LIC. ALFREDO CASTAÑEDA FLORES
El tema que hoy analizo es muy importante para las distintas áreas laborales, sociales, económicas, educativas, etcétera, por lo que espero te resulte útil. Los estados de ánimo son una respuesta a las actitudes, así como una causa de los cambios de actitud. Puesto que la gente a menudo prefiere las emociones a los hechos, el control del estado de ánimo es de primordial importancia. En cualquier situación de negocios, amable lector, debes saber qué estado de ánimo deseas transmitir y nunca titubear para lograrlo.
En la manipulación del estado de ánimo debes dejar que el yoyo sea tu guía. Sabiendo el estado de ánimo final que deseas lograr, baja el yoyo para hacer frente a los estados de ánimo opuestos, pero siempre vuelve a subir al estado de ánimo que has decidido crear. La perseverancia es esencial. Si los demás sienten que te has sometido al estado de ánimo de ellos, nunca subirán hasta su mano. Con una persistencia tranquila y cortés puedes hacer regresar el yoyo sin que se enrede.
Supongamos que te encuentras en una conferencia y que no le resultará provechoso que la gente deje la sala sintiéndose optimista. El director está decidido a que sea una reunión amigable. Comienzas con un esfuerzo para responder a la risa, como los demás del grupo, pero te resulta doloroso. Muy pronto tu estado de ánimo pesimista contagia a los de tu alrededor, va quienes les has susurrado tus atemorizantes pensamientos. Tu desprecio se llega a ver a través de la débil sonrisa con que respondes a los chistes del director. Cuando hablas, esparces un frío rocío sobre el rugiente fuego de la jocosidad general.
Gradualmente, los que se han estado riendo comienzan a sentirse como payasos y una vez que controlas el estado de ánimo, controlas la reunión y sus resultados.
Así como con el control de la actitud, debes decidir si refuerzas el estado de ánimo existente o imponer el tuyo. Supongamos que te diriges a un superior para pedirle que te aclare un memorando que te ha enviado. Tu sospechas que cuando él lo escribió te daba a entender que una importante función de tu departamento se estaba transfiriendo a otro. Deseas que se contradiga esa implicación. No puedes abordar el asunto en una forma débil y suplicante. Si lo primero que dices es: “espero que no nos esté quitando el trabajo”, considéralo perdido. Los gerentes hacen presa de los débiles. Huelen el temor como el tiburón huele la sangre desde lejos.
En vez de eso, aborda a tu superior con tranquila confianza. La diferencia es que la seguridad en ti mismo proviene de saber que el trabajo es todavía tuyo; los demás han interpretado mal su intención. El superior y tú se vuelven conspiradores en un esfuerzo para hacer las cosas tan fáciles como sea posible al departamento perdedor, el que leyó mal el memorando. Tú, inteligente lector, deseas ayudarle a hacer que el otro departamento se sienta satisfecho de que el trabajo quede donde debe estar, contigo. Si tu estado de ánimo es triunfante, es posible que consigas lo que te propones. En caso contrario, podrías quedarte sin empleo.
En esta situación, te resulta útil la observación general de que los gerentes desean ser conciliadores. No quieren que la gente se retire sintiéndose infeliz. Comienza alegremente, ríe un poco (pero no con nerviosismo) y luego muestra a tu superior la carta de explicación que has redactado para su firma. Puede que él desee conservarla para considerar el asunto. Estás de acuerdo. Cuanto más piensa él sobre el asunto y recuerda el agradable ambiente de la discusión que tuvieron, más convencido estarán de qué ha hecho una prudente decisión. La carta se convierte en un recordatorio visible de un brillante momento en un día que, por lo demás, no tuvo nada interesante.
Espero, amable lector que este ejemplo te sirva para tu vida diaria, principalmente, cuando tengas cosas importantes o delicadas presentes y no sepas como deben comenzar a resolverse.