Por distintas causas, muchas desconocidas y, sobretodo de manera inconsciente, el ser humano utiliza máscaras para protegerse de los demás, es común encontrar tantas personalidades, tan disímbolas, unas con otras, entre la gente que nos rodea, con la que tenemos una cercana relación y sobretodo, uno mismo.
Por naturaleza, o quizás por aprendizaje, el ser humano está acostumbrado (la mayoría) a no reconocer sus errores, sus maldades, sus fobias y cualquier aspecto negativo que lo haga ver o sentir mal, pero sí a resaltar sus valores, virtudes, bondades, y actitudes positivas, aunque no sea real.Es frecuente y común, oír en la radio, la televisión, en la calle, en el transporte público, en la escuela, la oficina, leer en los diarios, revistas, en la casa misma, que el de enfrente es una cuasi divinidad, que todo lo que hace y dice es perfecto, que no lastima ni hiere a nadie con sus acciones, que nació feliz y sobretodo, nació para hacer felices a todos los que se cruzan por su camino. Los extraños, al no saber nada de ellos, pueden engañar a mucha gente que va prestando atención y oídos a sus palabras, porque hay que decirlo, que a mucha gente no le interesa, llenar su cabeza con frases huecas y falsas de los demás y cierran sus oídos a todo lo externo; sin embargo, hay personas que les interesa todo lo que sucede a su alrededor.
La gente que los frecuenta (porque nunca se conoce realmente a una persona) ya tiene un parámetro, por pequeño que sea, del porcentaje de verdad que encierran esos comentarios escuchados y cuando tiene amplia certeza de que son falacias las que le están diciendo, por mantener una relación sin fisuras, finge darle la razón cuando es requerida alguna respuesta u opinión respecto al tema tratado.
Así actúa el ser humano, temeroso de contrariar o contradecir al de enfrente, busca guardar las apariencias, aunque muchas veces, vaya guardando en su mente, incluso hay otros que lo hacen en su corazón, lo cual resulta grave por cuestiones de salud, las penas y alegrías de los demás, sin tomarse un instante de raciocinio, para desechar todo lo que otros hacen, sea esto, bueno o malo, son cuestiones de otros, que no tienen por qué dar vueltas en una cabeza ajena.
Vivimos en un mundo donde todos usamos una máscara, para la mayoría, éstas pueden ser imperceptibles, porque, repito, no se toman un tiempo para reflexionar por qué se actúa así o porque se usa cualquier cosa. Para otros (cada día en mayor número) resulta ir perfeccionando la técnica de conocimiento del ser humano en sus diferentes facetas y momentos durante el día.
Por si no te has dado cuenta, estimado lector, estos son algunos ejemplos de las distintas máscaras que los seres humanos utilizamos a lo largo de las horas, de los días, de los meses, de la vida, en la mayoría son momentos pasajeros, modas impuestas por otros, quizás, pero en otros, es un modo permanente de vivir encerrados en las mentiras de una posición, de una calidad de vida que no tienen pero que desean y solo viviendo enmascarados creen sentirse felices, aunque en la soledad de su interior, sepan que esa felicidad es falsa, como la máscara que frente a los demás utilizan a diario.
Los tintes de cabello (sean rayos, luces, completo), los tatuajes, piercing, el maquillaje (discreto y excesivo), los lentes oscuros, lentes de contacto, las gorras y vísceras, el pelo largo, corto, la barba, el bigote, las depilaciones, la musculatura trabajada en el gimnasio, el ejercicio excesivo, tratar a los demás con prepotencia, insultos o hacerlos sentir menos, traer las llaves del auto jugueteando en la mano, excesivo uso del celular, fumar, beber, usar otras sustancias, comer lento, rápido, poco, mucho, el abuso excesivo (gastar, comprar, hablar, llorar, reír, gritar, insultar, cantar, etc.), morderse las uñas, los dedos, rascarse alguna parte del cuerpo (cabeza, ojos, nariz, barbilla), cirugías reconstructivas provocadas (es decir, no necesarias), estar o llevar a los hijos a escuelas privadas, clubes caros, sin tener los recursos económicos suficientes, pertenecer a alguna asociación religiosa, a esta lista agrégale la acción o reacción que hayas observado y si analizas a la gente a tu alrededor y a ti mismo, verás que es cierto.
Lo anterior y tantos rasgos característicos más, denotan: miedo, inseguridad, debilidad, inferioridad, traumas no superados, temores, fobias, coraje, apatía, enojo, ira, frustración, tristeza, soledad, irresponsabilidad, intolerancia, etcétera, pero jamás felicidad.
A grandes rasgos, esto pueden significar los ejemplos, pero el que la utiliza puede tener su propia versión, del por qué la usa.
La mejor versión de ti, es alejar las máscaras poco a poco de tu vida, porque eso demuestra valor, fortaleza y felicidad, además, dejando atrás el pasado que afecta la salud, la vida se vive mejor, muchos dicen que recordar es volver a vivir, para mí, recordar el pasado envejece, para que gastar un ápice de energía recordando algo, sea bueno o malo, si podemos hacer tantas cosas hermosas en el presente y borrando para siempre el pasado, un pasado que cuando fue presente nos dio alegrías y tristezas, pero que hoy nos puede perjudicar en diferentes maneras la vida, esa vida que es un regalo y como tal debemos agradecer y sobretodo cuidar, porque es única, como cada uno de nosotros.