Hoy quiero contarles la historia de un ser diferente. Todos somos distintos, pero hay solo unos pocos en verdad diferentes y Alejandro, a quien conozco, lo es. Es el primer hijo de una familia normal, clase media más cerca de la baja, su padre un topógrafo (es un grado académico de los que no pueden, por cualquier causa o motivo, concluir la carrera de ingeniero civil), su madre una profesora de academia comercial, tiene dos hermanos menores, hoy adultos.
Su familia estaba llena de conflictos, complejos y traumas, como la mayoría de familias de las distintas clases sociales mexicanas, por lo que su niñez e infancia resultaron tormentosas, pero ahí fue donde se fue notando lo diferente que este ser humano es. Se formó en su mente terminar una carrera profesional, su sueño siempre fue ser un brillante abogado, para, como han sido inculcados los mitos en todos nosotros, ayudar a la gente humilde, pobre y buscar revertir la situación económica y social de los ciudadanos, nada más alejado de la realidad.Nacieron sus dos hermanos cuando Alejandro tenía 7 años, son gemelos, mellizos o coloquialmente llamados cuates, y desde esa edad, fue obligado a cuidarlos, atenderlos y estar al pendiente la mayor parte de su tiempo, con excepción, de las horas de escuela, y como es natural, en los pequeños accidentes, por la edad del vigilante y los vigilados, eran golpes y regaños, palabras altisonantes y maledicentes, que a cualquier otro pequeño, hubiesen hecho estragos sicológicos, a nuestro héroe, (si se me permite llamarlo así) lo hacían más fuerte.
Como su vida transcurría en una localidad pequeña, ahí realizó sus estudios básicos (primaria y secundaria, con buenos resultados), por lo que tuvo que presentar examen en las preparatorias dependientes de la UMSNH, ubicadas en Morelia, siendo aceptado en la preparatoria Melchor Ocampo, la número 5, ubicada a un costado del mal llamado Colegio de san Nicolás, que en realidad es la preparatoria número 1, en plena Av. Francisco I. Madero.
En ese tiempo, esta etapa escolar era de 2 años, sin división en semestres, concluyó con unas excelentes calificaciones, presentó examen de admisión para la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la propia Universidad Michoacana, siendo aceptado, donde concluyó los 5 años de carrera universitaria, siendo el primero de toda su generación en presentar su examen de titulación.
Cabe hacer mención que su familia estuvo separada de él, durante los años de preparatoria y casi el primer año de carrera, por lo que más de 4 años de la licenciatura tuvo su infierno personal, como me consta.
Antes de seguir con su trayectoria, hago un paréntesis, para hablar de su grandeza como ser humano, como amigo, como compañero, como camarada; siempre preocupado porque los demás que están a su alrededor, mejoren en su interior y en su exterior, a pesar de los obstáculos que la mayoría interponen para ello, por ignorancia o por cuestiones sicológicas ajenas a ellos, pero que les afectan en su vida; si requerían apoyo en tareas, presentaciones, o estudios, siempre estaba para ellos, si necesitaban un hombro en quien apoyarse, igualmente ahí estaba, en ocasiones hasta apoyándolos económicamente, según sus posibilidades, sin esperar nada a cambio, más que la simple satisfacción de sentirse servicial. Porque está de acuerdo con lo que dice la sabiduría popular “la gratitud proviene del recuerdo de los que te han ayudado, no de aquellos a los que ayudaste”, y a la mayoría se le olvida lo que otros han hecho por ellos, pero esto jamás lo desanimó, simplemente lo obligó a fijarse mejor y conocer mejor a la gente.
Ejerció su profesión un tiempo, hasta que ingresó a una secretaría de estado del gobierno federal, donde aprendió mucho y se dio cuenta que para escalar mejores posiciones en el servicio público o dentro de la política, no es por méritos, capacidad ni experiencia, sino por familia, amiguismos, compadrazgos y nexos de otra índole (incluido el sexo).
Se acostumbró a valorar y disfrutar de la soledad, no le asustaba acudir a fiestas, atracciones o eventos solo, porque sabía que así disfrutaba, valoraba y aprendía más, sobretodo conocía gente nueva, jamás se le ha cerrado el mundo, en ningún aspecto.
Por lo mismo, tiene agudizados sus sentidos y despierto su cerebro, tiene capacidades que pocos usan, pero sobretodo, un gran corazón, es agradecido, hasta el más pequeño y para muchos, insignificante detalle recibido, él lo valora como un gran tesoro, siempre está sonriente y feliz, ha formado una familia con una mujer maravillosa, que piensa y es parecida a él, de esa unión nacieron dos hijos maravillosos que están siguiendo sus pasos, no como profesional, porque tienen libertad de elección para su futuro, sino como un gran y distinto ser humano. De esos que cada vez se encuentran menos en nuestra sociedad, regida por lo mediático, las redes sociales y los malos ejemplos. Donde las minorías, sin razón, pretenden imponer sus ideas sin sentido y modas retrasadas que empobrecen más a nuestro país, porque la verdadera riqueza de un país es la educación.