LIC. Alfredo Castañeda Flores Analista
27 FEBRERO 2021.-La semana anterior inicié con este análisis, hoy continúo con otras conductas delictivas en las que puede participar una mujer.
Secuestro. Dentro de las complicadas conductas de secuestro en la que la mayoría de los casos terminan en crimen, la mujer tiene siempre uno de los roles más importantes del grupo que realiza el secuestro.
La mujer, sobre todo en secuestro de niños, es la que motiva el secuestro, da los datos principales de la víctima, organiza el grupo que va a llevar a cabo el delito, pero los que lo ejecutan son hombres. Ella actúa en dos etapas, en la preparación del secuestro, en la elección de la víctima y posteriormente en el cuidado y asesinato de la víctima, pero pocas veces en la acción del secuestro.
También es interesante observar que muchas mujeres que participan en secuestros han tenido como actividad principal el trabajo doméstico y enfermeras.
La muerte de la víctima del secuestro siempre se produce por temor a ser descubierto y en numerosos casos se han observado conductas muy paradójicas en la que la mujer desea que la víctima muera, especialmente si es un niño. Lo impactante de esta situación es que el cuidado de ese niño está a su cargo, es decir, ella debe desempeñar dentro de la organización del secuestro el rol de cuidadora del niño secuestrado (que como he indicado, puede ser por motivos lucrativos, pero también por motivos de venganza).
¿Por qué esta mujer que secuestra un niño que tiene como encargo de cuidarlo durante el tiempo que se pide el dinero de recompensa, por qué esta mujer mata al niño o convence al grupo de secuestradores que lo haga? Esto evidentemente plantea una de las difíciles y complejas tareas criminológicas, pero simboliza a la vez la patología de la estructura mental de esta mujer secuestradora, donde se puede advertir una marcada insensibilidad y por consiguiente una grave patología de personalidad.
Estafas. En los recientes años la mujer ha participado con una mayor actividad no sólo en la realización de las estafas, sino en su preparación.
Desde el punto de vista criminológico es evidente que las conductas de estafas son realizadas por personalidades histéricas.
La mujer estafadora utiliza dispositivos engañosos para poder realizar su comportamiento antisocial, por ello busca una identidad que esté relacionada a su narcisística concepción de sí misma para de esa manera satisfacer sus fantasías de grandeza y en esas conductas adopta identidades de otras personas de acuerdo a su propio ideal.
A través de sus continuas conductas de engaño elabora cuidadosamente situaciones en que las personas confían en ella para posteriormente realizar la estafa.
La mujer estafadora por lo general no actúa sola en sus delitos sino es parte integrante de un pequeño grupo delictivo o como integrante de una organización, esto según los fines y monto de las estafas. Pero es indudable que en todos los casos de estafa la mujer actúa como señuelo en los primeros dispositivos para engañar a la víctima.
Es interesante hacer observar que la estafadora no puede soportar la frustración y demuestra por lo tanto un tipo particular de actitud hacia sus objetos, se dirige a las personas utilizándolas para sus fines, presenta una específica combinación de defensas basadas en la omnipotencia, que se manifiesta especialmente por una actitud de racionalizar o intelectualizar sus conductas delictivas.
Denuncias falsas realizadas por mujeres. También dentro de las personalidades histéricas podemos encontrar mujeres que presentan denuncias de que han sido robadas, golpeadas, violadas pero en realidad no les ha sucedido nada y la denuncia puede deberse a aspectos de su personalidad histérica con acentuados rasgos mito maníacos; o la falsa denuncia es levantada como una acción de venganza, a veces muchas de las denuncias son realizadas contra médicos, odontólogos o profesores de escuela. Se ha observado que muchas jóvenes amenazan a determinados individuos que, si no les entrega una cantidad de dinero, los denunciará como agresores sexuales. Esto último es una verdadera conducta de robo, es decir, también lleva implícito una conducta utilitaria.
