5 febrero, 2025
ROTATIVO DIGITAL

Juventud y adicciones…

Quiero aprovechar este espacio para hablar de un tema actual, que siempre está vigente y no pasa, ni pasará a segundo término, al contrario, está adquiriendo víctimas cada vez menores: las adicciones.

Quizás suene repetitivo, pero es verdad, todo, lo bueno y malo, proviene de la familia, ahí se forman gentes de bien o delincuentes, triunfadores y fracasados, honestos y corruptos, profesionales y mediocres, ciudadanos y políticos, etcétera. Un hogar familiar, donde impere el amor, la comprensión, los valores positivos, tendrá descendientes modelo, como hijos, como estudiantes, como seres humanos, como ciudadanos, como padres, lo que sin duda es en beneficio de la comunidad, del estado, del país.

Una persona (en este caso, un hijo), con mentalidad fuerte desde su hogar, que sepa lo que es bueno, lo que es malo, que lo beneficia, que lo perjudica, con libre albedrío y gran capacidad de razonamiento, análisis y reflexión, no tendrá la necesidad de repetir conductas de otros, andar probando lo que otros usan, vivir con dependencia de otros o de algo. Sino al contrario, puede convivir con amistades, compañeros o familiares que están tocando fondo en determinado momento. Como decían los clásicos: hay aves que cruzan el pantano y no manchan su plumaje.

Las estadísticas lo señalan, pero independientemente de que se crean o no, lo vemos en la calle, en las redes sociales, lo sabemos por comentarios de nuestros hijos, sus amigos y compañeros de estudio, que cada día hay más pequeños que se refugian en alguna adicción: alcohol, drogas (desde thinner, resistol, marihuana, etc.), apuestas, sexo, violencia… lo que provoca otro tipo de acciones que traen aparejadas, graves consecuencias, porque se convierten en delitos, penados por la ley, pero lo que es peor, son señalados por la sociedad, la que es implacable, cruel e inhumana en sus juicios, y con ellos, lastima más que estar encerrados en una celda, en cualquier centro penitenciario, cárcel o reclusorio.

Hay individuos, que en casa, a sus hijos les enseñan a beber, a sus hijas les hablan de sexo sin tapujos, diciéndoles que pueden hacer lo que quieran, siempre y cuando no terminen embarazadas, creyendo que con esto ya están cumpliendo. Al contrario, el ser humano, por naturaleza, es propenso a que le digan lo que debe hacer, lo que muchas veces es incorrecto despertarlos en una etapa que debe descubrir por sí mismo, no se debe fomentar el uso de bebidas embriagantes en el hogar propio, dicen algunos imbéciles: yo le enseño a beber, para que aprenda, están creando un alcohólico para el futuro. ¿Con qué calidad moral, podrán llamarle la atención si alguna ocasión se extralimita, siendo aún dependiente de los padres?, lo están enviando a la guerra que es la vida, sin el equipo adecuado; más acertado es no observar a los padres embrutecerse con el alcohol que al final termina en golpes, por lo menos, no dentro de su propia casa. Un verdadero padre, por el amor hacia sus hijos es capaz de contenerse, cuando ya tiene cierto grado de adicción, y en presencia de ellos, no bebe (cuando no puede controlarse una vez que lo prueba) o solo se toma una copa, cuba o trago, para no verse muy chocante frente a su anfitrión, o invitados (en el caso contrario). En cuanto a sus hijas, no tienen por qué despertarles el instinto o apetito sexual que aún desconocen, porque no ha llegado su etapa, diciéndoles que se metan con el novio, novios o quien sea, pero que usen condón. No, tal vez la generación actual sienta que esto es retrógrada, porque sus mentes enfermas creen lo contrario, pero la decencia y educación jamás pasa de moda.

Una vez en la calle, llevando los cimientos fuertes, no importa que los falsos amigos les inviten una cerveza, bebida alcohólica o incluso, una droga, porque sabrán aceptar o rechazar, pero con plena y total convicción de lo que están haciendo, lo mismo que siendo mujeres, no entregarán su cuerpo al primero que se los pida.

Asimismo, todo tiene que ver con el ambiente en el que se vive y se mueven los hijos, lo cual no es cuestión de elitismo, presunción o discriminación (ahora los retrógradas todo lo miran como eso), en la división común de la sociedad que se hace, indebida, pero existe, los extremos, como en todo, son malos, clase baja, media y alta, la mayor cantidad de adictos, están en la clase baja y alta, la clase media, es la menos afectada, pero como siempre haciendo hincapié, que en toda regla general hay sus excepciones. Los hijos de padres unidos, sea por el matrimonio o por decisión personal (unión libre, matrimonio eclesiástico), que pese a los esfuerzos económicos de éstos, mandan a sus hijos a estudiar, les proporcionan además, alguna otra herramienta (inglés, ballet, canto, música, gimnasio, karate, etc.) su círculo de amistades será de la misma calidad moral y humana, por ende, es más fácil mantenerlos, a salvo de las adicciones y malas compañías.

Porque un hijo, sin amor, sin cariño, sin atención, con maltratos en su casa, físicos y/o sicológicos, es presa fácil de los seudo amigos, de refugiarse en cualquier sustancia para tratar de huir de los fantasmas que existen en su casa y crecen en su mente; las hijas, están en busca de quién, se las lleve a vivir a otro lugar, tratando de escapar de lo mismo, pero al final terminan en un infierno peor, porque salen embarazadas, se enredan en una relación igual de tormentosa que la forman sus padres, y van rodando de pareja en pareja, siendo cada día más infelices, todo esto y más, gracias a los padres que solo en palabras, no con hechos, dicen amarlos, dicen dar la vida por ellos, que los traen al mundo porque fueron accidentes, por soledad, tristeza o qué sé yo. Pero pocas, muy pocas veces por amor.