19 abril, 2025
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India, camino hacia el interior

Delhi, Agra y Jaipur conforman el triángulo turístico más famoso de la India. Pero aquí, hasta las postales más típicas tienen un halo místico que le mostraron a Cecilia Núñez que la India se queda dentro, muy dentro.

Hay destinos con los que fantaseas antes de tener la posibilidad de dejarlo todo por unos días y entregarte a la aventura de la travesía. La India era para mí un deseo no cumplido, pero dicen los que saben que hay viajes que no se realizan cuando quieres, sino cuando estás preparado.

Mi viaje soñado llegó disfrazado de un itinerario turístico que distaba mucho de mi fantasía espiritual y mi recorrido imaginario por las rutas más profundas y poco concurridas.

Valero Viajes, una agencia con más de 40 años de tradición y especializada en India, me hizo llegar una agenda bien diseñada por los sitios más frecuentados debido a su belleza arquitectónica, importancia histórica y contenido religioso. Confío en Raymundo y Andrea Valero, los directores de la agencia, porque he sido testigo de la pasión con que suelen llevar viajeros a este destino.

El itinerario comienza por Delhi, pasando por templos hinduistas, de la religión sij y mausoleos, sigue por la ciudad rosa de Jaipur, pasa por la ciudad abandonada de Fatehpur Sikri y, en Agra, invita a descubrir el monumento más famoso: el Taj Mahal. Lo que todavía no sabía al leer este itinerario es que cualquier rincón de la India invita a un viaje introspectivo.

Primera lección: La India tiene que vivirse, por lo menos la primera vez, bajo la guía y la mirada experta de un local.

Delhi: de colores, desorden y espiritualidad

Un balcón hacia lo que no tiene nombre. En Vislumbres de la India, así describe Octavio Paz a Delhi.

Entiendo aquella frase leída hace varios años hasta que recorro el laberinto de calles sin pavimento de la Vieja Delhi. Los autos circulan en todas direcciones haciendo sonar sus claxones. Entre ellos, como mosquitos enloquecidos, se inmiscuyen los tuk-tuks (típicos vehículos de dos ruedas). Todo pareciera que va a colapsar en un dramático accidente. Pero nada ocurre: en esa danza frenética todos saben a dónde se dirigen.

En algún momento, el caos cede su protagonismo a la encantadora atmósfera de los bazares callejeros, a los colores de los saris (vestidos tradicionales), a la sonrisa de la gente, al aroma a incienso que se mezcla con el olor a cúrcuma y a curry. Semejante despliegue de estímulos sensoriales es un regalo para quien mira más allá del bullicio.

Fundado en el siglo XVII como ciudad amurallada, este barrio marca el origen de una de las megalópolis más pobladas.

Vendedores y marchantes miran a los extranjeros con curiosidad: les sigue sorprendiendo que turistas occidentales se atrevan a acceder a lo más profundo de este cúmulo de tiendas de saris, antigüedades y puestos ambulantes de pollo al curry.

Cruzar el umbral del prejuicio tiene su merecido: la Jama Masjid, una de las mezquitas más grandes, donde miles de musulmanes se concentran a la hora del rezo. La esencia de esta ciudad es que diversas culturas y religiones conviven en armonía.

Un poco más lejos, a orillas del río Yamuna, se levanta el Fuerte Rojo, una construcción del siglo XVII, declarada Patrimonio Mundial, que abraza un sinfín de jardines y palacios.

Del otro lado, en Nueva Delhi, embajadas, casonas antiguas y hoteles de lujo le imprimen un aire contrastante a la ciudad, donde una vaca sagrada puede estar acostada afuera de un elegantísimo hotel, a un lado de un puesto que vende naan (pan típico) con curry, pollo con arroz o paneer (queso rebozado).

“Eso es lo que me encanta de venir aquí, una y otra vez: que no se parece a nada que hayas visto”, dice Andrea Valero, viajera apasionada, directora de la agencia de viajes que me trajo hasta aquí y una de mis mejores amigas.

Cuando Andrea y yo estamos juntas, es difícil hacer silencio. Años de amistad y varios viajes por diferentes lugares demuestran que nuestra dinámica no depende de las coordenadas geográficas. Pero aquí, estamos en silencio, tomamos nuestro espacio, compartimos solo lo necesario.

Segunda lección: Viajar a India es una experiencia personal, es un viaje hacia adentro que se puede compartir con la gente que quieres, pero solo se entiende de manera interna.