Los mecanismos neuróticos de estas conductas muchas veces ocultan los verdaderos motivos de la agresión. Esto se advierte especialmente en los comportamientos que requieren seducción para posteriormente engañar, pero donde la mujer necesita protegerse a través de un disfraz asumiendo una imagen externa diferente.
Aborto. También son significativas las conductas sistemáticas de algunas mujeres en relación al aborto, que en su verdadero sentido implica una auténtica conducta autodestructiva.
Incesto. La conducta de incesto en la mujer es desde el punto de vista criminológico sumamente rara, es decir si la relacionamos a una situación madre e hijo o madre e hijastro. Sin embargo es sumamente importante el papel de la mujer como protectora de la relación incestuosa de su esposo con la hija, es decir padre-hija.
En el análisis de los delitos de incesto se observa que la conducta se produce porque la esposa ya no representa más una relación de pareja y esto puede acontecer por diversos motivos: la esposa no es pareja sexual, por motivos de enfermedad o de edad; la esposa siente un rechazo; la esposa abandona el hogar o por causas de fallecimiento. El individuo entonces se siente solo y sin posibilidad de establecer una pareja por su grave incomunicación y sus problemas afectivos y es por ello que al no poder enfrentar una relación fuera del núcleo familiar elige quedarse en el intragrupo familiar. En todos los casos es evidente que la hija sustituye a la esposa.
Conducta de abandono. Muchas mujeres no están relacionadas directamente a conductas delictivas y sin embargo si se realiza un análisis exhaustivo de las historias de los niños abandonados, de los niños quemados, de los niños explotados, de los niños infractores de delitos, de los niños drogadictos, podemos observar de qué manera estas mujeres, madres de niños son personalidades delincuenciales, personalidades sicopáticas y con un alto índice de sadismo en su comportamiento y también de una profunda insensibilidad moral y afectiva.
Algunos sabemos, inteligente lector, que es vital para la futura salud mental que los padres proporcionen cuidado y afecto al niño, especialmente una relación madre-hijo cálida y constante, si el niño carece de tal relación sufre de privación materna. Esta situación predispone a los niños a responder de manera antisocial ante conductas conflictivas. Observaciones de niños gravemente deprimidos a nivel maternal muestran que ni su personalidad ni su conciencia están suficientemente desarrolladas, su conducta es impulsiva e incontrolable, indiferentes con grandes problemas afectivos y agresivos. Estudios sobre el tema, señalan que hay suficiente evidencia para creer que una separación prolongada de un niño con su madre durante los primeros años de su vida, es la responsable de ciertos tipos de delincuencia.
Entre las características sicológicas más generales de la mujer delincuente con referencia a su personalidad se deben mencionar: el modo particular, singular de su conducta delictiva, por ejemplo: en relación al tipo de instrumento, el lugar donde tiene lugar el delito, la relación de conocimiento con la víctima, la conducta predelictiva tan especial de la mujer en la que aparece la premeditación, la preparación del delito de un modo casi obsesivo.
Se señala muy acertadamente que la forma de la delincuencia femenina está particularmente inclinada a la complicidad y sobre todo a la inducción.
Las características de la personalidad implican especialmente una inestabilidad afectiva, que debe ser vista a través de un complicado proceso en su historia individual y familiar. Al igual que en el hombre se advierten fallas en los mecanismos de defensa.
Finalmente, en relación a la peligrosidad de la mujer delincuente es evidente que al igual que en el hombre deben considerarse los elementos de antecedentes penales o policiales, es decir, la reincidencia delictiva, los modos y técnicas empleados en el delito, su característica de personalidad, la relación con la víctima, etc. Pero si deseamos mencionar la peligrosidad de las figuras delictivas, podemos apreciar la altísima peligrosidad de la mujer, porque a menor edad de la víctima, implica rasgos de mayor insensibilidad moral y de alta agresividad. ¡Alerta!