Lic. Alfredo Castañeda Flores ANALISTA
16 MARZO 2024.-Sin duda es un tema que las mujeres, en su mayoría, se niegan a aceptar, a reconocer. Ellas intentan manipular a los hombres, haciéndose pasar por lo contrario, aunque en el momento oportuno, necesario, sacan a relucir su verdadera personalidad $$$ y entre ellas se conocen, lo saben.
Como es sabido, el hombre tarda más tiempo en madurar, mientras que la mujer lo hace antes, entre cinco y siete años, que los inocentes hombres. Esto, por supuesto, que es una enorme ventaja para ellas y desventaja para ellos, porque el hombre cuando comienza a utilizar totalmente su cerebro, lo hace de una manera simple, sencilla y bonachona. Mientras que las mujeres, lo hacen siempre, tratando de sacar toda la ventaja posible.
El hombre, generalmente, cree en todo lo que la dulce y tierna mujer, la que sea, le dice, empezando obviamente, desde el seno familiar, escuchando a su madre, abuela, bisabuela, etcétera, después, si tiene hermanas, a ellas, pero no tiene la capacidad de saber detectar la trampa, la maldad femenina, sino que crece, creyendo que en todo tienen razón. Que su papá, si lo hay, maltrataba a su madre, su abuelo a su abuela y así sucesivamente, que su cuñado, hace lo mismo con su hermana o hermanas mayores, o incluso menores que él. En fin. Que crece con esa idea de que los hombres son malvados, frente a las débiles y sinceras mujeres.
En México se quejan del machismo, del patriarcado, pero se les olvida que quien educa a los hijos es una mujer, sea la madre, la abuela, la tía, o ambas, esto, porque los padres tienen que trabajar y además porque hay un alto porcentaje de hogares con padre ausente, pero esa es otra historia. Así que los hombres, crecen conforme las mujeres los educan, además observando las conductas de ellas, porque hablan unas cosas, pero hacen totalmente lo contrario, además de que son expertas en manipular, persuadir, engañar, y eso, los niños, lo van observando y aunque de forma real no lo asimilen, con el paso del tiempo, lo van recordando y aplicando en sus conductas diarias en pareja.
Retomando el tema, las mujeres, mayoritariamente, son amantes del dinero y si es fácil y bastante, mejor. Jamás están conformes con la persona que viven o que les provee lo necesario para vivir, sea novio (porque ahora está de moda que los noviazgos donde hay sexo, el novio está obligado a dar dinero, pagar servicios y regalos costosos a la novia), pareja, concubino, amante, marido o esposo. Ningún dinero, les es suficiente, esto, por supuesto, acarrea otro tipo de relaciones.
Una mujer, desde su casa, ya está adiestrada, para bien o para mal, por su propia madre, hay ambos extremos, aquellas que les inculcan respeto, amor y solidaridad hacia su pareja, que desafortunadamente, cada día son menos, y las que mayoritariamente, les dicen a sus hijas, que no busquen amor, que persigan, en el buen sentido de la palabra, a los hombres, con mejor posición económica, ya sea por herencia, familia o por un futuro promisorio, y lo peor, que si ya encuentran uno, pero en su trayecto de vida, conocen a otro mejor, que no se queden solo ahí, que lo busquen, y si pueden unirse a él, mejor, y si no por lo menos que consigan entregar sus favores sexuales, pero siempre a cambio de dinero. Así son los consejos que muchas madres de la actualidad hacen a sus hijas.
Esto por supuesto ha desencadenado lo que estamos viviendo y viendo en cualquier rincón del país. Mujeres jóvenes, en edad universitaria, que tienen un hombre maduro, que las financia, ya sea la renta, la ropa, los alimentos, o simplemente les entregan dinero cada semana, quincena o mes, y ellas deciden lo que van a comprar, además de que les regalan cosas que ellas desean y no pueden adquirir, por supuesto, que a cambio de sexo. Pero, son como se les dice ahora, relaciones abiertas, donde ellas pueden tener novio, o incluso andar con otros en similares circunstancias, siempre y cuando, no interfieran con los tiempos que previamente acordaron para verse. Y los hombres, por supuesto, que son casados o con otra relación estable.
Pero a ambos, tanto a el hombre maduro, como a la chica joven, no les interesa la exclusividad, sino, a ellas, el dinero obtenido que les permite vivir sin tanto esfuerzo, y a ellos, por tener una solvencia económica suficiente para mantener dos o más casas, se decía antes, la casa grande (la esposa) y la casa chica (la amante, la otra), hoy en día, esos hombres, jubilados, la mayoría de ellos, pueden tener dos o más casas chicas, sin ningún problema. O estarla cambiando conforme se aburran de la actual. Así funcionan las relaciones en este siglo XXI.
Las mujeres de hoy, ya no son como las de antaño, que prensaban que tener un amante, las convertiría en las nuevas esposas, si le informaban a esta, mediante anónimos, o utilizando a amistades para que la esposa se enterara. Pero pocas veces sucedía, y en esos casos, eran aislados las relaciones que funcionaban por mucho tiempo. Esto porque hay mujeres que sirven para convivir y otras, solo para ser usadas sexualmente. Dígase, lo que se diga, la mayoría de los hombres, solo buscan, una buena relación sexual de vez en cuando, porque no la tienen, como ellos desean en su hogar familiar.
Llámese por el hastío, por la rutina, por el cansancio, por el pudor, por lo que sea, y necesitan hacer otras cosas diferentes en la intimidad, que muchas veces la esposa, a pesar de los años, no hace ni quiere hacer. Lo que una mujer por dinero, si es capaz. Y no hablo de las prostitutas callejeras, o de las que tienen sus páginas en redes sociales, porque esas, no tienen la limpieza y seguridad para frecuentarlas, a pesar de que muchas de ellas, sean bellas naturales o mediante el bisturí. Sino de las jovencitas o mujeres en general, que se entregan por dinero. Esas, tienen más limpieza que las meretrices profesionales. Además de que se prestan a hacer, lo que muchos hombres desean y no hacen en su casa. (Sexo oral, anal, posiciones, que los escuchen {aunque no les importe}, etcétera) y en el horario que ellos elijan. Porque, el que paga manda. Y lo mejor, a esas mujeres, nadie las llama suripantas, furcias, hetairas, zorras o rameras. Hasta su estatus cambia. Porque tampoco, a las que tienen compromiso o más edad, se les conoce como amantes, como antes.
Es una relación donde ambos ganan, nadie pierde, donde ya no se involucran sentimientos ni emociones, porque tanto unos como otras, tienen libertad para convivir con diferentes seres. Eso es modernidad. Mucha gente no lo termina de asimilar, pero cada día que pasa, esta práctica es más frecuente de lo que imaginas, porque el dinero es cada vez más necesario, siempre hay mujeres puestas y dispuestas, y las ganas de trabajar son menores. ¿Lo sabías?