6 marzo, 2025
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La historia de Abdul…

5 MAYO 2023.-A continuación les comparto una historia real, llena de aprendizaje y lecciones de vida, tanto para hombres como para mujeres, que si se aplican, se evitarían tantos divorcios y separaciones, pero dejarían atrás la esencia de ser mujeres.

 

Abdul es un hombre maduro, casado, padre de dos hijos, con cerca de treinta años de matrimonio con altibajos, como cualquier pareja, pero que no deberían de darse, porque son por nimiedades, la mayoría de esos, pero que la esposa los hace grandes, llegándose a hablar incluso de separación y divorcio.

 

Desde el noviazgo, nuestro protagonista vivió escenas que lo descontrolaban en lo emocional, la hoy esposa, de cualquier cosa, hacia una tormenta, dejándole de hablar en esos momentos en que se encontraban juntos, porque para eso, es preciso indicar que vivían en distintas ciudades y estados del país. Por lo que cada dos semanas o cada mes, se reunían en algún sitio neutral o en el lugar de cada uno de ellos, pero la mayoría de las ocasiones, terminaban el encuentro molestos, regresándose ambos antes del tiempo convenido. Abdul decía que ya mejor terminaría esa relación que lo desgastaba mucho y quizás a ambos. Pero las palabras dulces, tiernas y tan falsas que al día siguiente recibía por medio de una llamada telefónica, lo hacían nuevamente creer que en verdad, las cosas cambiarían y sería distinto. Pero oh decepción, al siguiente encuentro, ocurría lo mismo.

 

Para no hacer mas tedioso el relato, terminan casándose, al año de esto nace el primero de sus hijos, el primogénito, pero las cosas empeoraban para nuestro amigo, en el ámbito sexual-emocional, porque su ahora esposa, no permitía muchas cosas para encender el deseo carnal, y que antes si. Recuerda amable lector que el noviazgo es la etapa más engañosa que vivimos la mayoría.

 

No quería que se desahogara diciendo lo que iba sintiendo en esos momentos de éxtasis y placer, no permitía besos en las zonas más erógenas (cuello, oídos, pechos), porque a ella le parecían ofensivos, tanto los besos como las palabras, que eso solo lo hacían las personas de más bajo nivel cultural y económico, esto por  supuesto iba mermando el deseo del protagonista, así como se iba formando en el un halo de amargura, porque él estaba entero en ese aspecto, aun no llegaba a los treinta años de edad, sin embargo, estoicamente soportaba todo, en el sentido de no andar buscando en otro sitio, lo que le hacía falta en su hogar, donde prácticamente era una relación de sexo servicio, porque solo había penetración, sin besos ni caricias, solamente para desahogarse, y eso, también una vez por ocasión.

 

Así fueron transcurriendo los años, donde nació su segundo hijo, el carácter de nuestro amigo cada día se iba amargando más y más, porque no disfrutaba como el quería del sexo con su esposa, en la intimidad se puede hacer y decir lo que se sienta en el momento y nadie tiene porque ofenderse, al contrario, todo eso sirve para encender aun más la pasión y disfrutarse en mayor medida mutuamente. Lo que a él no le sucedía.

Pasaron otros años más, y en una ocasión, una compañera de trabajo, mayor que él, pero soltera, de buen ver aún, le pidió dinero prestado, y en ese momento, tenía la solvencia para hacerlo, le dijo que sí, que donde se veían, ella le dijo que si él quería lo esperaba en su casa, le dio la dirección y por la tarde, llegó ahí con el dinero, ella lo dejó pasar, le invitó un café, charlaron de todo y de nada, él, en ese momento, con la lívido hasta arriba y el vigor y potencia a todo lo que da, la tomó de la mano, sin mediar palabra, se pararon, se acercaron, la jaló hacia él, la besó, comenzó a tocarla, ella accedió a todo, terminaron haciendo el amor, como nunca lo había experimentado, y que el deseaba hacerlo desde hacía tantos años atrás, ambos lo disfrutaron mucho, eso sirvió para que esporádicamente lo fueran haciendo, eran unos momentos extremos de placer y deseo, se tocaban todo, se besaban todo y hacían de todo. Hasta que meses después, a la amiga, le llegaron los remordimientos porque conocía a su esposa y ya no lo quiso volver a hacer.

