Mientras en la ciudad de México se vivía un ambiente difícil, pues estaba finalizando el periodo de la intervención francesa, el Presidente Juárez trataba de conciliar los intereses de los que participaran en las diferentes batallas, que ahora pretendían incautar los bienes de los que participaron en el Imperio.
Se salieron de control las protestas de los liberales que desencadenaron en varios movimientos como el Plan de La Noria, promovido por el General Porfirio Díaz; Juárez supo controlar esa situación y acabar con las amenazas que inquietaban al gobierno republicano. Pocos años después muere Benito Juárez.Por ese tiempo a nuestra ciudad se le daba el titulo de reaccionaria, los hechos no indicaban otra cosa, y es que en 1867 en las elecciones para gobernador, la gente mayoritariamente apoyó la candidatura de Rafael Carrillo, pero que en el resto del Estado ganó Justo Mendoza de filiación juarista.
Aún quedaba en la memoria reciente las huellas de la Intervención; en ese año visitó este hermoso pueblo el entonces Arzobispo de Michoacán, José Ignacio Árciga, fue recibido apoteóticamente por grandes multitudes, un periodista de Morelia manifestaba su extrañeza que hubiera hecho su entrada con vestiduras episcopales, pero más extrañado se quedó en cuanto escuchó a un humilde maestro zapatero que, sin más, había gritado vivas al Imperio…
Muchas cosa pasaron en el ambiente político social y económico de nuestra patria y estado; llega el año de 1879.
En ese contexto transcurría la vida en nuestro terruño, por esos tiempos se realizaban unos trabajos en el Templo del Sagrario, había que traer piedras desde El Calvario y para ello se ocupaban carretas, seguramente tiradas por yuntas de bueyes para así trasladarse hasta ese lomerío donde abundaban las piedras, decían que fueron parte de un cué de los indios antiguos, a unos metros más arriba se divisaba en todo su majestuoso esplendor el espejo mágico de nuestro lago y al centro sus islas como invitando a lo enigmático.
Sucedió que un día los albañiles realizaban con mucha alegría su pía actividad, notaron que una piedra se cayó de una de las carretas, la levantaron y la pusieron otra vez arriba, pero en seguida se volvió a caer, la levantaron pero, en poco tiempo volvió a caer y así sucesivamente cayó y fue levantada varias veces, esto llamó la atención de los albañiles que se comenzaron a inquietar por esa extraña circunstancia; alarmados le informaron al sacerdote y este le dijo que la guardaran, pues quizá algo contendría.
Un hombre, Julio Aguirre, parte del grupo de albañiles, se quedó con la piedra y la guardó, pero inexplicablemente notaron que se iba formando una imagen que, más tarde notaron que era de la virgen, esta noticia fue corriendo como reguero de pólvora por el pueblo y conforme pasaban el tiempo más se aclaraba la imagen.
¡Cómo es posible, decían que se vayan conformando los colores de manera tan inédita! ¡Como si la acabaran de pintar! La gente la empezó a decirle La Virgen de la Piedrita.
…El tiempo transcurre inexorablemente entre los vertiginosos vaivenes de la política en todos los órdenes, ahora la gente se enfrenta ante un suceso que cambiaría el estado de cosas en el mundo y no es para menos, ¡se acerca el fin de un siglo!; la gente tiene cierto temor por lo que les habían dicho los tabúes religiosos sobre el fin del mundo…
Nace el siglo veinte con una serie de inconformidades del pueblo contra el gobierno de Porfirio Díaz que desencadena en el movimiento armado de 1910, nuestro conocido Don Julio Aguirre decide irse a “La Bola”, es decir a participar en La Revolución y se queda con la virgencita una hermana, pero como era una persona ancianita, enferma y además sin casa, decide regalársela al señor Anastasio Rosas, ya que eran conocidos y vecinos durante muchos años.
Finalmente muere don Anastacio y la encarga a una de sus hijas y hasta la fecha la conservan los señores Felipe García Rosas y su esposa Bella Servín, quienes siguen fieles a la tradición del culto de La Virgen de la Piedrita que lleva una leyenda en la parte de debajo de la lunita: Pátzcuaro, 30 de julio de 1879.
NOTA: Si usted desea visitar a la Virgen de La Piedrita, acuda a la calle Federico Tena número 32 de esta ciudad de Pátzcuaro, toque el timbre y le permitirán la entrada.
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