La Pila de los Pescados fue un ícono durante muchos años para los habitantes de una noble y leal ciudad, “La antigua Mechoacan” y testigo de muchos hechos que registra la historia y otros que vivieron y viven en los recuerdos de las personas y sus familia, porque la pila era una referencia obligada para muchas cosas, para el encuentro entre los enamorados legales y furtivos; las citas para los negocios, en fin para tantas y tantas cosas que la gente solía decir: ¡Nos vemos en la “Pila de los Pescados”.
Un buen día, porque así lo ameritaba la situación económica, mi padre anunció que nos tendríamos que ir a la Ciudad de México, primero nos llevarían a Jesús y a mí, posteriormente mandarían por mis otros tres hermanos; se quedarían por lo pronto bajo la tutela de mi Tía Joaquina. Recuerdo, como ayer, cuando toda la parentela cercana fue a acompañarnos a abordar el autobús, porque era una bonita costumbre de las familias patzcuarenses acompañar a los suyos “a tomar el carro” entre abrazos, deseos de buenaventura, sollozos en algunos caso para desear buen viaje a quienes abordaban, lo recuerdo, “El Autobús de Occidente de las 10.45” con destino a “La Ciudad de los Palacios”.Después de varios años de vivir en la capital y su zona conurbada, mis padres decidieron que regresaríamos a nuestro “Patzcuarito Lindo”, decía mi padre, después de un fatigoso y tedioso viaje en tren que abordamos en la Estación de Buenavista, de la ciudad Capital de México, retornamos a esta tierra hermosa, donde, en La Estación, ya nos esperaba el taxi de Don Valentín, alias “El Perendengue” y al pasar por la Plaza Grande noté que le faltaba algo…
…Mi Tía Lupe platicó a mis padres que la Pila de los Pescados había sido remodelada y que en lugar de la Fuente de los Pescados se había colocado la estatua de Don Vasco de Quiroga, en medio de gran celebración, la señorial plaza adquirió el nombre de tan ilustre personaje, mi papa les preguntó: – ¿qué había pasado con la fuente de cantera?- nadie le dio razón, lo cierto es que a partir de eso la gente conoció mucho más sobre la vida de Tata Vasco y su obra humanista que legó a los pueblos de Michoacán…
Propios y extraños nos apasionamos con la vida de Don Vasco, insigne humanista nacido en Madrigal de las Altas Torres, España, quien llega a los 60 años como Oidor de la Segunda Audiencia para reparar los nefastos hechos ocasionados por Nuño de Guzmán, quien se aprovechó del poder en su beneficio, sembrando en la antigua Mechoacan un clima de desolación y muerte.
A su llegada, de inmediato los indios naturales sienten el cobijo de su capa protectora, de la mente de avanzadas ideas sociales que inician con la construcción de los Hospitales-Pueblo que instruyan a los naturales en la fe y en la organización tendiente a elevar su calidad de vida, El Primitivo Colegio de San Nicolás Obispo, las artes y los oficios en los diferentes pueblos que, aún en la actualidad, siguen siendo palanca sustentable en el rubro de la economía de nuestro Estado.
La obra social de Don Vasco sigue viva con palpitante actualidad, ¡es bandera, es estandarte de lucha del pueblo de Michoacán, ejemplo y admiración de todos: los ateos, los católicos, los laicos, intelectuales y científicos de todos los niveles sociales porque el Varón de Madrigal de Las Altas Torres es un hombre de talla universal, lo vemos a diario a quien nos visita en este corazón turístico de México, cuando observan la efigie que en su honor se ha levantado en el corazón mismo de nuestra centenaria y señorial plaza, propios y extraños, ciudadanos del mundo, de todos los credos se quedan maravillados al conocer la vida y obra de nuestro muy ilustre personaje…
Pero, ante todo esto, algunos grupos sociales, bajo interés desconocido, se empecinan en llevar a Vasco de Quiroga a los altares católicos, enclaustrándolo en exclusividad para un solo sector social, quitándole su personalidad y pensamiento universal para solo recibir oraciones y peticiones de milagros, reduciendo su grandeza a una simple cofradía de corte sectorial muy exclusivo, muy cercano a ellos pero muy alejado de ese pueblo que el gran hombre escogió para plasmar su pensamiento y que finalmente lo hizo su sudario. Un servidor es creyente católico, pero eso no me quita libertad de opinar al respecto y más tratándose del gran luchador social y precursor de derechos humanos de los pueblos originarios, humanista utópico de finales del siglo XV y principios del siglo XVI.
¡Oh, Tata Vasco! ¡Te quieren privatizar!