20 abril, 2025
ROTATIVO DIGITAL

Los caminos del poder…

Esta oportunidad la quiero utilizar para introducirte por uno de los tantos caminos que conllevan al poder, a alcanzarlo, a obtenerlo, a tenerlo, o simplemente, a carecer de él. Todos de una u otra manera y en más de alguna ocasión hemos deseado, soñado o anhelado vivir con poder, ser poderoso, y quien lo niegue, sus motivos, causas, razones o circunstancias tiene para hacerlo.

Mi intención con este análisis es la de enseñarte a utilizar, reconocer y vivir con poder, y en convencerte de que el mundo en que vives es un desafío y un juego en cuyo centro se encuentra un sentido del poder: tu poder.

Nuestra existencia es un juego de poder. El objetivo del juego es muy sencillo: saber qué quieres y alcanzarlo. En contraposición, los movimientos del juego son infinitos y complejos pero generalmente implican la manipulación de personas y situaciones en beneficio propio. En lo concerniente a las reglas, solamente son descubiertas si el juego se sigue hasta el final.

Algunas personas juegan al juego del poder por dinero, otras para lograr seguridad o fama, muchas también lo hacen en razón del sexo y la mayoría por una combinación de todos estos objetivos. Los jugadores maestros buscan el poder mismo sabiendo que se puede utilizar para obtener dinero, sexo, seguridad o fama. Ninguna de esas metas constituye, por si sola, el poder, pero el poder puede generarlas todas.

Seas quien seas, la verdad básica es que tus intereses no atañen a nadie más que a ti, que tus ganancias son, inequívocamente, pérdidas para otro y tú fracaso el triunfo de otro individuo. Heinrich von Treitscheke, el gran filósofo alemán del poder, señala: “Aunque tu vecino te considere su aliado natural contra un poder ajeno al que ambos teman, siempre está dispuesto a beneficiarse a tus expensas en la primera oportunidad que se le presente, en cuanto pueda hacerlo sin riesgo personal… Quien no aumenta su poder, inevitablemente lo disminuye cuando otros lo incrementan”.

Sería muy difícil resumir en forma más breve la posición del hombre corriente. El análisis que hace von Treitscheke de la condición humana, a pesar de que en una primera lectura podría parecer un rasgo característico de la depresión y la paranoia alemanas, de hecho es aplicable a múltiples trabajos, matrimonios y relaciones amorosas y representa, para muchos, una forma de vida. Puesto que la gente que vive según estas líneas tiene una marcada tendencia a encontrar su camino ocupando posiciones de poder que nos amenazan o bloquean a los demás, aprender a jugar el juego del poder constituye un mecanismo de autodefensa.

¿Por qué una persona se despierta y descubre que el ascenso que esperaba ha sido otorgado a otro, que el aumento de salario con que contaba no se ha materializado, que le han dado el retiro antes de que lo deseara, que ya no se le invita a las reuniones o, peor aún, se le pide que asista a tantas que es obvio que la acción transcurre en otro lado? Naturalmente, la respuesta puede estar contenida en su incompetencia –lamentablemente la estupidez, la embriaguez, la holgazanería muy frecuentemente intervienen en el juego, oscureciendo su lógica, perfecta en cualquier otro sentido- pero por encima de cierto nivel de juego es acertado suponer que los perdedores han sido derrotados por jugadores superiores, porque no han prestado la suficiente atención a sus movimientos propios y a los de los demás, y entonces se ven obligados a pagar las consecuencias.

En este sentido, podemos observar las mismas fluctuaciones del poder en todo tipo de intercambio humano: se aplican las mismas reglas al plano amoroso y a los asuntos de trabajo. ¿Quién no conoce el peligroso momento de cualquier relación en que la necesidad que tiene una persona de la otra se vuelve lo bastante fuerte como para invertir la situación? El juego del poder se juega tan voraz y salvajemente –si no es que más- en el lecho como en cualquier otro sitio y probablemente el matrimonio sea la mejor escuela para el jugador que desea estudiar y dominar el empleo del poder en su forma más sutil durante un largo periodo de tiempo. Así que amable lector, ¿estás preparado?