7 febrero, 2025
ROTATIVO DIGITAL

La fórmula para ser feliz…

En esta vida todo se acaba. Lo único que perdura es el amor y las buenas o malas obras, cada quien decide lo que quiere dejar para ser recordado. La experiencia que cada quien vive es única y nadie puede aprender de los errores de las otras personas. A veces no pensamos nuestros actos y nos llevan por caminos sinuosos y peligrosos. Algunas veces nos equivocamos y automáticamente nos sentimos merecedores de ciertos castigos.

Hemos sufrido injusticias e ingratitudes, pero nosotros también se las hacemos a otras personas inocentes que por lo regular son quienes más nos aman (hijos, pareja, padres, amigos, etc.).

 

Esto lo escribe una persona con fallas, pocas o muchas, pero fallas, que ahora es muy feliz. Y me interesa compartir con ustedes estos logros para que sepan lo fácil que es lograr la felicidad a partir de empezar a corregir cada acción y se logra poco a poco. Día a día te das cuenta cómo vas adquiriendo confianza en ti mismo y eso te alienta a seguir adelante con tus buenas acciones. No esperes reconocimiento de las demás personas, lo más importante es que te lo creas tú y que te sientas bien y en paz. Pasado el tiempo las otras personas lo notarán y poco a poco te harás una persona que cause admiración y digna de toda la confianza, de tal manera que tus malas acciones quedarán en el olvido.

El primer paso hacia la felicidad es hacer las cosas de la mejor manera posible. La vida es un don maravilloso y ser feliz no es cuestión de suerte es una gran virtud y todos somos capaces de lograrlo.

Disfruta la vida, se alegre, sonríe. Hazlo todo correctamente y, como dicen, la verdad te hará libre. Porque como también se dice, desconocer una verdad, te hace esclavo de una mentira.

Todos los días dale gracias a Dios (o en quien tú creas, porque todos, absolutamente todos creemos en algo o en alguien y el que no sepa en quien, debe creer en él, de lo contrario, no tiene ninguna razón, su existencia) por tu familia, por tu vida, tus hijos, tu trabajo y todo lo que te haga sentir bien. Puede ser hasta una planta, una fruta, un obsequio, etcétera. Trata de ver todo con amor y agradece de corazón por permitirte vivir eso. Por todo lo que tú agradezcas, se te será multiplicado, así que no permitas tener en tu mente o pensar en cosas malas o negativas porque éstas también se multiplican. Cuidado con lo que piensas, debes ser muy positivo y si algo malo se te ocurre cámbialo inmediatamente y elimínalo de tu mente. Permite sólo lo bueno, lo positivo. Igualmente en tus actos.

Cuando mires a tus hijos abrázalos y hazlos felices, ellos son quienes te aman incondicionalmente y tú debes corresponderles con tus buenos actos y mucho amor, porque son tu descendencia, tu regalo que la vida te da, recuerda que hay muchos que quisieron, pero no pudieron ser padres. Actúa siempre justamente. Mira la vida con optimismo. Sonríe siempre y que nunca te afecten los problemas, porque esos son solo pasajeros. Se responsable en tus actos para que vivas libre y en paz. Evita todo aquello que te avergüence.

Cuando te suceda algo inesperado mantente positivo, quédate en paz, ten fe y déjalo en manos de Dios, del destino o del universo. Si te detienes un instante a meditar, reflexionar o simplemente, en pensar lo ocurrido, siempre obtendrás la sabiduría necesaria para salir adelante. Vive siempre en el bien y la verdad. Busca en tu corazón, la solución siempre está ahí. El universo siempre te bendice, nunca te juzga. Es mentira lo que dicen las religiones acerca del juicio final. El pecado no existe, lo que sí existe son los pensamientos equivocados, los errores, las acciones no pensadas. Pero todo ello lo aprendemos de otras personas e incluso en nuestra familia. Con esto que digo, no culpo a los demás de nuestros malos actos, pero sí influyen en nuestra manera de pensar, equivocada en muchas ocasiones.

Las religiones se hicieron con la mejor intención para llevarnos a vivir en paz, pero con tantas mentiras nos han traumado, nos han hecho sentir pecadores y hasta nos condenan. Quiero decirte que nada es pecado porque nadie obra mal con esa intención. Todos en el momento en el que mal actuamos pensamos que eso es lo mejor, pero después nos damos cuenta que nos equivocamos y no hay vuelta atrás. Cuando vuelves en sí, es porque ya te están criticando, castigando y hasta condenando.

Es por eso que antes de actuar es importante que pienses en las consecuencias que esto te traerá. Créeme que así evitarás muchos errores. Por lo regular terminamos juzgándonos nosotros mismos y eso es aún peor porque una consciencia intranquila te hace cometer más errores. Si tú te juzgas, te lastimas. Nunca te juzgues y mucho menos te castigues, en lugar de recordar lo malo que te ha pasado, mira hacia adelante y haz las cosas bien.

El pasado déjalo en el pasado y no permitas recordarlo porque recordar es volver a vivir, dicen los sicólogos que recordar te envejece y si este recuerdo es lastimoso, nunca vas a parar de sufrir. Y ¿a quién le gusta sufrir? A nadie. No te lastimes, debes dedicarte a ser feliz. Tu cuerpo es tan bueno, amoroso y generoso, que si tú te perdonas y olvidas, él te da más felicidad y te ama aún más por ser valiente y por tener la voluntad de salir adelante. Al mundo viniste a aprender de tus errores y aciertos para lograr la mayor felicidad.

La vida es como un sueño y te pertenece sólo a ti. Así que has de tu sueño de vida algo verdaderamente hermoso, con lo que tienes. No quieras forzar nada. Cuida tus ojos, tu cuerpo, tu alma y tu espíritu. Dentro de ti está el espíritu del bien y de ti depende que este sea santo y que se sienta bien. Tu cuerpo es un templo. Es también tu responsabilidad, cuidar del espíritu de tus hijos. No hagas actos que los avergüencen, los dañen o los entristezcan. Ellos también son espíritu del bien y merecen mucho amor. Recuerda que tus hijos son tu reflejo y se miran en tu espejo. Lo que tu sientes, ellos lo sienten al doble. Así que duplícales su felicidad, mucha felicidad. Mucho puedes hacer por tus hijos. Todo lo que siembras cosechas. Si tú eres feliz y buena persona, ellos lo serán aún más. Cuando tienes fe y amor, todo es posible. Ante los ojos de Dios todos somos únicos, diferentes y valiosos.