Lic. Alfredo Castañeda Flores ANALISTA
6 MARZO 2022.-Vivir es, sin duda, el mejor regalo que recibimos, sin embargo, no todos vivimos el mismo tiempo, los mismos años, no todos tenemos la misma calidad de vida.
Hay gente que apenas nace y se muere, otros viven unos meses, algunos unos años, otros más afortunados viven más de cien años, esto hablando de muertes naturales, porque, ya con enfermedades, sucede lo mismo, y con accidentes los afectados ven interrumpida su vida, algunos por sí mismos y otros por daño colateral. Sin embargo, pese a todo, la vida es rara, caprichosa, como es de género femenino, ya lo trae de siempre.
Para la gente, la muerte, que es lo contrario de la vida, y que es en la que todos vamos a terminar, es injusta, porque no se explica muchas veces por qué se muere uno. Un día la gente amanece bien y, por la tarde, ya está enferma o incluso muerta, lo mismo sucede algunos días, semanas o meses después, cuando en apariencia la gente estaba en perfecto estado de salud, sin embargo, muere. La verdad, sí resulta inexplicable, pero no tanto la vida en sí, aunque cada quien tiene su tiempo delimitado para vivir, pero eso nadie lo sabe, pero los casos fortuitos es otra cosa, aunque el sino de cada quien ya está marcado. Hay gente que, tomando agua, comiendo, hasta con saliva se ahogan. Otras que durmiendo sufren de algo y no amanecen. Y así hay tantos ejemplos que no se explica la ciencia.
Por otro lado, hay gente que busca la muerte, algunos de manera directa, los suicidas y otros indirectamente, los que manejan vehículos a exceso de velocidad, los que se meten al mar o a los ríos sin saber nadar, los que toman alcohol o estupefacientes de manera frecuente, que por perder la conciencia sufren accidentes, provocan a los demás para tener peleas, riñas de graves consecuencias, los que se dedican a cuestiones ilícitas por ganar dinero fácil, los que cruzan o intentan cruzar la frontera con Estados Unidos, etcétera.
Pero sin duda lo más patético es cuando un presunto profesional de la salud, los médicos, empiezan a tratar a la gente, por supuesto que hay pocos, pero los hay, profesionales que tienen la capacidad y paciencia para acertar correctamente al mal que aqueja a X o Y persona, pero desafortunadamente la mayoría son unos mediocres charlatanes que tuvieron suerte de ingresar a la universidad, concretamente a estudiar medicina, pero que solo fueron aprobando las materias respectivas, sin tener la vocación necesaria para realmente curar a la gente y mejor aún, salvar vidas.
¿Cuántas veces hemos sido testigos de diagnósticos equivocados? Muchas, ya sea de manera directa, por medio de un familiar o indirecta, amigos, vecinos, conocidos. Y es que para desempeñarse en el área más sensible, como lo es la salud, se requiere verdadera vocación, sensibilidad, sentido común, responsabilidad, otras cualidades y valores, no solo presumir que se es médico, cuando ellos saben que no son profesionales. Que recetan cualquier cosa que no cura eso, o peor aún que alivian determinado órgano o área del cuerpo, pero enferman otra, es tan común.
Así es, amable lector, eso y peores cosas acostumbran los que en esta época, pretenden hacernos creer que son unos héroes, tan grande es su mediocridad que ponen de moda las enfermedades, y los diagnósticos de todos es el mismo, aunque no sea así. Como en la actualidad que sea el síntoma que alguien tenga, o sienta, solo es Coronavirus, tal parece que las demás enfermedades desaparecieron por arte de magia. Además, tanto en hospitales públicos (IMSS, ISSSTE), como privados, tienen el llamado cuadro básico, que no es otra cosa que un catálogo de medicamentos para ciertos males o enfermedades, perfectamente delimitados, y los ignaros no se salen de ahí, cuando sabemos que nada en esta vida es totalmente blanco o totalmente negro, sino que cada caso es distinto y más tratándose de la salud, cada cuerpo, cada síntoma, cada malestar, requiere diferente atención.
Mucha gente muere a diario, por un mal diagnóstico, por una mala medicación, o en el mejor de los casos, adquiere desordenes mentales que duran el resto de su vida, se enferman de otros órganos o áreas del cuerpo, muchos años de su vida, están medicados hasta que fallecen. Todo esto por la mediocridad de las universidades, escuelas de medicina, salud y, principalmente, por los alumnos que no saben lo que quieren, se dejan llevar por la avaricia de ganar dinero fácil y en grandes cantidades. La salud siempre ha sido un enorme negocio, pero los recientes años se ha incrementado, los médicos son unos mercenarios que en cada paciente ven el signo de pesos, no un ser humano. Las medicinas están rebajadas para seguir explotando a la gente, cuando son particulares y en los hospitales y clínicas públicas, para seguir manteniendo la nómina de tanto parásito bueno para nada que se sienten héroes. En la actualidad, es tal el descaro que cualquiera emite un diagnóstico médico, sin tener ningún estudio que lo pruebe, lo hacen las enfermeras, las secretarias, recepcionistas, vaya, hasta los guardias de seguridad, a ese grado ha llegado el descaro y cinismo de los que laboran en esas áreas tan sensibles.
Claro que hay tantas negligencias médicas que se reportan, pero entre todos se protegen, además la autoridad encargada de velar por los intereses de los pacientes se colocan del lado de los denunciados y muy excepcionalmente se castiga a algún galeno, pero no por lo que hizo, sino por conflictos personales con algún superior. Así es como opera la justicia mexicana.
Todo lo que hay en México necesita revisarse, porque hay grandes fallas que afectan nuestra vida, pero principalmente lo que tiene que ver con la salud, lo que desafortunadamente no sucederá, los políticos gobernantes tienen otros intereses, pero nunca la vida de los habitantes. ¿O acaso lo dudas?