Lic. Alfredo Castañeda Flores ANALISTA
11 marzo 2022.-Hace algunos años, leí por algún lugar, en un periódico de esos que circulaban por montones, algo así: “Y como alguna vez un gran filósofo dijo: *Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Sonaba bien y autoritario. No podía recordar quién lo había dicho.
Unos minutos después recordé que lo dijo el tío Ben en la película del hombre araña, antes de morir, porque un ladrón le disparó, frente a mucha gente y como siempre sucede, nadie hizo nada. Gran filósofo el tío Ben.
De todas formas, muchos conocemos la frase. Se repite mucho, por lo general irónicamente y después de algunas cervezas. Pero es uno de esos lemas perfectos que de verdad suenan inteligentes y, sin embargo, te dicen lo que básicamente ya sabes, si nunca lo habías considerado antes.
Es cierto, pero hay una mejor versión de este concepto, de hecho, es más profunda y todo lo que tienes que hacer es invertir los sustantivos: “Una gran responsabilidad conlleva un gran poder”.
Mientras más elijamos aceptar la responsabilidad de nuestras vidas, más poder tendremos sobre ellas. Aceptar la responsabilidad de nuestros problemas es, entonces, el primer paso para resolverlos.
Alguna vez conocí a un hombre que estaba convencido de que la razón por la que ninguna mujer salía con él consistía en que era muy bajito. Era educado, interesante y bien parecido –un buen partido en principio–, pero tenía la absoluta certeza de que las damas lo rechazaban por su baja estatura.
Y debido a que él se sentía demasiado chaparro, casi nunca salía ni trataba de relacionarse con personas del sexo femenino. Las pocas veces que lo hizo, regresaba de inmediato a su casa si la mujer con quien platicaba le hacía entrever que, para ella, él no era lo suficientemente atractivo, entonces se convencía de que no le había agradado, incluso aunque si le hubiera gustado. Como te puedes imaginar, amable lector, su vida amorosa apestaba.
No se daba cuenta de que él mismo había elegido el valor que lo lastimaba: la estatura. Asumió que las mujeres sólo se sienten atraídas por la altura. Estaba jodido, sin importar lo que hiciera.
Esta elección de valor le quitaba poder, le dio a este hombre un problema de verdad patético: no ser lo suficientemente alto (según su perspectiva) en un mundo destinado a la gente alta. Había muchos más valores que pudo haber adoptado a su vida amorosa. El pensar que “sólo quiero salir con mujeres que me quieran por lo que soy”, había constituido un buen lugar para comenzar un parámetro que apreciara los valores de la honestidad y la aceptación. Pero él no optó por esos valores. Tal vez ni siquiera se mostraba consciente de que estaba escogiendo ese valor (o de que podía hacerlo). Aunque no se percatara, era responsable de sus propios problemas.
A pesar de esa responsabilidad, seguía quejándose: “Es que no tengo opción”, le decía al barman. “¡No hay nada que pueda hacer!”. “Las mujeres son superficiales y vanas y nunca les gustaré”. Sí, es culpa de todas y cada una de las mujeres el que no les agrade un tipo que se autocompadece de sí mismo, un tipo superficial con valores desechables. Obviamente.
Mucha gente duda al hacerse responsable de sus problemas porque cree que ser responsable de sus problemas significa también tener la culpa de los mismos.
La responsabilidad y la culpa a menudo aparecen juntas en nuestra cultura. Pero no son lo mismo. Si te pego con mi auto es mi culpa y quizá soy legalmente responsable de resarcir el daño de alguna forma. Incluso si pegarte con mi coche fue un accidente, sigo siendo responsable. Ésta es la forma en la que la culpa actúa en nuestra sociedad: si te equivocas, debes hacer algo para remediarlo. Y así debería ser.
Pero también hay problemas que no son nuestra culpa y aun así somos responsables de ellos.
Por ejemplo, si te despertaste un día y hallaras a un bebé recién nacido afuera de tu casa, no sería tu culpa que alguien lo abandonara ahí, pero el niño ahora sería tu responsabilidad. Tendrías que elegir qué hacer. Y lo que fuera que decidieras (quedártelo, deshacerte de él, ignorarlo, dárselo a comer a un perro), tendría problemas asociados a esa elección, y también serias responsable de ellos.
Los jueces no tienen elección sobre los casos que reciben. Cuando un caso llega a la corte, el juzgador asignado a él no cometió el crimen, no fue testigo del crimen y no fue afectado por el crimen, pero él también es responsable de ese crimen. El juez debe entonces elegir las consecuencias, él debe identificar el parámetro con el que será juzgado el crimen y asegurarse de que dicho parámetro se ejecute.
Somos responsables de las experiencias que, a veces, no son nuestra culpa. Esto es parte de la vida.
Aquí hay una manera de considerar la diferencia entre los dos conceptos. Culpa es tiempo pretérito. Responsabilidad es tiempo presente. La culpa resulta de las elecciones que se han hecho. La responsabilidad deriva de las elecciones que estamos haciendo en este momento, en cada segundo del día. Tú estás eligiendo leer esto. Eliges pensar en los conceptos. Estás eligiendo aceptar o desecharlos. Puede ser mi culpa que creas que mis ideas son sosas, pero tú eres responsable de llegar a tus propias conclusiones. No es tu culpa que yo elegí escribir esta oración, pero aun así eres responsable de elegir leerla (o no leerla). Ánimo.