19 abril, 2025
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Los seres humanos y las religiones

Hoy hablaré de un tema que no es nada fácil, por la ignorancia, por fanatismo o por interés, además, por respeto a las personas que estimo y que creen en alguna religión, secta o asociación religiosa. Sin embargo no puedo caer en la omisión de compartir lo que sé y que he analizado día a día, en estos años recientes. Depende de ustedes amables lectores, aceptar mi análisis. Me baso en lo que veo, en lo que creo y en lo que leo. En lo particular conozco “líderes religiosos”, que no confían en el Dios que suponen adoran, no son personas que den buenos ejemplos y sus acciones y actitudes dan mucho que decir. Solo que sus seguidores se ciegan a ver la realidad.

Las religiones y sus sectas en general fueron creadas con el objetivo de ayudar a las personas a seguir buenos caminos. Los iniciadores de éstas creyeron, y estaban en lo cierto, que con la enseñanza de buenas doctrinas, tendrían como resultado una sociedad armónica y en paz. De pronto algunos de los seguidores empezaron a infundir temor y a catalogar el error humano como “pecado”, motivo por el cual se puede condenar o en pocas palabras inculcar el temor a Dios.

Todos los seres humanos podemos sentir miedo o amor, pero no los dos a la vez porque esto genera confusión y angustia. Entonces ¿Cómo pueden hablar de un Dios lleno de amor y bondad, al cual debes temer? Es ilógico y crea un desequilibrio mental, sobre todo a quienes tienen en su conciencia acciones que les pesan por no ser correctas. Es aquí, donde los “jerarcas religiosos” se aprovechan, usando los sentimientos de culpa y temor, para infundir aún más temor y pedirte que asistas con ellos para salvar tu alma, que ayudes, que cooperen (sobretodo) y un sinfín de excusas para usarte. De esto resulta tu autoengaño, porque crees que al asistir y ayudar te estás salvando de la justicia divina. Todo es una manipulación sicológica y de pronto te conviertes en creyente y a la vez te sientes asfixiado por la necesidad del perdón y la paz que, te dicen, ellos y su Dios mal ideado te dará.

Mientras, ellos te atrapan con sus falsas ideas y falsos testimonios. Ellos en realidad son los falsos profetas de los que hablaba Jesús. Los líderes religiosos o falsos profetas si los observas son bastante miedosos, llenos de culpas e intranquilos. Tienen un interior sucio porque aunque no lo asimilan, sienten que al estar manipulando a las personas están “pecando”, pero es lo que saben hacer porque es parte de su trabajo, de ahí subsisten y hasta se dan lujos, algo que no molesta, al contrario, que bueno que logran su objetivo personal. Lo malo es que se forma un círculo vicioso entre líderes y creyentes. Los líderes necesitan a la gente para seguir adelante y obtener ingresos por eso crean templos y más templos, pelean y compiten, utilizando y diciendo que lo hacen en el nombre de Dios, en ocasiones se alejan de sus verdaderos amigos y todo porque las sectas y religiones tienen diferencias.

Sí debemos leer la Biblia, así como también otros libros que nos enseñen e ilustren para superarnos y no cometer tantos errores que lastimen nuestras emociones y sentimientos. Para saber tratar al prójimo debemos educarnos, comprender y ayudar cuando esté a nuestro alcance y sea necesario, no estar esclavizado a dar una cuota obligatoria cada determinado tiempo, porque esa sirve únicamente para satisfacer las necesidades personales de tu pastor, presbítero, sacerdote, hermano, gurú, cura, padre o la denominación que le quieras poner. Dios no necesita dinero ni bienes materiales, muebles o inmuebles. Debemos respetar la vida de los demás y la nuestra.

Los pecados son los errores que cometemos cuando no nos detenemos a pensar en las consecuencias de nuestras acciones, y debes saber que ni te vas al cielo o al infierno, porque Dios es solo una energía que nos da la vida y no condena ni premia. Dios te da inteligencia para que te guíes y no te falte nada. El es una energía positiva y negativa a la vez, como si fuera una pila que está en nuestro interior para darnos vida y conectarnos con todo el universo. Los nahuas lo llaman Ometéotl y significa la dualidad en todos los sentidos. Dios está en todas partes, no es un señor, ni un viejo porque en él no existe el tiempo ni la distancia, es omnipotente. A Dios se le conoce también como Jehová, Yahvé, padre eterno, creador, universo, Ometéotl, Alá, etcétera. Y en todas las descripciones se coincide en que nos da la vida, por lo tanto es una energía. Esta energía se debe mantener sana y equilibrada para estar siempre en paz. Tu forma de actuar, debe ser siempre correcta y si cometes errores enmiéndalos.

Es tan fácil sentir a Dios en nuestro ser. Con todo esto no te digo que debes quedar bien con todos y dejar que te humillen. Debes estar consciente de que eres valioso y tu cuerpo y tu mente son tu responsabilidad. Cuando eres agradecido, te amas y te cuidas, logras aumentar tu energía (Dios) empiezas a sentir más amor por todo y por todos llenándote de paz, bendiciones, bienestar, felicidad y abundancia. Te vuelves seguro y confías en el ciegamente. Tu espíritu se libera logrando que se cumplan las enseñanzas de Jesús. El primer mandamiento en la Biblia es “amarás a Dios sobre todas las cosas” y equivale a decir “te amarás a ti mismo sobre todas las cosas”, porque cuando te amas, eres capaz de dar amor, ayudar a los demás, brindar sonrisas, amistad sincera, palabras de consuelo, comprensión y muchas cosas buenas. Te vuelves generoso al dar (no te confundas, ni te dejes confundir con lo económico). Respetas y te respetan. Esto es la verdadera felicidad.

Conocer esto a muchos les agradará y les liberará; otros por decisión propia se quedarán en tinieblas. Analiza, abre los ojos, escucha a tu corazón y a tu voz interior (Dios). Amate y valórate. Confía en Dios eterno, que te da la vida, que es tu energía y es amor. Tenemos libre albedrío, que es la libertad de creer y actuar. Y sobre todo, nunca, en ningún momento y bajo ninguna circunstancia tendrás miedo, porque la libertad interior, la libertad personal y creer en ti, es tu verdadera religión.