11 febrero, 2025
ROTATIVO DIGITAL

La historia de Yulissa…

Quiero aprovechar el espacio para hablar de una mujer, joven aún, pero sin un futuro promisorio. Descendiente de un matriarcado, su abuela, su madre, mujeres solteras, jamás tuvo en su vida una figura masculina. Su madre, por esta y otras causas, siempre la maltrató física y mentalmente, por lo que desde pequeña fue una niña solitaria, los niños de su edad o más pequeños le tenían miedo, por su carácter agresivo, por cualquier detalle o tontería, les pegaba, buscaba desquitar lo que le hacían en su casa, con cualquiera en la calle. Así fue creciendo.

Antes de cumplir los trece años, su madre la deja al cuidado de su abuela, porque se va a buscar el sueño americano.

Yulissa al sentirse libre, cumplidos los trece años, conoce a un muchacho (joven pero mayor de edad) de esos que van de otros estados o poblados, vendiendo productos y artesanía casa por casa, le habla bonito, la convence y se la lleva a vivir con él, siendo su primer destino un pueblecito cercano a la capital del Estado de Oaxaca, ahí vivió con sus suegros y cuñados, posteriormente, hizo una parada en Chalco, Estado de México. La edad de ella y el espíritu trabajador de su pareja y familia hicieron que aprendiera a agarrarle amor al trabajo y a la calle, lo que la marcó. Sin embargo, a los aproximadamente cuatro años de relación fuera de su estado natal, ésta terminó y regresó con su abuela, la cual, por la edad, enfermedad y preocupación de no saber su paradero, había fallecido años atrás, sin ella haberse enterado, su madre ya había regresado de los Estados Unidos, trayendo consigo una niña de 3 años, nacida allá, su madre ya tenía pareja, porque el presunto padre de su hermanita, resultó ser vecino del mismo lugar, aunque como es natural, estaba casado y tenía más hijos, pero esto no era impedimento para seguirle sacando dinero para su manutención.

Después de la típica escena de gritos, reclamos y hasta una que otra cachetada, fue aceptada con la condición de que se iba a portar bien y no se volvería a ir de su casa. Simples palabras que no se cumplen. La mamá la mandó a buscar trabajo, porque necesitaba llevar dinero a la casa, pese a ser menor de edad, sí encontró un empleo, en éste, las primeras semanas se mostró con ganas de aprender el giro del negocio, pero debido a que, durante los cuatro años anteriores, estaba acostumbrada a trabajar en las calles, hizo que el encierro la aburriera y un día dejó de presentarse a trabajar, lo que coincidió con una pareja que ya había encontrado (mayor que ella), y que la convenció de que se fuera con él a vivir a la casa de su madre (se repitió la historia rara en el ambiente popular mexicano, de un hijo sin padre), una casa rentada dentro de un patio de vecindad.

Así lo hizo, a los pocos días resultó embarazada, por fin, nació un niño en su familia; por la alimentación, por la edad, ella embarneció, se puso más ancha de caderas, las piernas le engordaron, además de que a su pareja le gustaba lucirla, comprándole ropa ajustada que resaltara sus curvas. Lo que provocó que le llovieran ofertas para cambiar de domicilio, resultando el afortunado (¿?) un primo consanguíneo del papa de su hijo, que vivía en la misma vecindad. Éste, al enterarse, con toda razón, para su escaso raciocinio, la golpeó, originando que se llegara a las instancias jurídicas, es decir hasta lo que antiguamente se denominada Agencia del Ministerio Público, ahí se perdonaron, firmaron un convenio en el que ninguno se metería con el otro. Y él le pasaría en efectivo o en especie ayuda para su hijo.

Una vez pasado este evento, ella cambió de domicilio a escasos metros del antiguo (con otra suegra y otros cuñados), pero a menos de tres meses de estar ahí, una madrugada fue sacada con su hijo y sus pertenencias a empujones de la casa, ella buscó refugio con una amiga, de similares características de vida, al día siguiente con arrepentimiento fue a buscar a su mamá, nuevamente, se repitió la misma escena vivida años atrás, pero la volvió a recibir, bajo la misma promesa y todo lo demás. En una ocasión, ya estando sola, golpeó salvajemente a su pequeño hijo, no pudiendo ocultar las marcas visibles en su rostro, provocando que el papá del niño la denunciara ante el DIF municipal, con esto, buscaba quitarle la patria potestad, sin embargo, ahí le pidieron un examen negativo toxicológico (es decir, que no consumía drogas periódicamente), terminando ahí su idea, porque no pudo acreditarlo. Dejando a su hijo en manos de la agresiva madre.

Yulissa siguió su vida, coleccionando parejas ocasionales, porque no había un valiente que le ofreciera casa y sustento, a cambio de amor, palabras y caricias falsas, seguía trabajando en muchos lugares, en los que no duraba, hasta que por fin, estuvo laborando en una casa, donde sustrajo joyas y dinero de la patrona, porque se fue con otro hombre fuera del lugar, sin embargo, poco le duró el gusto, sigue sola, viviendo con su mamá, hermanas e hijo (y es que la realidad es que a muy pocos, hombres y mujeres, les gusta mantener y vivir con un hijo que no es suyo), prostituyéndose ocasionalmente, igual que su madre, para poder tener dinero. Así transcurre la vida de esta joven, actualmente de 21 años, pero con una larga vida sexual, donde ha hecho de todo, legal e ilegal, pero nada de provecho, pensando en darse una mejor vida, pero sobretodo, en darle un mejor futuro a su pequeño hijo, al que dice amar, pero sus actos y acciones demuestran lo contrario.