La naturaleza del hombre, sus propios instintos y, fundamentalmente, sus limitaciones personales, hacen evidente que éste necesita de la vida social como condición necesaria de su conservación, desarrollo físico y cumplimiento de sus tareas intelectivas y morales.
En ninguna etapa de la vida de la humanidad el hombre ha vivido aislado de los demás hombres. La vida en comunidad siempre se le ha impuesto; pensar en lo contrario sería un error o una fantasía: la sociedad no sólo le es conveniente, sino necesaria.El individuo tiene, a través de su existencia, diversas finalidades que cumplir; desde la conservación de su propia vida hasta la realización de su perfeccionamiento moral; pero para lograrlas necesita la ayuda y unión de los demás. La sociedad es, entonces, la condición necesaria para que aquel realice su propio destino.
La vida en comunidad se impone a la naturaleza humana en tal forma, que los hombres ya nacen perteneciendo a un grupo: la familia, que constituye la primera etapa, la más elemental; pero, asimismo, la básica o fundamental en la organización social. El municipio, la nación, el estado, etcétera, son otras formas en el desarrollo de la convivencia humana.
El hombre, el ser comunitario, no puede, a menos que se decida a perder sus propias características, prescindir del concurso y apoyo de los otros hombres. La sociedad es un hecho necesario y natural; ni la ciencia, ni la pura reflexión sugieren al hombre aislado del hombre, éste es un ser sociable por excelencia.
Una sociedad será, por tanto, una pluralidad de seres que, agregados, conviven para la realización de sus fines comunes.
La sociedad humana es la unión de una pluralidad de hombres que aúnan sus esfuerzos de un modo estable para la realización de fines individuales y comunes; dichos fines no son otros que la consecución del bien propio y del bien común.
Lo anterior nos está indicando cómo los individuos, para la realización de sus propios fines, necesitan establecer entre ellos una serie de relaciones o vínculos, creados por las mismas necesidades de la convivencia; dichos vínculos se llaman sociales. Son de diversa naturaleza, y varían de acuerdo con las etapas de la vida social y los fines que los hombres deben realizar.
Las primeras relaciones las establece el individuo con su propia familia, que es la primera forma de agrupación a la que pertenece. El derecho llama al conjunto de vínculos de carácter familiar: parentesco.
Más tarde, y conforme las necesidades individuales son más numerosas y extensas, el número de los vínculos sociales aumenta, hasta que llega un momento en que el circulo de las relaciones familiares es rebasado, y el individuo se adentra en nuevas etapas de la convivencia. De esta suerte, la vida social semeja una serie de círculos, cada vez más extensos, en los que el individuo se va creando múltiples relaciones; cada uno de dichos círculos presupone el anterior y todos entre si se articulan y complementan. Así aparecen como realidades naturales y necesarias: la familia, en primer término; el municipio, después; la Entidad federativa, más tarde, y además ciertas organizaciones con finalidades propias y específicas, como la iglesia, las corporaciones, los sindicatos, las asociaciones, sociedades, etcétera, hasta alcanzar la forma más amplia y elevada que enmarca a todas las demás: el Estado.
En individuo, dentro de los diversos agrupamientos sociales, crea, asimismo, relaciones de índole diversa, según sean los fines que se proponga alcanzar. Claramente se percibe cómo la naturaleza de las relaciones familiares es distinta, por ejemplo, a las de amistad o las políticas.
A lo anterior debemos agregar que, dondequiera que la vida social existe, las relaciones de la misma tienden a definirse y organizarse, surgiendo en esta forma el Derecho, que es un elemento organizador de lo social. Si la vida social se extiende y alcanza nuevas etapas, el derecho la acompaña y organiza.
Por lo que no podemos concebir una cosa sin la otra, siempre van de manera paralela, guardando una simetría, aunque en ocasiones una se aleja de la otra, tarde o temprano vuelven a su posición y se recupera el equilibrio perdido.
*Analista