27 julio, 2024
ROTATIVO DIGITAL

LA VERDAD, LA LEALTAD Y LA CONGRUENCIA ESTAN DE VACACIONES

Se dice, y se dice bien, que el progreso de la civilización está ligado a la aparición y el desarrollo de las ciudades y naciones. En ellas, la vida comunitaria se ordena alrededor de instituciones y estructuras extraordinariamente elaboradas.

El progreso ha convertido a los ciudadanos en dependientes unos de los otros, pues la sociedad humana funciona tan sólo si cada cual ejerce adecuadamente, lo que exige hoy, más que en el siglo XX o en otra época pasada, un complejo sistema de cooperación impuesto por un mundo globalizado y comunicado, donde el conocimiento y las necesidades sociales se transforman vertiginosamente.

Por ello, el hombre, como ser político que es, requiere la organización y el respeto mutuo como elementos indispensables y urgentes para su convivencia. En la cultura urbana el civismo es la expresión de la ética que ha de regir la complicada vida moderna, poniendo orden y claridad en las relaciones sociales, en un plano de igualdad y de respeto a los derechos de los demás.

Desde tiempos remotos, la humanidad ha tenido una conciencia clara del enorme potencial de la palabra, capaz de forjar las bases confiables de la convivencia humana o incluso de destruirlas. Decir la verdad siempre ha sido constantemente cimiento de la convivencia, el sentido mismo de la comunicación. Decía Kant que la verdad hay que decirla no por miedo, castigo o porque puedan descubrirnos, sino por la razón misma.

El punto de partida en las relaciones sociales es el individuo como sujeto ético, con su libertad y capacidad de decisión personales, indisputables, recurribles sólo por su conciencia, ese policía del que no podemos escapar, pero al socializar, el acto de hablar implica el deseo de comunicar algo, de transmitir, de enseñar, luego entonces, si mentimos no comunicamos nada, despojamos a lo que decimos de todo sentido y valor; volvemos a la convivencia penosa e imposible.

Sentencia José Ingenieros en su clásico “El hombre mediocre”: -Más ha hecho la imaginación construyendo sin tregua que el cálculo destruyendo sin descanso. La excesiva prudencia de los mediocres ha paralizado siempre las iniciativas más fecundas-. De cualquier manera la intercomunicación se presta a un sinfín de especulaciones sobre motivaciones, intereses ocultos y usos facciosos del poder.

LA DISCIPLINA

Oscar Wilde dijo una vez que no es el arte el que imita a la naturaleza, sino ésta la que remeda a aquél. Me pregunto si en México la política imita a la lucha libre, o si es la lucha libre la que copia a la política.

En el pancracio los luchadores se injurian, escupen, se golpean, se dan patadas incluso con los pies y se zahieren y hieren en cuantas formas pueden, pero al terminar la función se van todos juntos a la cantina más cercana y beben como lo que son en verdad: amigos, camaradas y cómplices de una farsa que bien conoce el público, pero en la cual, a pesar de eso, participa.

En el PRI sucede lo mismo. Antes de aparecer el candidato los aspirantes a serlo se dan hasta con la cubeta; después de salir el elegido todos se abrazan, y aquí nada ha pasado. En eso reside la fuerza del PRI, y en eso también estriba su debilidad. Y no es que eso esté mal: en la política quien hoy es tu amigo será mañana tu enemigo, y viceversa. Lo mismo que pasa en el PRI acontece en los demás partidos. A eso se le llama . Pero sucede también que quienes antes eran de un partido, y ven larga fila que conduce a las diputaciones, senadurías u otra cualquiera chamba, se van a otro donde les dan mejor lugar para formarse.

Tal actitud tiene un nombre sonoro y descriptivo: se llama , conducta de los que, al margen de toda ideología o dignidad, acomodan su conducta a lo que más conviene para llenarse la barriga. Así es nuestra política, comparada con la cual la lucha libre es ejercicio respetable.

*Búscame en Facebook: Alfredo Castañeda Flores