Lic. Alfredo Castañeda Flores ANALISTA
3 NOV. 2023.-En esta oportunidad, hablaré de un individuo, nacido en una familia de un taxista de oficio y una mujer dedicada al hogar, como antaño, pero con demasiada cercanía a la religión mayoritaria en el país, el catolicismo.
Es el mediano de tres hermanos, el mayor hombre, la menor que él, mujer; su vida transcurrió de forma normal, estudió la primaria, secundaria, bachillerato, como siempre fue ambicioso, y en el pueblo donde vive, los que más ganaban eran los arquitectos y sus constructoras de calles, parques y jardines, es decir, la obra pública, decidió estudiar lo mismo. Lo hizo en la universidad estatal, sin mayor reconocimiento, como la mayoría de escuelas de estudios superiores de nuestro país.
Como dije, su vida transcurrió entre un taxista que, en su mayoría, son gentes sin valores, sin capacidad ni preparación técnica, y una mujer metida en la religión, por lo que el golpe mental fue demasiado extremo, porque, por un lado, su padre, haciendo y cometiendo innumerables actos negativos para ir sobreviviendo, y por el otro su madre, inculcándole los valores que dicta la religión católica, pero que pocos hacen. Eso degeneró, en una personalidad inestable, una mentalidad débil, pero proclive a lo malo, a lo negativo, recuerda amable lector, que las mentes así, son atraídas por ese tipo de acciones.
Como dije antes, terminó sus estudios, pero en lugar de obtener su título y cédula profesional, se casó y comenzó a trabajar sin ellos, así funciona en este país la mano de obra, como es un pueblo chico, se corrió la voz de que era arquitecto y le comenzaron a dar pequeños empleos, sin exigirle la documentación que lo acreditara como un profesional en ese ramo, nació en su matrimonio una niña, pero la esposa, debido a su inestabilidad emocional, no lo aguantó más y se divorciaron. Así prosiguió su vida, con altibajos laborales y sentimentales. Pero ambas cosas no funcionaban correctamente. Conseguía parejas que no le duraban, sus trabajos no satisfacían a sus clientes, porque carecían de la calidad básica, estaban hechos al “ahí se va”, no ponía ningún empeño y capacidad, a pesar de que es de lo que se mantenía e iba viviendo. Así fue entrando en el mundo del alcohol, donde acuden los cobardes que no tienen el valor de sobresalir a sus problemas, del tipo que sean.
Unos años después, por fin, logró convencer a otra mujer y se volvió a casar, de la unión nació un niño, sin embargo, a los cuatro o cinco años, ella murió, dicen las malas lenguas, que tuvo que ver con la vida recibida, aunado a una enfermedad que se fue agravando. Ambos extremos se juntaron y terminó con ese fatal desenlace.
Por necesidad y exigencias laborales, porque cualquier municipio, solicita a los que desean fraccionar y/o construir, un plano firmado por un arquitecto con título y cédula profesional, independientemente, de que se encargue o no de dicha obra, pero ya es un recurso que les llega, se vio obligado diez años después de haber concluido la carrera en hacerlo. Al hacerlo, ya pudo abrir una oficina, donde prestaba esos servicios, así como otros más. Y notó la diferencia.
Sin embargo, debido a su desmedida ambición y carácter inestable, cuando lo buscaban para realizar alguna obra particular, sea completa o en partes, siempre terminaba entregando resultados pésimos, sobretodo, en lo que los grandes arquitectos sobresalen, en los pequeños detalles, ahí todo es burdo, además de que no respeta los tiempos ni cotizaciones, y no es por poco, como podría tolerarse. (un 10 o 15 %) sino arriba del sesenta por ciento, y, por consecuencia, todo aumentaba, además de que hay personas que respetan su tiempo y no les gusta que les pidan más.
Además de que, suponiendo que ya no les quedara más remedio que gastar más dinero y tiempo, esperan un resultado como lo planearon, pero no, reciben porquerías mal diseñadas y peor detalladas, lo que ha mermado su credibilidad como profesional de la construcción. Siendo puntilloso, hasta los planos pueden estar mal, pero en el ayuntamiento los empleados carecen de la preparación respectiva y solo los reciben como requisito, sin verificar su funcionalidad, por eso no ha tenido reclamos, de lo contrario, conociéndolo como es de malhecho, seguro se los devolvían.
En fin, es de los mediocres de la mayoría, que no ven más allá de su nariz, que no se da cuenta de que el lugar donde vive es pequeño y más temprano que tarde, se le acabarán las opciones y oportunidades, no se pregunta, ¿de qué va a vivir?, no puede estar quedando mal con la gente, porque la voz se va corriendo, y el desprestigio aun más, además de que ya es un maduro de más de los cincuenta años de edad y todavía, estadísticamente, le queda la mitad de lo que ha vivido, de vida. (La esperanza de vida en México, actualmente ronda los 78 años) pero eso, no lo analiza. Pensar es demasiado para él.
Busca trabajadores inexpertos y urgidos para pagarles menos, pero él si cobra bien, los explota a costa de quedar mal. Pertenece a los clubes del lugar (De Leones o Rotario), se quiere dar vida importante, pero en su actividad es un mediocre.
Actualmente, anda con una mujer, con varios hijos, demasiado dañada, porque tiene varios tatuajes visibles, y seguramente tiene más, escondidos. Hasta en las redes sociales lo regaña, no quiero imaginarme lo que sucede en la intimidad de cuatro paredes. Ahora si está relacionado con una persona similar a él. ¿durará la relación? El tiempo lo dirá. Lo que debería encontrar es gente responsable, que cumpla por lo que cobra, que le enseñe a responder con capacidad y seriedad, pero en la actualidad, es tan raro como encontrar una aguja en un pajar. Así es la vida de Mamerto, un individuo ambicioso, pero idiota. No ve hacia el futuro, solo vive el presente, un presente tan deteriorado como su vida, pese a sentir que por estar orando o pensando en la religión, milagrosamente todo mejorará. Así de atrevida es la ignorancia, y peor aún, la estupidez.