La problemática de la mujer delincuente es una de las más difíciles de analizar desde el punto de vista criminológico por la carencia de estudios y de investigaciones sobre su conducta delictiva. Por lo general se ha considerado que el delito de la mujer es una conducta aislada, casi de tipo pasional y que en relación al hombre las conductas antisociales son mínimas. Sin embargo en las recientes tres décadas el delito de la mujer ha crecido progresiva y firmemente de 1/50, 1/20 y hasta 1 a 5 en relación al hombre, especialmente en países latinoamericanos.
Es evidente que cada persona es única en sus aspectos sicológicos en su historia familiar y social, que reacciona de un modo particular que lo hace diferente de los demás y con un enfoque existencial también único y por lo tanto la agresión del delito implica aspectos básicos bio-sico-sociales por igual, únicos. Por lo tanto la conducta delictiva es desde el punto de vista clínico, la conducta que realiza un individuo, en este caso una mujer, en un momento determinado de su vida y en circunstancias especiales para ella.La conducta delictiva que realiza una mujer es la expresión de una sicopatología individual de su alteración sicológica y social, pero en este caso la mujer delincuente, no solamente es una persona enferma, sino el emergente de un núcleo familiar enfermo en el que la mujer traduce a través de la agresión, las ansiedades y conflictos del intragrupo familiar.
En las conductas delictivas y antisociales más frecuentemente observadas podemos mencionar:
• Prostitución.
• Homicidio, especialmente de tipo pasional.
• Robo.
• Tráfico de drogas.
• Secuestro.
• Estafas.
• Denuncias falsas realizadas por mujeres.
• Aborto,
• Incesto.
• Conductas de abandono.
La prostitución. Es la conducta antisocial típica de la delincuencia femenina. Muchos estudiosos del fenómeno opinan que si se compara estadísticamente el número de mujeres prostitutas con la delincuencia masculina habría un total equilibrio, es decir, es tan alto el índice de prostitución que representa el mismo porcentaje que la delincuencia masculina.
La forma más común de la delincuencia femenina entonces es el comportamiento sexual antisocial. Desde una perspectiva sicológica, la prostitución siempre implica conductas de autodestrucción, debido a complejos procesos síquicos. Esta personalidad está dominada principalmente por un progresivo deterioro en todas las áreas de la personalidad, especialmente por la auto-marginación que ella misma se impone y por el medio social donde vive con patrones culturales asociales.
La prostituta, comienza su comportamiento antisocial desde muy joven, va adaptándose paulatinamente a un medio limitante y por ello el gradual deterioro físico, síquico y social.
La promiscuidad sexual es un recurso protector inconsciente. El hecho de que la prostituta tienda a su destrucción física, síquica y social implica afrontar niveles terapéuticos complejos porque ésta difícilmente intenta salir de su medio, también por los aspectos masoquistas que presenta y por sus acentuados sentimientos de inferioridad pero también por la marginación social que acentúa su progresiva autodestrucción.
Homicidio. La conducta de agredir de un modo destructivo, solo la puede proyectar un individuo con un gran problema síquico, el descontrol sicológico que permite la descarga de impulsos primitivos y destructivos se estructuran a través de complejas circunstancias pero donde predominan elementos sicopatológicos confesionales y sicóticos. La conducta homicida implica aspectos de descontrol, marcada insensibilidad y sadismo que se proyectan con enormes significados simbólicos.
El homicidio se produce para solucionar in conflicto interpersonal, este conflicto estalla, se desencadena después de un lento proceso en el que la mujer se siente despreciada, marginada y humillada. Generalmente el marido alcohólico que la golpea, que la agrede física y moralmente, es el inicio de sus sentimientos de venganza manifestados de una manera muy lenta. Son los crímenes en que la mujer espera una circunstancia en la que la víctima se encuentre de espaldas, dormido para agredirlo hasta matarlo; en otros casos el envenenamiento en pequeñas dosis. En la mayoría de los crímenes de la mujer hay un proceso afectivo entre ella y la victima que desencadena el crimen.
Robo. La mujer participa en robos a tiendas o comercios, sobretodo de ropa, y no en robos con violencia, además puede participar como cómplice seductor, distractor de un hombre, sobretodo en el robo de carteras y celulares.
Trafico de drogas. La mujer que hace esto, presenta una personalidad sicopática con un sentimiento omnipotente y un delirio de grandeza tan marcado que busca el poder y el dinero a través de la droga y son, en su mayoría, adictas. Esto trae como consecuencia hijos con un deterioro físico y mental y problemas de retardo mental o trastornos orgánicos cerebral. También se observa que el tráfico de drogas en las secundarias, en las universidades y en los recientes años en las primarias, es realizado principalmente por mujeres.
Conducta de abandono. Muchas mujeres no están relacionadas directamente a conductas delictivas y sin embargo si se realiza un análisis exhaustivo de las historias de los niños abandonados, de los niños quemados, de los niños explotados, de los niños infractores de delitos, de los niños drogadictos, se puede observar de qué manera estas mujeres, madres de niños son personalidades delincuenciales, personalidades sicopáticas y con un alto índice de sadismo en su comportamiento y también de una profunda insensibilidad moral y afectiva.
Este tipo de mujeres presentan una grave problemática de personalidad debido a una acentuada inestabilidad que se proyecta en la falta de amor y de cuidado del niño. Y desafortunadamente, este problema, está creciendo de manera alarmante en la actualidad, por el aumento de madres solteras, divorciadas o abandonadas. Hace falta una política pública que analice este fenómeno, de lo contrario seguirá creciendo la delincuencia juvenil.