención, conoce la libertad, aquella que prenuncia la verdadera serenidad de la conciencia.
Levantar una tempestad contra nuestro hermano es invalidar los propios recursos de servir mejor y querer anular el mandamiento cedido por Jesús a la humanidad de Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Toda intención de modificar la vida de los otros es violencia que lanzamos al reino ajeno. Si quieres realmente cooperar con tus semejantes, hazlo por la fuerza poderosa del ejemplo, usando la palabra con parsimonia, cuando seas solicitado.
Casi siempre las palabras se transforman en imposición, a no ser que se filtren por iluminada educación, en la fuerza de la disciplina.
El hombre, altamente inteligente, conoce el Amor, habla poco, porque ejemplifica mucho. Asegúrate de la inferioridad de las palabras al reconocer la grandeza de las vibraciones. Ten plena certeza de que Dios actúa constantemente por los procesos de la vida recta.
Difícilmente sabemos dar consejos, por estar acostumbrados a saber particularmente de las cosas que solo nos interesan y nunca somos iguales a los otros. Es lo que no acontece por la vivencia, donde el observador retira lo que le agrada y lo que comparte su conciencia.
¿Entre dos personas agitadas, qué podemos esperar? Cuanto más hablan, más se desentienden, crecen el orgullo y la falsa honra, y el raciocinio pierde poder, en este caso. Seamos inteligentes para saber cortar en las primeras ansias del desentendimiento, sin que el ofensor piense que se trata de crítica o de burla. Quien está con el Bien en el corazón, encuentra salida para todas las horas de graves problemas. La intuición no falla, por estar con la serenidad en su interior y el discernimiento en la mente.
No procures contradecir las cosas hechas por otro, deshacer lo que está hecho a la vista de quien lo hizo, provocando irritación en quien aún no alcanzó la comprensión.
Haz lo cierto, si lo puedes hacer, que mucha gente está viendo tus actos y la verdad es siempre copiada en el propio automatismo de la vida.
La Tierra está pasando por un estado de probaciones con la humanidad que en ella mora, y, aun las almas que están acordadas para la luz encontrarán muchas dificultades para ceder totalmente al Bien, en virtud de los entrevieses del propio ambiente y de las compañías que siempre se suceden en su vida. Aun mismo así no debes desistir en tu mejoramiento espiritual. Estás en una escuela donde el Bien es la meta para la felicidad de todas las criaturas.
Tu buen comportamiento con los otros es la marca de renovación que crece ante los siglos, en la búsqueda de la paz de conciencia.
*Analista