 

Pero ese gusanito del deseo desenfrenado ya estaba en la mente de Abdul, por lo que no pasó mucho tiempo en que volvió a encontrar otra mujer ansiosa de sentir lo que el necesitaba, claro que siempre con el mejor sigilo, evitando que su esposa se enterara. Así fue pasando el tiempo y mujeres en su cama, borrando en parte esa tristeza que no podía cambiar en su hogar, disfrutar a plenitud de y con su esposa.

 

Sin embargo, una ocasión que él solo fue a visitar a sus padres, le presentaron a una vecina que vivía con alguien sin casarse, menor que él, pero con una belleza natural que impactaba a cualquiera, ambos se flecharon al momento de conocerse, terminando en una cama de hotel, donde dieron rienda suelta a sus más bajos pero justificados instintos, ahí se dieron cuenta que ambos necesitaban lo mismo, ya que ella también no estaba satisfecha con lo que su pareja le hacía en la intimidad, por lo que los días que él estuvo con su padres, esos mismos días, terminaba intimando con la vecina.

 

Pero, y es algo que hasta el momento, no logra entender, a pesar de los años transcurridos, dos días antes de regresar a su casa, sus propios padres, llamaron por teléfono a su esposa y le contaron lo que estaba sucediendo, cuando fue la propia madre, quien sirvió de Celestina entre ambos, él no lo quiso ni pudo negarlo, lo aceptó tal y como le dijeron, no como en realidad pasaron las cosas, la esposa, montó en cólera, le dijo que se iban a divorciar, él a pesar de todo, la ama, hizo lo imposible porque no ocurriera, pero la esposa estaba ciega y quizás le dolía saber que otra le dio lo que ella siempre se ha negado, insistió en la separación, la que sirvió para conocerla aun más, de que era una interesada como la mayoría de las mujeres y cuyo concepto hacia ella, era equivocado, le quitaba todo, no le dejaba nada, incluso hasta quería que le estuviera pasando dinero para sus hijos. Abdul no tuvo más remedio que aceptar, pero unos días antes de que se iniciara el juicio respectivo, la esposa, lo “perdonó”, cuando ella es la culpable con su desinterés de lo ocurrido, lo obligó a prometerle que jamás visitaría a sus padres, ni regresaría a su estado natal. A lo que él accedió, debido en parte a que le parecía injusto que todo lo que el había logrado, lo perdiera por la avaricia de su mujer, además de que ama demasiado a sus hijos y ellos a él, que es lo importante.

 

Así han pasado los recientes años, donde nada ha cambiado, salvo su deseo personal de él, por disfrutar de vez en cuando de lo que en su casa no recibe, sólo ve en la calle y en los sitios donde frecuenta, el suculento menú que por ahí anda, pero no se atreve a volver a buscar una mujer deseosa de lo mismo que él, que nunca falta alguna, y que incluso se da cuenta, que también estarían deseosas de echarse una canita al aire con él, pero prefiere aguantar sus deseos, reprimiéndose hasta el cansancio de lo que él quisiera disfrutar, aun a esta edad que hoy tiene, pero que ni el vigor, ni la potencia, mucho menos el deseo sexual han disminuido, que la mayoría de familiares, amigos y conocidos de su edad, ya no quieren o pueden disfrutar.

 

Esta es una gran lección para hombres y mujeres, porque sí hay infieles, pero la mayoría lo llegan a ser por el desinterés de uno u otra en la pareja, se puede aguantar estoicamente un tiempo, pero no para siempre, y desafortunadamente, para la sociedad en la que vivimos, el hombre siempre es el infiel, el culpable, no se observan los factores que conllevan, la mayoría de los casos, a una infidelidad de cualquiera de los dos en la pareja. Lo que sí es lamentable fue la actitud de los padres de un hombre bueno, amoroso, honesto y trabajador, que lo delataron, tan horriblemente, cuando se supone que los hijos deben de amarse, sin importar su edad. ¿Tú qué crees?