18 febrero, 2025
ROTATIVO DIGITAL

Intelectuales guangos…

Nunca había escuchado una ofensa así para los intelectuales. Ese calificativo se lo escuché a Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Seguramente el lector estará pensando que doña Beatriz le entró al quite en los intercambios verbales sostenidos por su marido con los comunicadores e intelectuales Jesús Silva Herzog Márquez y Enrique Krauze, por ahí de fines de la primera semana de febrero del año que vuela.

 

Se recordará que López Obrador se quejó de que dichos intelectuales habían replicado sus más o menos 10 palabras, con 10 artículos y 10 caricaturas por su cuenta, cuando lo mucho que él había dicho se resume en que ellos eran profundamente conservadores con apariencia de neoliberales.

 

Pues, no, doña Beatriz no le entró a ese quite verbal, aclarando por mi cuenta que es fácil suponer que no por falta de compañerismo, sino porque el calificativo guango tenía otra dedicatoria, era para el poeta Salvador Díaz Mirón, el intelectual de otra época, pero igual de acomodaticio que los mencionados. Esto lo digo porque a raíz de dicho intercambio de twitters, artículos, caricaturas, entrevistas y memes, han salido cifras de lo bien pagados que están por el gobierno de Peña Nieto los servicios de los intelectuales opositores de AMLO, entre los que se puede contar también a Denise Dresser, a quien se le llegan a pagar hasta 50 mil pesos por una conferencia, como una forma de agradecerle a su pluma las buenas críticas al tabasqueño.

 

Hay que empezar por decir que el descontón a los intelectuales orgánicos de parte de doña Beatriz Gutiérrez Müller fue pronunciado en mayo del 2017, en la presentación de su nuevo libro Dos revolucionarios a la sombra de Madero. Las biografías de José Solón Argüello Escobar y José Francisco Fernández Güell, en el marco de la Feria Internacional del Libro, realizada en Azcapotzalco del 28 de abril al 7 de mayo de 2017, en la Ciudad de México.

 

Invito a los interesados en el tema a ver en youtube la presentación de esta obra, que no tiene desperdicio para conocer de cerca el emocionado maderismo que profesa la compañera de AMLO.(https://www.youtube.com/watch?v=mMsek-cF3-k&t=1589s).

 

Según Beatriz Gutiérrez, un intelectual guango es aquel que no sabe ubicarse en el lado correcto de la historia. Al decirlo, ella estaba pensando en Salvador Díaz Mirón, considerado por ella y en general por el mundo literario, el genio de la poesía de su época, quien era aplaudido y visitado en su Veracruz por poetas incluso de la talla de un Rubén Darío.

 

Cuenta la historiadora Gutiérrez Müller cómo sin ningún rubor Díaz Mirón fue aliado de Victoriano Huerta, el asesino del apóstol de la democracia, Madero. Nos dice que el gran poeta se encontraba en  presencia del gobernador de Veracruz, cuyo nombre no vale siquiera el esfuerzo de recordarlo, aclara. “Y le dice a Heriberto Jara, diputado por el Bloque Renovador: “hay que reconocer a don Victoriano Huerta, ya no hay nada que hacer, vente con nosotros” Y concluye: “Ese fue el nivel de traición de Díaz Mirón, por no contarles las críticas abiertas al régimen democrático, de una manera muy pendenciera, de una manera muy vil…”

 

Reflexiona al respecto: “se puede ser muy grande en el dominio de técnicas, de vanguardias literarias, etcétera, pero a la hora de las definiciones eso sirve poco, lo que importa serán nuestras decisiones sobre de qué lado de la historia nos vamos a colocar, y el intelectual guango, débil, que es rejego, ya no hace falta; fíjense, ya me dan flojera también a mí; el intelectual para eso piensa, para tomar decisiones, para ayudarnos a tomar decisiones”  Concluye en su intervención:  ”Estamos para la transformación, los que vivimos en este medio y que tenemos la fortuna de poder investigar, estamos para buscar la transformación…”

 

En la introducción de su obra, la esposa de AMLO tiene expresiones que nos obligan a establecer un paralelismo entre la época maderista y la actual de fin de sexenio (y esperamos de régimen). Nos hace saber cómo cuando Francisco I. Madero comenzó su lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz, entre 1907-1908, el gobierno y la intelectualidad lo ningunearon: “El credo de la élite era que Porfirio Díaz jamás caería. Es un roble, decían. Loco, iluso e insignificante eran, en cambio, algunos de los calificativos que el buen Pancho recibía por aquí y por allá…”

 

Y termina la autora de la obra en comento, con una afirmación contundente: “En su campaña por la Presidencia de México, en 1910, pocos confiaron en él. Los hombres de letras, periodistas a veces; escritores o artistas y pensadores en general, lo ignoraron pues  preferían y prefirieron acomodarse al sistema del que recibían satisfactorios beneficios…”