21 abril, 2025
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México y el acoso sexual…

Estimado lector, aprovecho este espacio para tratar un tema actual. Vergüenza, coraje, miedo, tristeza y depresión son algunas de las huellas imborrables que deja en las víctimas que lo sufren o experimentan.

 

Insinuaciones, solicitud de favores sexuales, contactos físicos o verbales de naturaleza sexual no deseados y en un ambiente hostil, son solo algunas de las expresiones del acoso sexual. Este se puede presentar en diversos ambientes: desde la oficina de trabajo, los sitios públicos y los lugares de estudio, hasta en el seno de la familia, y tanto hombres como mujeres pueden ser objetos de este problema.

 

El acoso puede tomar diferentes formas; iniciar como incitaciones constantes o con flirteo no deseado, pasar por caricias inapropiadas y llegar hasta la violencia física o, peor aún, la violación. Y no importa qué tan leve o grave fue el acoso; en todos los casos, puesto que estos acercamientos no son deseados, la víctima termina sintiéndose avergonzada, amenazada, intimidada, pero, sobre todo, con una huella difícil de borrar.

 

En nuestro país, el abuso sexual ha crecido en los años actuales. Las leyes prohíben esta acción. Pero es, como decimos los abogados, cuando el que sufre el acoso denuncia el acto y cuando se cause un perjuicio. Y es que siendo honestos, actualmente las leyes nacionales, exageran en la protección, principalmente, hacia la mujer, porque ahora, hasta los piropos se consideran acoso, cuando estos siempre han existido y para nada lastiman a la gente, al contrario, las mujeres en general se sienten halagadas. Además de que el ciudadano de nuestro país es imitador y hace más lo que le prohíben.

 

Muchas veces el acoso sexual está ligado al poder y al control. En estas circunstancias, la persona con poder –sea el jefe en un ambiente laboral, el profesor en un ambiente escolar o el adulto en un ambiente familiar— se aprovecha de la vulnerabilidad de la víctima para abusar de ella. Por ejemplo, cuando se solicitan favores sexuales a cambio de un trabajo, un ascenso, un aumento o una mejor calificación. En los casos de adultos que abusan de niños, el miedo es el principal factor mediante el cual la persona con poder logra su objetivo.

 

Aunque en México es más común el acoso de hombres hacia mujeres, ocurre en ambos géneros, a todas las edades y en todos los niveles sociales. No existe un prototipo de acosador, ya que se encuentra en todas partes. Puede ser un familiar, un compañero de trabajo, un colega de la escuela, un extraño, un amigo, un jefe, un profesor, el sacerdote o pastor e incluso, un novio. Por eso dar a conocer qué es el acoso es esencial para que la víctima pueda defenderse y evitar cualquier contacto indeseado,

 

Hay mucha confusión acerca de lo que es el acoso sexual. El acosador puede usar violencia verbal, no verbal, física y hasta sicológica, así como atentar contra la dignidad de la víctima tratando de intimidarla, asustarla, espantarla e incluso, humillarla. Pero hay que dejar bien claro que no toda acción, es acoso sexual.

 

Algunas acciones de acoso físico son:

•                                     Tocar el cuerpo de otra persona, abrazarla, besarla o acariciarla sin su consentimiento.

•                                     Dar masaje corporal a la víctima sin su anuencia.

•                                     Invadir el espacio de otra persona con comentarios y connotaciones sexuales.

•                                     Intimidarla para conseguir favores sexuales.

•                                     Tocarse o mostrar las partes íntimas para que otros lo vean.

•                                     Acercarse físicamente de manera excesiva, deliberada, sin el asentimiento de la víctima.

•                                     Agredirla sexualmente.

•                                     Violar a la víctima.

 

Algunas acciones de acoso sicológico son:

•                                     Enviar mensajes o hacer llamadas telefónicas con contenido sexual.

•                                     Hacer invitaciones para realizar conductas sexuales.

•                                     Inmiscuirse en la vida íntima o sexual de la víctima.

•                                     Mostrar imágenes o fotos sexualmente explícitas.

•                                     Hacer comentarios sexuales sobre el cuerpo de la víctima.

•                                     Seguir a una persona, obstruirle el paso, intimidarla y provocarle miedo.

•                                     Pedir favores sexuales a cambio de algo.

•                                     Amenazar o sobornar a la víctima a cambio de un favor sexual.

•                                     Proferir insultos con connotaciones sexuales como perra, puta, zorra…

•                                     Dirigir miradas lascivas a zonas erógenas como los pechos o las nalgas de una mujer o el miembro viril de un hombre.

 

Después de sufrir acoso sexual la víctima se siente desprotegida, intimidada y  asustada. Esto suele ser un gran golpe a la autoestima que deja a la persona con sentimientos de impotencia, humillación, culpa y vergüenza. Quizás por eso muchas personas deciden quedarse calladas ante el acoso, y también por el miedo a que la gente no les crea o no las comprenda. Si la víctima fue amenazada con ser lastimada, con perder su trabajo o con cualquier otra circunstancia negativa, seguramente también callará. Al hacerlo el acosador acabará teniendo más poder y seguirá actuando con impunidad. Mientras tanto, la víctima se quedará con terribles huellas que sólo se convertirán en mayor ansiedad y depresión.

 

Para romper con el ciclo del acoso es importante que la víctima procese de manera adecuada el golpe traumático, ya sea platicando con un terapeuta, un sicólogo o una persona de confianza. Después, la denuncia es la principal herramienta para terminar con él. Simultáneamente se puede acudir a grupos de apoyo u organizaciones especializadas. Y, lo más importante, no continuar en contacto con el acosador. Lo cual por necesidad, interés o gusto, es difícil que lo hagan.